martes, 27 de diciembre de 2011

Salvador Camarena - Bejarano, el Moreira de AMLO


 El candidato presidencial es el máximo representante de un partido durante un
proceso electoral. No es el único, pero sí el más importante personaje que ese
organismo político pone a disposición de la ciudadanía para solicitar el voto.
Los espacios mediáticos que se le abrirán a ese candidato serán los más amplios,
tanto por lo que estipula nuestra ley mediante spots como por la cobertura
periodística que genera desde meses antes de que se confirme en quién recaerá la
candidatura presidencial. Pero al momento de votarle, un ciudadano pone en la
balanza no sólo la biografía, el carisma y la propuesta del candidato
presidencial, sino también evalúa a los personajes de los que se hace acompañar,
e incluso la historia del partido en cuestión. Por eso no se entiende que Andrés
Manuel López Obrador, urgido de reconquistar a quienes desencantó y de
entusiasmar a quienes nunca antes ha podido convocar, permita las aspiraciones
de René Bejarano, quien pretende volver a la Cámara de Diputados en 2012.

Sólo por si alguien no lo supiera, vale la pena recordar que en marzo próximo se
cumplirán ocho años de aquella mañana en que en vivo, Brozo mostró a México un
video en donde Bejarano aparece retacándose los bolsillos de dinero que le
entregaba el empresario Carlos Ahumada. El líder del llamado Movimiento Nacional
por la Esperanza ha dicho que fue encarcelado, juzgado, y absuelto, de 8 cargos
derivados de la exhibición de esos actos en donde recibía fondos de Ahumada. En
ese momento, López Obrador se desmarcó de su operador político, alegó ser
víctima de un complot y como al pasar el tiempo se supiera que adversarios de
AMLO habían conocido los videos antes de que estos fueran exhibidos, pudo
alejarse del escándalo con menos daño del que inicialmente se calculó que
enfrentaría.

En todos estos años, Bejarano ha seguido en la política. No sólo a través de su
esposa Dolores Padierna, hoy secretaria general del PRD, sino él mismo ha estado
en las negociaciones importantes de su partido y del gobierno en el Distrito
Federal. Aún en la cárcel, siguió operando políticamente. Y en marzo pasado, dio
el primer paso para lo que se puede considerar su intento de reincorporación
total al participar en el Consejo Nacional perredista. Bejarano sabe que su
regreso puede ser polémico, por lo mismo ha dado los pasos poco a poco, y
midiendo las reacciones, según le dijo a Milenio en abril pasado, cuando
“cuestionado sobre las implicaciones políticas que tendrá su retorno aseguró
(dijo que) hay que medir, yo estoy midiendo la reacción del resultado del
consejo y ha sido buena ante la ciudadanía”.

Ahora, en plenas posadas, se ha confirmado lo que ya había trascendido en
algunos pasillos. Bejarano quiere ser candidato. Quiere ser diputado federal. No
es una cuestión de derechos. Legalmente nada le impide eso. Pero Bejarano no fue
una víctima. O en todo caso, no una víctima de Ahumada ni mucho menos. Fue parte
de un esquema no del todo aclarado de financiamiento de actividades políticas de
los perredistas. Un esquema que fue exhibido pornográficamente. Su video marcó
un momento muy bajo en nuestra política. Y él fue coautor de ese momento.

Ya luego hablaremos de la mala noticia de que en 2012, la planilla electoral
para la Presidencia no contenga ningún nombre fresco, desconocido, alternativo o
incluso marginal. Por lo pronto, dado el escenario de que tendremos como
candidatos a dos ex gobernadores (PRI y PRD) y a un ex secretario de Estado
(PAN), podremos al menos pedirles cuentas de lo que han hecho en el pasado. De
cómo han lidiado con denuncias de corrupción en sus gestiones o incluso
denuncias que involucran a compañeros de su partido, como ha sido el caso de
Enrique Peña Nieto y el ex líder nacional priísta Humberto Moreira, quien a
pesar de su exitosa operación electoral, fue apartado por Peña Nieto porque
dañaba a sus aspiraciones. Una opinión pública muy activa y crítica en las redes
sociales hizo que mantener a Moreira representara la probabilidad de un costo
inmenso para Peña Nieto. ¿López Obrador creerá que puede permitirle a su
operador Bejarano ser candidato cuando la memoria no podrá disociarlo de
aquellos videos de las ligas? ¿López Obrador piensa que la clase media a la que
quiere seducir podrá disociar su candidatura de la de su colaborador? ¿López
Obrador piensa que estamos otra vez en 2004, en la era del complot y que es
impermeable a las críticas como entonces lo fue? En las semanas por venir, los
ciudadanos tendrán en las redes sociales, y en las encuestas, la respuesta a
estas interrogantes.

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