“El tema del gusto del presidente de la República por la bebida lo llevaba en la mente y resolví abordarlo con Manuel Espino en el único lenguaje posible: la franqueza”. Con esa obsesión, Julio Scherer entrevistó al ex presidente del PAN y obtuvo un testimonio que despliega en el libro Calderón de cuerpo entero.
Espino acepta que su “resentimiento con Calderón es muy fuerte”. Y explica que habla ahora porque “acabé de avergonzarme de mis propios secretos”.
Los cuatro episodios de alcoholismo que narra tienen el común denominador de ocurrir antes de que Calderón asumiera la Presidencia. El primero se da en el segundo semestre de 2000, en Jurica, en la reunión de diputados del PAN en que se nombró a Calderón coordinador de la bancada. Es el único más o menos escandaloso. Se le habría ido la lengua con los legisladores, el gerente del hotel y los meseros
El segundo y el tercero son de finales de 2002. En uno, Calderón tiene una botella de whisky en una oficina de San Lázaro en la madrugada de una negociación del Presupuesto. El otro es en un restaurante. Está bebiendo con Juan Camilo Mouriño, Francisco Blake y demás amigos, cuando aparece una furiosa Margarita Zavala para clavarle un “estoy aquí porque ya habíamos quedado que no ibas a tomar”.
El cuarto es de “abril o mayo de 2006”. Mouriño lo disculpa por no llegar a tiempo a una comilona con la maestra Elba Esther Gordillo y sus peces gordos: “El candidato está indispuesto, no está en condiciones de ir”. Espino lo interpreta así: “Me dio a entender que estaba en un plan alegre, tomando bebidas espirituosas”.
Es todo lo que Scherer pudo documentar. Más que con una revelación periodística, me quedo con un aforismo del autor: la traición es devastadora como un asesino.
Leído en: http://www.vanguardia.com.mx/elalcoholismodelpresidentecalderonenellibrodescherer-1219115-columna.html
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