Nelson Mandela es una figura mayor del siglo XX. Y con razón y justicia. Pretendió y logró terminar con una legislación oprobiosa en Sudáfrica: la que cobijaba el racismo. Y vale la pena acentuar que lo que buscaba era precisamente abolir una relación social, no a los blancos o a los usufructuarios de la misma. Quizá en ello se encuentre su grandeza. Orientó el odio y la justa indignación en contra del racismo, ofreciendo incluso una salida digna a quienes lo habían alimentado y administrado.
Tzvetan Todorov, en su libro Insumisos (Galaxia Gutenberg. 2016), hace una semblanza magistral de Mandela y rastrea los nutrientes de su actitud. Vale la pena pensar en ellos, porque suelen ser excepcionales.
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