jueves, 4 de agosto de 2016

Dan T - La dieta de Duarte

Hay preguntas que las esposas jamás deberían hacérselas a sus maridos. Y, en caso de que las hagan, los maridos nunca deberían responderlas.

-Mi amor –le dijo la mujer–, dime la verdad, ¿me veo gorda?

-No, mi Buda. Digo, ¡mi vida!

Mucha gente está sorprendida por la forma en que el Gobernador veracruzano, Javier Duarte, ha bajado de peso. En algo así como un año ha perdido no menos de 30 kilos.

Hay quienes dicen que hizo la dieta de la luna, que al parecer consiste en otorgarle contratos a tus empresas fantasma sólo en las noches en que la luna está en cuarto menguante, para que nadie se dé cuenta de tus transas.

Otros expertos en dietas aseguran que el Gobernador está siguiendo el régimen de la dieta volumétrica que es muy sencilla: bajarle el volumen a la radio cuando comiencen a criticar tu trabajo al frente del Gobierno estatal y concentrarte en escuchar sólo los halagos de tus subalternos.










Veracruzanos bien informados me aseguran que Duarte, en realidad, está haciendo la dieta de las manzanas. Todas las mañanas sale a caminar y después de 10 minutos, compra unas manzanas: las que van de la calle 15 de Septiembre a la avenida Revolución y de la calle Constitución a la avenida Hidalgo.

Pero todas esas versiones están equivocadas. En realidad el secreto de Javier Duarte para bajar de peso es que, desde que perdió el PRI las elecciones, trae los desos en la garganta y del puro susto no puede ni comer.

Moraleja: puedes dejar de parecer puerquito, pero nunca dejarás de ser un cerdo.

¡Changos!

A Tanya Müller se le puede criticar que sea sangrona, prepotente, creída y altanera, pero nunca de que no sabe de lo que está hablando. A mucha gente le cae mal la secretaria del Medio Ambiente de la CDMX porque tiene la osadía de decir las cosas como son. Es de esas raras políticas que prefieren hablar con la verdad en lugar de andar dorando la píldora, aunque eso le acarree broncas con la opinión. Eso es, por ejemplo, lo que está pasando con el caso del gorila Bantú. Se murió el chango y, ¡oh, sorpresa!, todos los mexicanos resultaron ser expertos en el estudio de los primates. Hasta mi primo el que no puede mascar chicle y caminar al mismo tiempo, me contó su teoría de cómo los veterinarios del zoológico de Chapultepec se equivocaron al aplicarle la anestesia al gorila y lo mataron. Y si mi primo lo dijo, es porque todo México lo anda diciendo. Aunque no sea verdad. Entiendo que es triste que se muera un animal tan hermoso, pero ¡qué drama hicieron!

Ahora la UNAM ya terminó su primer reporte sobre la muerte de Bantú y reveló que tenía problemas cardiacos, pero también dijo que sí se siguieron los procedimientos correctos tanto en la anestesia como en la autopsia. ¿Alguien le va a creer a los científicos? Supongo que no.

¿Se acuerdan de un jefe de gobierno capitalino que es bieeen caliente? Pues resulta que en el zoológico había una gorila que necesitaba ser preñada con urgencia, pero como no había machos de su especie, se le ocurrió que, si le pagaba una suma considerable, tal vez su superior jerárquico podría aventarse la faena.

-Jefe, por un millón de pesos, ¿se echaría usted a la gorila?

-Híjole, doctora, pues sólo si me dejas pagártelos a meses sin intereses.

¡Nos vemos el martes!



Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/la-dieta-de-duarte-1470290049



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