por Sergio Aguayo.
Los humores ciudadanos están lejos, muy lejos de los vividos durante las elecciones presidenciales de 1988 a 2006. Pese a que tenemos emergencias en varios frentes, las elecciones, los partidos y los candidatos son vistos, por un número importante de ciudadanos, como males necesarios que tenemos que tolerar y sobrellevar.
Según encuestas de Reforma en enero de este año hay 59% de indecisos, en marzo de 2006 sólo 28% tenía dudas; y en 2000 se reduce a 20% (Reforma, 15 de enero de 2012, 19 de marzo de 2006 y 17 de enero de 2000). Una de las principales causas del ánimo sombrío y del desaliento cívico es el desprestigio de los partidos políticos. Están sumidos en el sótano de los afectos ciudadanos, seguidos muy de cerca por congresos, políticos y policías. Por eso y por otras razones nuestra tierna democracia vive una crisis profunda.
Andrés Manuel López Obrador, Enrique Peña Nieto, Gabriel Quadri y Josefina Vázquez Mota no han sido capaces de ir más allá de las fronteras impuestas por los conversos. Este lunes 20 de febrero dialogamos Denise Dresser y Lorenzo Meyer, durante casi dos horas, con López Obrador en la mesa política que conduce Carmen Aristegui en MVS Radio. El encuentro me impactó por muchas razones y sería deseable que los otros tres aspirantes a la Presidencia acepten la invitación a ese diálogo sin condiciones previas.
Uno de los temas fue la relación entre Morena (Movimiento de Regeneración Nacional) y los partidos de izquierda que lo respaldan. Fue una pregunta que armé platicando con seis profesionistas de clase media que votaron por López Obrador en 2006 pero que dudan de hacerlo ahora. Todos mencionaron como punto en su contra a los partidos que lo respaldan.
Hasta hace relativamente poco Andrés Manuel no paraba de elogiar a Morena y lanzar severas críticas a los partidos. El 15 agosto de 2011, por ejemplo, declaró que Morena representaba más que los partidos de izquierda y que llevaría a cabo la transformación "más importante en la historia de México, como no la ha tenido jamás ningún partido de izquierda" en este país. Esa mañana reiteró que el fin último de Morena es transformar a México mientras que lo electoral es territorio de los partidos.
Podría dedicar muchísimas columnas a tundirles a los partidos de izquierda. Da vergüenza ver su falta de pudor y el cinismo con el cual disputan la candidatura que les permitirá brincar al siguiente cargo o controlar esos presupuestos que usan para seguirles dando de mamar a sus clientelas. ¿En dónde está la disputa doctrinaria sobre las grandes tesis para sacar a México de la crisis o para resolver las contradicciones de sus instituciones? ¿En dónde están sus propuestas para cerrar la gigantesca brecha que tienen con la sociedad y con todos esos indecisos que en otras condiciones les hubieran dado su voto?
La realidad es cruda pero más vale que la confrontemos: este año serán los partidos los que nombrarán, con sus métodos habituales, a la mayor parte de quienes ocuparán las posiciones que durante los próximos años les permitirán tomar decisiones de política pública en congresos, gubernaturas y municipios. Andrés Manuel es la única persona capaz de unificar a esas turbas ambiciosas, pero ¿qué tan sólido es el compromiso de las tribus con la agenda reformista propuesta por el candidato de las izquierdas?
Un fenómeno similar se observa en los otros partidos. Peña Nieto y Vázquez Mota tienen meses llenándose la boca de "ciudadanos y ciudadanas" y juran que escucharán a la sociedad, a la cual ofrecen el cuerno de la abundancia del buen gobierno. Muy pronto se les sumará Quadri. Al igual que los partidos de izquierda, piensan que demostrarán la firmeza de su compromiso invitando a dirigentes de organismos civiles, intelectuales, empresarios, artistas, etcétera. Se trata de concesiones simbólicas que no alteran su manera de hacer política ni tampoco influirá en la forma de hacer política. Pregunto, ¿en dónde está la lógica del partido de los maestros y la Maestra para que inviten a un ecologista a competir por la Presidencia?
Tal vez ninguna de las personas que aspiran a la Presidencia logre entusiasmar a la sociedad ni convencer a los indecisos. Independientemente del número de votantes tendremos Presidente/a que gobernará sujeto/a a las normas actuales. En 2000 Vicente Fox contó con una formidable organización social: los Amigos de Fox. Eran millones que rápida y silenciosamente fueron desbandados porque ni el PAN ni el círculo cercano del Presidente querían una participación social.
En 2012 se presenta una situación relativamente parecida. En caso de triunfar, Andrés Manuel contaría con Morena, que podría servir de contrapeso y equilibrio a las estructuras partidistas de las izquierdas. Pero eso corresponde al futuro. Por el momento 59% de indecisos confirma la profundidad que tiene la crisis de nuestra democracia.
Colaboró Rodrigo Peña González.
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