Altamente proclive a los reflectores y el protagonismo, el procurador mexiquense Alfredo Castillo saltó a la fama cuando, de ser un desconocido subprocurador regional en Cuautitlán-Izcalli, tuvo que entrar de emergente a la Procuraduría tras la estrepitosa caída del tristemente célebre Alberto Bazbaz, para validar la versión de una extraña “muerte accidental” de la niña Paulette Gevara Farah. Su papel como investigador en aquel polémico caso y después validador de la versión oficial, lo llevaron a ser nombrado por Enrique Peña Nieto titular de la PGJEM.
Cuando vino el cambio de gobierno y Eruviel Avila asumió la gubernatura, Castillo fue uno de los funcionarios heredados por Peña Nieto al nuevo gobernador. Desde ahí se dedicó a tener fuerte presencia en los medios, al grado de dedicarse a escribir una columna para un diario patrocinado por el erario mexiquense, donde contaba sus historias y hazañas como policía investigador. Castillo dio la orden de que un grupo de policías ministeriales del Estado de México se internaran en el Distrito Federal y, sin orden de cateo, persiguieran a un presunto delincuente hasta allanar un domicilio particular del cuál, para colmo, los policías mexiquenses se robaron un costoso reloj.
Como esas el procurador Castillo fue sumando otras actuaciones polémicas, la más reciente con el que presentó como el autor intelectual del linchamiento de tres jóvenes en Chalco, cuya acusación no fue validada por los jueces; mientras, seguía apareciendo en los medios lo mismo en entrevistas de promoción que con sus escritos narrando sus “exitosos” operativos. Hasta que parecía haber dado el gran golpe y anunció la captura de un peligroso asesino serial y violador de mujeres al que, ahora se sabe, detuvo sin orden de aprehensión y retuvo por varios días.
A pesar de haber obtenido una clarísima confesión del presunto asesino, César Armando Librado “El Coqueto”, en el que el sujeto reconoce haber violado a ocho mujeres y a siete de ellas haberlas matado “para que no me denunciaran” a bordo del microbús que manejaba por el Valle de México, el procurador no supo o no pudo ordenar una adecuada vigilancia de este peligrosísimo sicópata que, como en una comedia de mal gusto, se le escapó por una ventana de un baño, mientras era “vigilado” por tres policías ministeriales bajo su mando.
En cualquier otro país semejante pifia, dejar escapar a un peligroso delincuente confeso y asesino serial, ya hubiera provocado la renuncia del procurador responsable. Aquí, en el Estado de México, el procurador Castillo justificó el error con demagogia e hizo lo que mejor sabe hacer: salir a hablar ante los medios para asegurar que “lo vamos a capturar”. Ayer la PGJEM ofrecía recompensa al público por informes, lo que no parece abonar al dicho del procurador de que tienen cercado al multihomicida. Cada día que pase sin que caiga ese asesino de mujeres las horas de Castillo estarán contadas…y el costo político para Eruviel Avila crecerá.
NOTAS INDISCRETAS… Manlio Fabio Beltrones terminó sus dilemas y aceptó la diputación pluri y la coordinación parlamentaria en San Lázaro que le había ofrecido Peña Nieto. Desde la Cámara de Diputados Manlio hará dupla con Emilio Gamboa que irá como coordinador al Senado. Los nombres polémicos en las listas del PRI: Carlos Romero Deschamps que vuelve a ser senador, junto con otros dinos como Armando Neyra de la CTM y Joel Ayala de la FTSE, nada que ver con “el nuevo PRI” que pregona Peña. Los dos damnificados de las listas: Francisco Rojas y Jesús Murillo Karam. El primero porque no le gusto el lugar 9 que le habían dado para el Senado –quería el 2—por lo que hizo berrinche y se bajó, y el segundo, Murillo Karam, porque el pacto con Manlio Fabio hizo que Peña lo sacrificara de la coordinación de San Lázaro… Paran los dados. Serpiente y cierre de semana.
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