Inicia la cuenta regresiva. Por fin se dio el banderazo de salida a las campañas de los cuatro candidatos presidenciales. Los arranques se dan al mismo tiempo que se silencia al Presidente. Esta circunstancia no es casual. Es producto de la reforma que, tomando en cuenta que el activismo foxista puso en riesgo la elección de 2006, consideró que este sería el tiempo de los candidatos, de sus propuestas, de sus ideas, y no de la figura presidencial asumiendo el rol de jefe de campaña. Felipe Calderón aceptó a regañadientes esta disposición. Se sumerge ahora el Presidente en su propia veda, pero unos días antes, en abierta cruzada por su gobierno (y en consecuencia su candidata y partido), se organizó un informe no para rendir cuentas, no frente a los miembros de los otros dos Poderes de la Unión que son sus pares, sino ante sus empleados, para destacar lo que considera son los logros y alcances de su administración. Con la pretensión de convencer de que la alternancia panista no ha sido un fracaso, de que su gobierno ha dado resultados y de que, según su propio análisis, el país es mejor que hace seis años, el Presidente se regodea en un autoengaño que parece no convencer a una ciudadanía que está harta de la violencia, que vive con miedo e incertidumbre, que enfrenta todos los días desafíos que parecen no tener solución a pesar de las cuentas alegres de su gobernante. El mundo calderonista no es el de millones de mexicanos que han engrosado las filas del ejército de pobres, tampoco el de las víctimas de una guerra que no ha abatido el crimen organizado, ni disminuido el consumo de drogas ni mejorado los índices de seguridad. Su mundo es otro y su intención sólo es explicable por la desesperación de saber que en todos los estudios de opinión el abanderado tricolor le lleva una ventaja más que amplia al segundo lugar. Callará el Presidente obligado por la ley, pero empezarán a hablar las instituciones. En primer lugar, la Procuraduría que, siguiendo el modelo ensayado en Michoacán, utilizará la procuración de justicia para atacar al adversario; en segundo, las instituciones de desarrollo social que no escatimarán en destinar recursos públicos a programas que se pondrán en marcha estos tres meses y cuyo objetivo es simplemente electoral: desde el manejo de oportunidades hasta los apoyos para compras de computadoras. Recursos multimillonarios celosamente guardados hasta ahora para derramarlos en plena campaña electoral.
No obstante, la ventaja de Enrique Peña Nieto es considerable. A diferencia de hace seis años en que a estas alturas la contienda era ya muy cerrada, hoy la brecha es de más de un dígito. Para Josefina Vázquez Mota no es fácil remontar esta situación, en gran medida porque perdió el impulso que le dio el ganar la contienda interna del PAN, y también porque ya medida frente a sus otros adversarios parece no estar a la altura de lo que reclama esta contienda presidencial. López Obrador, a pesar de su consistencia, se encuentra en un tercer lugar y no parece haber un horizonte de votantes que eventualmente se inclinen por él, pues su discurso no convence a quienes se alejaron de sus filas y tampoco a los que se quedaron en ellas, pues sienten que su carga como luchador social, como defensor de los pobres, como paladín contra los privilegiados se esfumó. Gabriel Quadri es una caricatura que en nada ayuda a elevar el debate, que inicia su campaña con una auténtica extravagancia que nada dice y que sólo refleja hasta qué grado la trivialización se ha apoderado de la política. Desde luego que la contienda apenas empieza y todo parece indicar que la guerra sucia y el manejo faccioso de las instituciones será la tónica durante estos 90 días. Por lo pronto, un primer triunfo ya se puede consignar. No es de los contendientes, sino de las mujeres que organizadas en la pluralidad lograron que, por primera vez, se le enmendara la plana a los partidos al obligarlos a cumplir con la cuota de género, es decir, con la ley. Enhorabuena.
SER… O NECESER
Dijo el presidente Calderón en Tercer Grado que los momentos más tristes de su gobierno fueron cuando murieron Mouriño y Blake. Entendible. Pero y ¿los niños de la guardería ABC? ¿Los jóvenes de Salvarcar y del Tec de Monterrey? ¿Las víctimas de esta guerra absurda?
Dijo el presidente Calderón en Tercer Grado que los momentos más tristes de su gobierno fueron cuando murieron Mouriño y Blake. Entendible. Pero y ¿los niños de la guardería ABC? ¿Los jóvenes de Salvarcar y del Tec de Monterrey? ¿Las víctimas de esta guerra absurda?
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