Todo indica que en la República Amorosa no se puede perder.
Andrés Manuel López Obrador, quien en la última batería de sondeos aparece en un tercer lugar que es casi un empate técnico en el segundo con Josefina Vázquez Mota, dijo ayer que sus números dicen otra cosa, y que esas encuestas son mentiras. Leo en milenio.com: “Están diciendo mentiras en las encuestas, no quiero ofender a nadie, lo digo de forma muy respetuosa para que no digan que estoy confrontándome y que lo de laRepública Amorosa es nada más pura estrategia electoral”.
Dijo más el tabasqueño, dijo que Peña Nieto, quien resultó en las encuestas mejor librado de lo que se esperaba de sus errores de diciembre, se está “despeñando”.
Igualito que Cordero, que lleva meses diciéndonos —creo que también con todo respeto— lo mismo. Que esas encuestas que dicen que nomás no levanta, no sirven; en este caso, porque pobrecitos encuestadores no saben encuestar panistas. Como si fueran de otro planeta.
Lo del respeto, por cierto, se lo podrían ahorrar, porque lo que están diciendo quienes desconocen una encuesta es que quien la hizo o es tranza o inútil. Habría, por supuesto, que probarlo. Y entre encuestadores no estaría mal que señalaran si trabajan, y en qué capacidad, para algún partido político. La transparencia no hace mal a nadie.
Añoro el día en que al término de una elección, cuando las encuestas de salida o los conteos rápidos den un ganador, el perdedor salga a decir que felicita a su adversario. Es un mal común a todos nuestros partidos, por cierto. A todos los que pierden, por supuesto.
Recuerdo como una excepción, con sus matices, a Cuauhtémoc Cárdenas la noche de la elección en que Fox ganó. Hizo una declaración muy corta y, cuando bajaba de un estrado en su casa de campaña, al calor de la elección y el acoso de los reporteros, dijo: “Es una tragedia para México”. Mejor que se enojen, a que nieguen la realidad.
Uno imagina —pero quién sabe— que los estrategas de las campañas no compran el discurso de sus líderes. Es decir, el equipo de Cordero sabe que necesita de un milagro, lo que en el futbol americano llaman un paseHail Mary para ganar. Le quedan dos debates.
Y en el equipo de AMLO deben saber que estamos en enero y quedan muchos meses para remontar la ventaja con la que Peña Nieto arrancó el certamen. Faltarían debates, muchos, como bien propuso el tabasqueño ayer.
Nuestra (mala) relación con las encuestas, los conteos rápidos, los resultados preliminares y demás instrumentos que ayudan a contar la historia de una elección es parte de nuestra premodernidad política.
Resignémonos. Este julio, alguno de los perdedores descalificará el proceso. Y con ello a millones de ciudadanos.
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