viernes, 25 de noviembre de 2011

Ricardo Alemán ¿Cara o cruz?


En cuestión de horas –y según los tiempos de la legislación electoral—, todos los partidos políticos deberán registrar a sus respectivos precandidatos a la contienda presidencial de julio de 2012. Con ello darán paso a la etapa de precampañas.


Es decir, que de acuerdo a la ley, estamos a pocos días del arranque de las llamadas precampañas –lo que coloquialmente se conoce como elección interna –, para que cada partido defina quién será su candidato presidencial.

Durante el periodo de precampañas –que según el calendario electoral abarca del 18 de diciembre al 15 de febrero de 2012 –, el Estado mexicano –a través del IFE –, promueve a los precandidatos de cada partido mediante spots oficiales,  además de los recursos públicos que por la vía de prerrogativas se entregan a cada partido político. De esa manera, los ciudadanos pagamos, con nuestro dinero, también las precampañas electorales.

¿Pero qué pasa cuando un partido político llega a la fecha de las precampañas, con un solo precandidato que, por esa razón, se convertirá en el seguro candidato? En ese caso, la ley es muy clara. Resulta que aquel partido que presente un solo precandidato al inicio del periodo de las llamadas “precampañas”, no tiene derecho a utilizar recursos públicos para promocionar a ese único precandidato, y tampoco podrá disponer de spots en radio y televisión. ¿Y eso que quiere decir?

LA TRAMPA COMO CULTURA
Poca cosa, que las alianzas PRI, PVEM Panal, y su candidato Enrique Peña Nieto; y PRD, PT y antes Convergencia, y su candidato Andrés Manuel López Obrador, no podrán promocionarse en radio y televisión durante casi dos meses, y tampoco podrán disponer del dinero público que, en su caso, si tendrían los partidos que llevarán a cabo una competencia interna, como es el caso del PAN.

En otras palabras, que los presidenciables Peña Nieto y López Obrador estarían en seria desventaja respecto al instrumento fundamental para la promoción de un político y de un candidato presidencial, como es el caso de los spots de radio y televisión, lo que sin duda afectaría severamente su imagen, el conocimiento de sus propuestas y, en general, su posición en las encuetas. Y en el caso contrario, el beneficio directo sería para el PAN, cuyos tres precandidatos -Josefina Vázquez Mota, Santiago Ceel y Ernesto Cordero-, estarían en radio y televisión, de manera masiva, durante casi dos meses, con el beneficio evidente –en el conocimiento y las encuetas-, que eso significa.

Frente a esa “machincuepa legal”, el siempre ocurrente Andrés Manuel López Obrador reaccionó de inmediato y -como si nunca hubiera salido de los pantanos de Macuspana-, se aventó la puntada de adelantar públicamente que haría trampa; que les pediría a los presidentes de los partidos que se inscribieran, para simular una elección interna. Con esa simulación pretendía  embolsarse, para su causa, los spots y los dineros.

Sin embargo, la proclividad de AMLO por la transa contrastó con su “República amorosa”, y con su nuevo discurso de hombre amoroso dedicado a hacer el bien. Por eso, cuando se supo que nuevamente recurriría a la transa, el mundo se le vino encima. En las redes sociales no lo bajaron de transa, al grado que debió recular y negar que fuera a proponer a un precandidato presidencial “Juanito”. Pero claro, dijo que él no podía garantizar que algún perredista se inscribiera. O sea, dejó abierta la puerta a la trampa.

Pero no es novedad que AMLO recurra a la trampa. Todos recuerdan que fue López Obrador quien acuñó el término “Juanito”, empleado para motejar a quienes sirven de “paleros” o “patiños” en una elección, como ocurrió con Juanito, un simpatizante de AMLO al que López Obrador registró como candidato a la delegación de Iztapalapa, porque la candidata del tabasqueño, legalmente estaba impedida.

Juanito, como todos saben, ganó la elección y luego de probar las mieles del poder, se negó a renunciar y a entregar el gobierno a Clara Brugada. El escándalo terminó en un cochinero del autoritarismo más rancio -propio de esa izquierda bananera-, y hoy el término “Juanito”, y su práctica, son un fantasma que persigue a López Obrador y al toda la izquierda. Pero no es todo.

Resulta que en el primer trienio del gobierno de AMLO como jefe de gobierno, el tabasqueño se negó a dialogar y negociar con los grupos del PRD en la Asamblea Legislativa. Para darle la vuelta a la ley, echó mano de un recurso decimonónico, el de los “bandos” de la ciudad de México. De esa manera, hizo los cambios que requería. Es decir, recurrió a otra trampa. ¿Qué va a pasar con AMLO? El tiempo tiene la respuesta.

PEÑA, TRANSA O SUICIDIO
Por lo pronto, en la tienda de enfrente, en el PRI, terminaron el agotador ejercicio de deshojan la margarita y, con bombo y platillos, concluyeron que no, que no presentarán candidatos presidenciales de utilería, ya que Enrique Peña Nieto no requiere hacer trampa.

En efecto, es altamente probable que el PRI decida no utilizar los spots del periodo de precampañas. Sin embargo, también es cierto que los “genios” del tricolor ya trabajan en el diseño de una estrategia “de fantasía” -de mayor complejidad a las tres bandas-, que podría salvar el dilema.

Y es que en el caso de los precandidatos únicos, la ley faculta a los partidos a que su único precandidato realice proselitismo, sólo frente a sus simpatizantes y militantes, en lugares cerrados y sin difusión publicitaria. El PRI analiza si esa modalidad excluye a los medios -noticieros y programas especializados-, ya que aspira a que Peña Nieto recorra todo el país, para reunirse con los comités seccionales, municipales y estatales del PRI, con quienes compartirá su programa de gobierno.

En otras palabras, que Peña Nieto y el PRI le apostarán no a los spots de los tiempos de precampaña, sino a la información en los medios de comunicación; prensa, radio y televisión. El problema es que la mitad de los “sacerdotes” del IFE, son juez y parte, y apuestan a revenar la elección, antes que Peña Nieto se aproxime a la meta, claro, como ganador. ¿Cara o cruz?


¿Se acuerdan?
Hace seis años -como hoy-, PRI y PAN realizaban campañas anticipadas y -a diferencia de hoy -, el IFE intentó sancionarlos.

Hace seis años -como hoy-, la maestra Gordillo encabezaba un matrimonio por conveniencia; sólo que -a diferencia de hoy-, lo hacía con el PAN y no con el PRI.

Hace seis años -como hoy-, el PRD consolidaba la alianza con el PT y estaba cerca de hacer lo mismo con Convergencia. Pero -a diferencia de hoy-, en el Sol Azteca se hablaba de aliarse con el PRI, o mejor dicho, con los sectores antimadrazistas del tricolor.

Hace seis años -como hoy-, el Verde vendía caro su amor. Pero además -igual que hoy-, ponía ceros en el cheque por su lealtad. A cambio del acuerdo exigía 5 senadurías y 17 diputaciones.

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