domingo, 4 de diciembre de 2011

Creel, Cordero y Josefina por Federico Berrueto


En el PAN tiene lugar una elección interna ejemplar. El proceso cobra curso al margen de la ley; un problema de mala legislación que a todas las fuerzas políticas y a todos los aspirantes afecta. Pero el PAN ha rescatado lo mejor de su historia para así singularizarse. La competencia por la candidatura presidencial es parte del ADN panista. No siempre con éxito: en 1976 se quedaron sin candidato y en 2000 Fox llegó por aclamación. Como quiera que sea, el PAN y sus aspirantes están haciendo bien la tarea.
Las encuestas se han vuelto incómodas en un proceso que habrá de resolverse por el voto de un padrón de electores poco confiable e inaccesible para identificar su preferencia. No se puede soslayar, sería un suicidio la postulación de un candidato con bajos números en las intenciones de voto. Por ello, hasta ahora todo favorece a Josefina Vázquez Mota, con ventaja clara prácticamente en todos los estudios de opinión y que MILENIO Tv y GCE dieron a conocer primero. Han transcurrido varios meses de la declinación de cuatro aspirantes y el orden por preferencia de los tres que quedan no ha cambiado: Ernesto Cordero sigue tercero (GEA/ISA dice que ya alcanzó a Creel) y Santiago en un lejano segundo.
La fortaleza de Josefina Vázquez Mota está más en la forma que en el fondo. La de Cordero en lo segundo. Santiago padece su pasado, a pesar del esfuerzo no alcanza a reinventarse: el más conocido, empezó campaña en su techo, más de 30 puntos le separan de quien sigue creciendo. La tregua navideña y la cuesta de enero no son el mejor escenario para revertir tendencias. Es muy probable que así lleguen al momento en el que adherentes y activos del PAN decidan quién habrá de llevarles a enfrentar a dos candidatos excepcionales: Enrique Peña Nieto, a la cabeza de las preferencias, y López Obrador, que sí ha podido reinventarse, como lo constata el aumento de las intenciones de voto en las mediciones semanales de GCE.
A nadie debiera asustar el debate y el desencuentro entre los aspirantes del PAN. De eso se trata una elección interna. Es útil para el proceso y para los contendientes el intercambio y contraste de ideas. Se equivoca Creel cuando cuestiona que se den enfrentamientos en los encuentros públicos. De haber difusión amplia, absurdamente prohibida por la ley, la competencia sería entre quienes sí están disputando, Josefina y Cordero. Un nuevo ejemplo de una mala ley, promovida en el Senado, precisamente por Santiago Creel.
Rehuir el debate o la confrontación de posiciones es una postura cómoda para quien pretende ganar sin jugar, sin arriesgar. Mucho abona a nuestra cultura política el debate. Es la divisa de López Obrador. Peña Nieto no ha rehuido discutir sus propuestas, en su momento con el senador Beltrones y, recientemente, con analistas a partir de la publicación de su libro. Diferenciarse es fundamental para la comunicación política; queda en cada cual definir la estrategia para lograr este cometido y que el atributo diferenciador sirva para ganar adhesión.
Para los aspirantes la primera puerta estrecha a cruzar es la credibilidad; no se trata de que esté bien o sea sostenible lo que se diga, sino que, simplemente, quien lo proponga sea creíble, sea confiable. Por eso la ventaja de Peña Nieto, quien acredita en el imaginario popular ser un gobernante de resultados, que cumple lo que promete. De López Obrador es admirable su consistencia y congruencia. Todavía más, ha podido transitar de la intransigencia a la sobriedad de una calculada moderación. De los tres aspirantes del PAN, por mucho, Josefina ha podido andar el difícil terreno de la credibilidad, le ayuda la forma, su trayectoria y condición. Un desafío monumental para Santiago Creel y Ernesto Cordero.
El PAN, en sus dificultades y en el intento de superar su difícil circunstancia, ha hecho la apuesta más digna y, seguramente, la más rentable, la más inteligente. Por diseño y por congruencia, ha optado por la democracia y la libertad para que los aspirantes acrediten públicamente lo que son.

Moreira. 
La presión contra Humberto Moreira crecía, se volvía insostenible. Reforma, uno de los diarios más influyentes, hizo de él su objetivo; la carga fue excesiva, visceral y personal. El embate del PAN, abonado por los señalamientos de autoridades hacendarias, se hacía presente. Las críticas frontales del ex candidato presidencial, el del Pemexgate, Francisco Labastida, amenazaban la unidad, a la que mucho aportó el senador Beltrones en el momento decisivo. Los días se volvieron horas. Dejó la dirección nacional el profesor, quien fue el gran transformador de Coahuila, un dirigente que no conoció derrota. Aguantó el vendaval hasta lograr que su relevo ocurriera cuando era incontrovertible la candidatura de Peña Nieto. De alguna manera cumplió su misión

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, sean civilizados.