“De todos los que me dices, los únicos a quienes necesitamos son a “la maestra” y a Romero Deschamps”; “sin ellos no podemos hacer las reformas que queremos”, contesta un alto oficial de la campaña del priista Enrique Peña Nieto rumbo a la Presidencia de México.
Le acabo de enlistar a los impresentables, ese grupo de personajes repudiados por la prensa y la sociedad mexicanas, que no sólo sienten que tienen un lugarcito en el buque insignia, sino que han encontrado camarote de lujo en el crucero Peña.
Los invitan a las reuniones, los suben al templete, salen en las fotos y cumplen así todos los rituales que hacen falta en la política electoral mexicana para que el público tenga claro que siguen siendo poderosos y su todavía precandidato los incluye.
Pregunto al integrante del primer círculo peñista qué lógica tiene para un aspirante con 20 puntos de ventaja en las encuestas apapachar a figuras que no sólo le restan en imagen, sino que derrumban el discurso del “nuevo PRI”. Acepta que, la verdad, ninguna, que muchos representan solamente un riesgo de escándalo que salpique al abanderado y que su peso político es prescindible, salvo en los casos de la dirigente magisterial y el líder petrolero.
Hay impresentables en todos los partidos políticos, pero quizá por la cantidad de años en el poder, el PRI cuenta más entre sus filas. Es evidente que su oposición avanza a buen paso para engrosar su propios listados de personajes que en sus gestiones ante la luz pública han cometido atropellos que el votante no olvida, aunque quizá perdone, a juzgar por las encuestas… porque apenas antier, durante la gira de Peña Nieto en Puebla, salió del closet de la ignominia el más impresentable de todos: Mario Marín, el “góber precioso”, quien lució dos veces en primera fila, inicialmente en una reunión con empresarios, dirigentes partidistas y ex gobernadores, y luego en un mitin.
Hoy en Puebla manda Rafael Moreno Valle, cercanísimo a “la maestra” Elba Esther Gordillo y que, circunstancialmente, portó el logotipo del PAN para ganar la gubernatura. Por ello no se descarta que en la sucesión presidencial opere políticamente en la misma ruta que Gordillo, es decir, a favor del PRI.
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