martes, 2 de agosto de 2016

Beatriz Pagés - Un PRI a la Bernie Sanders

El mismo día que el Partido Demócrata anunció en Filadelfia que la plataforma política de la candidata Hillary Clinton estaría inspirada en las ideas de Bernie Sanders, aquí, el dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa, señalaba —a 3 mil 234 kilómetros de distancia— que su partido debe demostrar —no simular— que tiene un fuerte compromiso con la democracia social.

La coincidencia no es azarosa. Más bien es paradójica. El Partido Demócrata del país “más rico” de la Tierra y el partido —Partido Revolucionario Institucional— de una de las naciones más pobres del planeta enfrentan hoy crisis similares: carecen de credibilidad, son repudiados por la ciudadanía y ya no ganan elecciones. Por cierto, los dos partidos tienen ideologías similares: se ubican —con sus diferencias culturales— dentro de la democracia social.










Ambos partidos están en el poder, pero es inminente que puedan perder las próximas elecciones presidenciales; dejar de ser gobierno y abrirle el paso a una derecha radical, tan corrupta como cualquiera, tan inepta como muchos, pero que sabe hacer de la crítica y la denuncia un espectáculo en los medios de comunicación.

Hillary Clinton y su partido saben que tienen como reto inmediato contrarrestar el performance y reality show de Donald Trump que le han permitido empatar las encuestas.

Esto explica por qué los demócratas tuvieron que presentar —el día en que dio inicio la Convención Demócrata— una plataforma electoral que pretende ser una revolución política, económica y social.

El autor de esta plataforma es Bernie Sanders, y aunque Hillary Clinton —por ser ella misma un producto nato del establishment— no podría llevar hasta sus últimas consecuencias las ideas del legislador, con el solo hecho de proponerlas lanzaría la señal de que busca estrujar las injustas estructuras económicas de un país que está a punto de convertirse en un imperio de pobres.

Bernie, como se presentó durante su campaña como precandidato, es senador por el estado de Vermont y se define a sí mismo como un “socialista democrático”, es decir, como un socialdemócrata que busca dar un giro al orden económico mundial.

¿Qué propone? Su idea eje consiste en acabar con lo que el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz ha calificado como “la gran brecha” entre ricos y pobres. Sanders se ha dedicado a contrastar la inmensa riqueza concentrada en el 1% de las familias dueñas de las grandes corporaciones estadounidenses, con el desempleo, la falta de acceso a la salud, los costos de la educación y el cada vez mayor empobrecimiento de la sociedad norteamericana. Para él, la clase media, otrora baluarte de la estabilidad norteamericana, está en vías de desaparición.

Sanders caló fuerte, curiosamente, entre los jóvenes. Los 75 años que tiene no fueron impedimento para que los estudiantes de varios estados de la Unión Americana se volcaran por él. Y lo admiran por dos sencillas razones: por su autenticidad y porque “sabe lo que cuesta el combustible para la calefacción, la gasolina, los cuidados infantiles y las colegiaturas”. En el centro de las críticas e iniciativas que ha enviado al Congreso para cambiar el orden establecido está Wall Street.

Mientras ricos, como los hermanos Koch y la familia Bush; bancos como el JP Morgan o Citibank; y petroleras como Exxon Mobil, no pagan impuestos, el resto de los norteamericanos son castigados con enormes tasas impositivas, bajos salarios y deudas para pagar los estudios de sus hijos.

Sanders busca acabar con los abusos de la banca. En lugar de estar dedicada a la especulación y al cobro abusivo por cada servicio debería conceder créditos asequibles para abrir fábricas y fuentes de empleo; para que el norteamericano común pueda comprar un coche o una casa. La radiografía que hace el senador norteamericano podría ser la radiografía de México.

Si Hillary Clinton tomara al pie de la letra las ideas de Sanders, podría aparecer muerta, antes de las elecciones del martes 8 de noviembre. Sin embargo, para ganar tiene que ser capaz de ofertar al electorado una especie de revolución social.

Lo mismo le ocurre al PRI. Para seguir existiendo, su oferta tendrá que ser social, capaz de conmover las estructuras o, simplemente, ya no será.

No estaría mal, por ello, pensar en hacer un PRI a la Bernie Sanders.



Leído en http://www.enlagrilla.com/not_detalle.php?id_n=71538



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