Que
tanto sirve un Presidente?
Siempre termina con déficit la gestión presidencial; no solamente no
se cumplen las promesas, sino que terminamos peor y más lejos que al principio.
Pareciera destino inexorable de cada sexenio; terminar tan mal, que se añoran
los momentos peores del pasado. Haciendo urgente la necesidad del cambio; quien
se acuerda del empleo cuando salir con vida ya es ganancia? Presidentes de todo
signo; a veces con o sin legitimidad; con arrolladora mayoría o con unos
cuantos votos, de continuidad o alternancia; pero todos, han acabado igual.
Presidente
o Presidencia?
Instituciones y personas; proyecto y realidad, el ser y el deber
ser, corren por diferentes rumbos. Es el estigma de la nación, su doble realidad;
“no somos lo que debemos hacer, ni hacemos lo que debemos ser”. Es el problema
de la enorme distancia que separa las leyes de la realidad. Leyes que dan
origen a instituciones públicas, orientadas por la democracia y la justicia
social, pero que son dirigidas por seres de carne y hueso. Que terminan
organizando el poder público fuera de la legalidad, en los meandros de la
simulación y la farsa.
Existe
un presidente?
Tal y como lo concibe la constitución, si; y podría funcionar sin
problemas; como lo prescribe la Ley, con facultades y obligaciones. Pero no es
así, la norma y la realidad, el poder y su ejercicio tienen diferentes fines.
“y yo porque” dijo quien pudo pero no quiso, y ahora gobierna quien, tal vez
quiere pero no puede. Decía Candido que: “Los hombres tienden a plantear sus
deseos ante quienes consideran que es milagrosamente superior a ellos, por una
vía de fe o por otra” Estos hombres del poder no son tan milagrosamente
superiores, y no hay cosa que descubra más la cualidad humana de los hombres,
como la autoridad; revelando el verdadero rostro avieso del poder. Así empiezan
como libertadores, convirtiéndose en el peor tirano, del que derrocaron, y
hasta que llegue otro libertador.
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