Las elecciones se han convertido en motivo de frustración y agravio. ¿Cómo reaccionar ante la avalancha de falsas promesas?
Hay una dosis de humor negro en sus peleas por la cuota. En una sesión reciente del PRD capitalino una turba irrumpió en una sesión de compañeras y compañeros vociferando: "¡Vamos a pasar todos, güey!" y "¡Muera Bejarano!". Según Ernesto Osorio, reportero de Reforma, Bejarano y su esposa pegaron carrera hacia las puertas traseras. En otra anécdota de la agitada jornada, Manuel Oropeza, presidente del PRD capitalino, acusó a Lourdes Amaya de agredirlo y arrebatarle el micrófono. Todo servía para tumbar a competidores: a la Red por la Unidad Nacional de las Izquierdas (Runi) le quitaron posiciones para compensar que su dirigente, Alejandra Barrales, se había llevado una valiosa senaduría.
Para construir una sociología de la cuota tenemos las versiones estenográficas de los cónclaves partidistas. Leo las 120 cuartillas del Pleno del Consejo Nacional del PRD realizado en febrero pasado y encuentro dos partes claramente diferenciadas. En la primera reina la concordia: todos aprueban por unanimidad las posiciones propuestas en torno a Cuba, el Medio Oriente o las tarifas eléctricas. El mismo consenso aparece cuando aprueban la "Plataforma Electoral 2012", un documento antaño utilizado para el lucimiento de doctos tribunos que salpicaban sus arengas con citas tomadas del Olimpo intelectual de las izquierdas. En esta ocasión nadie refutó y un solo consejero se abstuvo.
El silencio era el preámbulo para las pasiones desencadenadas cuando se discutieron las listas de candidatos y candidatas. La doctrina se doblegó ante un pragmatismo ramplón. Tomo como ejemplo la entusiasta recepción de la flamante candidata al gobierno de Chiapas, María Elena Orantes, una ex priista que ahí mismo comprometió su "gratitud, [...] lealtad y compromiso", elogió a Dolores Padierna y se despidió anunciando que "[mi] corazón late del lado izquierdo de mi ser".
La adoración del cargo alcanzó el momento culminante cuando salía el sol aquel lunes 20 de febrero. En ese momento, la mesa informó que las diferentes "expresiones políticas" (otra forma de llamar a las "tribus") habían llegado a un arreglo privado que terminaría con el desvelo: se repartirían los lugares de las listas tomando como criterio el número de consejeros de cada "corriente". Así, en la "primera circunscripción el espacio número uno será propuesto por Nueva Izquierda... el espacio número tres [por] Izquierda Democrática Nacional... el cinco [por] Foro Nuevo Sol", etcétera.
De los 267 integrantes del Consejo Nacional que se habían inscrito al principio del Pleno -ignoro cuántos estaban en el salón en el momento- sólo hubo tres votos en contra y una abstención. La inmensa mayoría estuvo de acuerdo en repartirse los cargos. En ese momento brilló con luz propia el apotegma acuñado por Armando Quintero, dirigente de una tribu capitalina, "el respeto al territorio ajeno es la paz".
Tan se les pasó la mano que el candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador condenó el proceso y los calificó de hipócritas que sólo buscaban acomodarse en las listas de aspirantes, sin pensar en los demás. La crítica fue ignorada. Situaciones parecidas fueron vividas por el PAN, el PRI y el resto de los partidos. Se sostiene la tesis de que el sistema de partidos mexicano vive una crisissistémica.
Dediqué tanta atención al PRD porque el DF es una entidad mayoritariamente de izquierda en donde hay una mayor acumulación de capital social. ¿Qué les habremos hecho para que nos ofendan de esa manera? Algunos dirigentes perredistas reconocen la severidad de la crisis, pero ninguno pareciera interesado en la regeneración del partido. Es obvio que la incongruencia los debilita ante un sector del electorado porque es difícil creer en sus promesas de cambiar el país cuando son incapaces de reformarse a sí mismos.
Este viernes empezarán las campañas y una forma de bloquearlas es decidir desde ahora. En el DF votaré por Miguel Ángel Mancera para jefe de Gobierno porque es quien mejor garantiza los avances logrados pero anularé mi voto para asambleísta y delegado. Pronto decidiré qué hacer en la elección federal.
Entretanto dedicaré mi tiempo a acciones ciudadanas tan gratificantes como limpiar nuestras calles de propaganda política colgada en lugares ilegales o recolectar firmas para reducir el presupuesto público entregado a partidos empeñados en agraviarnos con su frivolidad, mediocridad y mezquindad.
Información citada en esta columna: Reforma y versión estenográfica del Primer Pleno Ordinario del VIII Consejo Nacional del PRD (18-20 de febrero de 2012), pp. 9-10 y 116-120.
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Colaboraron: Rodrigo Peña González y Maura Roldán Álvarez.
Leído en http://www.reforma.com/editoriales/nacional/651/1300830/
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