Un buen chiste de mi amigo Emilio García Riera es sobre el gallego a quien llegan predicadores de alguna variedad cristiana para llevarle La Palabra:
—Pero qué queréis que os diga… Si no creo en la única religión verdadera, menos voy a creer en otras…
La minera Real Bonanza, con capital de la canadiense First Majestic, ofrece invertir en las cercanías de Real de Catorce, hace siglos pueblo minero muy rico del semidesierto potosino, donde hoy imperan miseria, cactos y víboras. Una mina sería una derrama económica por empleos directos e indirectos, como lo fue por siglos en Catorce y lo es todavía en su vecina Charcas, pueblo de clases medias gracias a su mina.
Pero se lamenta Eusebio de la Cruz González, el marakame de los huicholes que peregrinan cada año desde Nayarit hasta Catorce: “Están tristes los dioses, el abuelo fuego y el dios de este cerro Quemado (Wirikuta) solicitan con lágrimas, llanto y dolor, que no se le saque el corazón al cerro Quemado (…) de aquí nace la verdad y la vida de todo ser humano (¡vaya prepotencia!) y si sacan la sangre el pueblo wixárika (huichol) va a desaparecer…”. MILENIO, 8.2. Crónica de Agustín del Castillo desde Real de Catorce, S.L.P.
Lo primero es una inmensa tontería, lo segundo es verdad. Pero hay dos vías para desaparecer: por hambre porque los métodos de agricultura que inventaron no logran darles alimento, o porque se han convertido en mineros exitosos que habitan casas con agua, servicios sanitarios, calefacción, y comen peyote porque les gustan los efectos.
En MILENIO, el problema lo señaló sin temor Carlos Tello en semanas pasadas respecto de los tarahumaras agobiados por el hambre y la nieve: las soluciones acaban siempre en que dejarán de ser tarahumaras. Una mina hace clases medias, y un huichol con troca ha dejado de serlo. El acopio de alimentos y su envío a regiones en crisis alimentaria debe ser, como en los casos de inundaciones, huracanes o terremotos, ayuda a los damnificados. Implantarlo como método de subsistencia es destruirlos, no sólo en tanto que indios, sino como seres humanos: la caridad incapacita, infantiliza, perpetúa el ciclo de costumbres productoras de pobreza, hambre, mano extendida para recibir lo que den almas caritativas.
Quienes no aceptamos que las basílicas de Zapopan o de Guadalupe, ni siquiera el Vaticano mismo, sean tierra sagrada, ¿no es tiempo ya de que les digamos a los huicholes que, si desean un mejor nivel de vida, deben extraer los minerales que hay dentro de un cerro porque ningún cerro es sagrado ni está habitado por ningunos dioses? ¿Por qué quienes somos irrespetuosos con la Iglesia Católica y con el Papa no podemos serlo con las religiones indias, más tontas que las cristianas?
Hay otra opción: Muy bien, no sacaremos el corazón del cerro Quemado para que no llore el dios del fuego, ni canadienses ni huicholes sacaran su sangre. Adiós. Cuando tus dioses no te den comida ni agua ni cobijas, no vengas a joder. Acepta que tu dios ya te quiere llevar a su lado. El dios del fuego te está esperando.
¿No es eso lo que decimos a los guadalupanos que se encomiendan a la Virgencita y atribuyen a ella la salud recobrada y al médico la muerte? No hay disparates más respetables que otros. Debe uno reírse de quien diga: “Aquí nace la verdad y la vida de todo ser humano”, sea el Papa o el Marakame. Todo representante de una religión es un vividor.
Y puesto a escoger, le creería más al representante de una Iglesia mundial que habla bajo la cúpula diseñada por Miguel Ángel, que al jefe espiritual de 800 nativos y que, señala el enviado deMILENIO: “No se recuerda una reunión multitudinaria de este calibre… (¿800? ¿De veras?) en los sitios sagrados del oriente. La cita, además de espiritual fue política, pues pretendió manifestar a todo México y al mundo la inconformidad de los wixaritari (¿no le suena a vasco?) contra los aprovechamientos”. Entre los invitados y apoyadores estaba, but of course!, Ofelia Medina, de seguro vestida de Frida Kahlo.
Como decimos a los católicos que llenan con sus limosnas las inmensas alcancías de la Basílica de Guadalupe: Con su pan se lo coman. Nomás luego no digan que tienen 500 años de abandono: allí está la Real Bonanza y le dicen que no porque “el abuelo fuego solicita con llanto y dolor que no se saque el corazón del cerro Quemado…” ¿Qué es más idiota, eso o la invención de Juan Diego?
De cómo una bellísima jovencita hace todo por destruir su vida, y casi lo consigue: Olga (Planeta, 2010).
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