De Peña se han dicho muchas cosas, desde su
sexualidad, hasta la extraña e inexplicable (incluso para él mismo), muerte de
su primera esposa, pasando por el encubrimiento y posible participación del
saqueo y enriquecimiento de su pariente Arturo Montiel, en las arcas públicas
del Estado de México; pero digamos que eso podría, (ya que no hay investigación
alguna que pudiera afirmarlo, pero tampoco negarlo) que al no ser un hecho probado
jurídicamente, no podría ser materia de algún reproche legal o político.
Pero, de un sencillo balance de la gestión política
de Peña, entre lo prometido y lo alcanzado; entre Peña “Savior of México”, y el que “no
entiende que no entiende”, hay una gran distancia, como la del precio del dólar
de 2012 y del 2016, la del PIB, la de los muertos, la del presupuesto, la de la
seguridad, la de los secuestros, la de los desaparecidos, la del crecimiento y
muchas otras cosas más.
Peña se ha ganado el mayor porcentaje de
desaprobación en la historia política moderna de cualquier presidente, estrictamente
por lo que ha hecho y lo que ha dejado de cumplir, (quitándole lo de su
sexualidad, y cualquier otra cosa de su tenebrosa vida privada); mientras que
AMLO, en los hechos, en el ejercicio del gobierno, y comparado con Peña, hasta
parece un ciudadano “normal”. Estoy convencido de que López Obrador es tan político
como cualquier otro político de izquierda o derecha, entendiendo por “político”,
todo lo que en México significan esas dos palabras juntas: “Político mexicano”,
de cualesquier color o partido que sea.
Nadie conoce a nadie, hasta que se lo ve con
poder. Solamente se descubre la verdadera cualidad humana de las personas,
cuando tienen autoridad. Así es que no conozco a López Obrador, ni le creo,
como a nadie, en lo que dice de sí mismo; a nadie se le conoce por lo que opina
de sí mismo, escribió Carlos Marx, sino por sus propias contradicciones. Todos
nuestros partidos y los políticos trabajan en alcanzar el poder, por ello son
partido y políticos, y es el discurso y el proyecto lo que nos hace votar por
unos o por otros. En cambio, estoy en el
80 por ciento de mexicanos que reprueban al presidente Peña, porque ahora
sabemos quién es, y que no cumplió como presidente, porque tiene un país más
pobre, inseguro, desigual, injusto y atrasado.
De Andrés Manuel hemos leído aquí de todo, desde
la burla y el escarnio por su tono y origen provinciano, y quien además no lo
niega y hasta le da significado e identidad política y de clase. A Andrés Manuel le recuerdo con el hexodo en la movilización
por la democracia y en contra de un sistema político autoritario, en la militancia en contra del discurso económico
salinista y la más grande estafa en la historia económica que el país haya
vivido con el fobaproa.
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