jueves, 22 de diciembre de 2011

José Carreño Carlón -FCH/DEA: ¿una elección intervenida?


El mensaje central del Presidente Calderón y sus cercanos para esta temporada electoral embona con el del director de la DEA y otras agencias de seguridad de Estados Unidos. Y ambos apuntan a la intervención de ese país en el proceso de sucesión presidencial en México.
La ley mexicana prohíbe exhibir las taras de los aspirantes a puestos de elección, por considerarlo denigratorio. Pero le permite al Presidente, a su equipo, a su partido y a sus precandidatos a la Presidencia desarrollar un mensaje no sólo denigrante en serio, sino además intervencionista, según el cual el crimen organizado estaría por capturar, con el proceso electoral, las instituciones del Estado.
La conexión más ominosa de ese discurso con los espacios de decisión de Washington se da con la identificación que allá se hace de las bandas criminales mexicanas con el terrorismo internacional. Porque esto incluiría a México como asunto de seguridad nacional estadounidense, lo que a su vez, en la lógica de Estados Unidos, autorizaría a sus fuerzas de seguridad a intervenir abiertamente en nuestro país.
El director de la Agencia Federal Antidrogas de Estados Unidos (DEA), Jack Riley, insistió el lunes en que Joaquín “El Chapo” Guzmán no sólo es capaz de influir en las elecciones de 2012, sino también tiene el poder para desestabilizar políticamente a México. Y volvió a inscribir al crimen mexicano en el terrorismo internacional, en el esquema de persecución transfronteriza con el que Washington enfrenta ese fenómeno. Después de la muerte de Osama Bin Laden, repitió Riley en Chicago, “El Chapo” pasó a ser el criminal más temido, buscado y rico en el mundo, “con un poder insuperable para influir, corromper y matar”.
Vía de escape
Al servicio de este planteamiento, Luis Vargas Valdez, el fiscal Especial para Delitos Electorales de México, expresó en Washington que aquí también hay preocupación por la posibilidad de la captura del Estado por las bandas criminales en el actual trance electoral: variaciones del discurso presidencial, a partir del triunfo del PRI en Michoacán, compartidas también por los precandidatos presidenciales panistas.
Se trataría así de un juego peligroso a partir de un mensaje electoral diseñado para cargar sobre el partido puntero la sospecha de que su triunfo se debería a los cárteles. Ello lo convertiría en el mayor peligro para México, en los términos en que fue señalado López Obrador en 2006. Pero esta vez con una vía de escape para el caso de que, si ni de esa forma se lograra cerrar la ventaja priista, se pueda anular la elección para evitar la supuesta captura del poder político por los cárteles.
Esto, de acuerdo con el discurso del PAN-gobierno. Pero está además el amago de una movilización estadounidense dispuesta a evitar, conforme al discurso de Washington, la amenaza a la seguridad nacional norteamericana que significaría esa supuesta captura del poder por cárteles mexicanos, supuestamente inscritos en el terrorismo internacional.
Fraude patriótico/antipatriótico
Claro como el lodo, suele escribir León García Soler, citando a Norbert Guterman, el célebre editor del Monthly Review y popularizador con Henry Lefevbre de las nociones marxistas de alienación y mistificación.
Y curiosamente hasta hace un cuarto de siglo se ironizaba con la frase de “fraude patriótico” ante la mistificación, el engaño del discurso del régimen priista que justificaba los robos electorales al PAN con aquello del peligro que entrañaría entregarle el poder al partido de la intervención extranjera.
Pero hoy, con su alienación a la estrategia estadounidense, el Gobierno panista parece proponerse no sólo comprobar el peligro del que alertaba aquel discurso antidemocrático del PRI del pasado, sino que además se propone evitar —de manera igualmente antidemocrática— el triunfo del PRI de hoy, con esa suerte de fraude antipatriótico que anuncia su discurso sobre el supuesto peligro de la captura del Estado por los cárteles… si el PAN pierde el poder en las urnas.

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