El martes en Washington, el presidente Felipe Calderón, como ha hecho ante la veda local en cada salida internacional, se ufanó de su administración en distintas materias.
Al mismo tiempo, uno de los líderes más emblemáticos de la lucha contra la inseguridad, Alejandro Martí, dijo que en México hay una “guerra civil” y se vive la “peor” época… ¡desde la Revolución!
Estos comportamientos reflejan el divorcio que hay entre gobierno y sociedad.
Mientras el Presidente ve un país que avanza gracias a su gobierno, Martí percibe una crisis descomunal. Ambas posiciones son falsas desde luego: si bien hay avances en distintas áreas, también lo es que los trabajos bien pagados y con prestaciones han disminuido; hay cierta “cobertura universal” de salud, pero los servicios de las instituciones públicas continúan siendo deficientes, y de la educación ya ni qué decir.
Pero ni de lejos hay un estado de “guerra civil” y, con excepción de los candidatos oficiales, ninguna facción quiere hacerse, literalmente, del gobierno.
La realidad constatable no requiere de exageraciones
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