martes, 3 de abril de 2012

Miguel Guaglianone - Tiempos mezclados.


EL PAPA Y LA VISITA A LATINOAMÉRICA
por Miguel Guaglianone.

La esencia de la crisis de nuestra época tiene que ver con la desaparición del sistema de valores comunes a la sociedad y la confusión consiguiente. Aquello que Enrique Santos Discépolo definiera en el tango “Cambalache”, “Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remache ves llorar la Biblia junto a un calefón” o que Eduardo Galeano llama “El mundo del revés”, es el panorama imperante.

Con la visita del papa Benedicto XVI a México y a Cuba, una vez más aparece, sobre todo en algunos lugares de los movimientos de cambio en Nuestramérica, parte de esa confusión de valores. ¿A qué nos referimos? A una cierta pérdida de realidad del significado de esta visita y de lo que representa.

Si bien gran parte de los pueblos de nuestra Latinoamérica son oficialmente católicos, recordemos que estamos hablando de unas creencias religiosas que fueron impuestas a punta de espada y que de alguna manera han servido para ayudar a las oligarquías criollas a mantener quinientos años de dominación en nuestro continente. Existe entonces una distancia entre el reconocimiento y sostén a las creencias de nuestras gentes, y el reconocimiento incondicional a la Iglesia Católica y sus instituciones. Confundir esto es lo que de alguna manera ha sucedido y que nos provoca estas reflexiones.

Una cosa es la información sobre los sucesos que representan movimientos de masas de nuestros pueblos y son parte de su cultura. Pero otra cosa diferente es el apoyo irrestricto al papado y la Iglesia, como ha llegado a suceder por ejemplo en Venezuela, en su Cadena de Medios Públicos (y también en otras voces alternativas), que reprodujo en forma bastante sistemática expresiones sobre ambos, que constituyen verdaderos panegíricos, apologías y propaganda. Las mismas que los medios de comunicación de las derechas (desde CNN en Español a Globovisión) han estado promoviendo hasta el cansancio.

Allí es necesario que recordemos algunos hechos.

1) El Papa es el representante y la máxima autoridad del Estado del Vaticano, que nunca se ha caracterizado por ser precisamente un Estado progresista. No sólo El Vaticano llegó a ser junto a Gianni Agnelli y el Partido Comunista Italiano uno de los principales accionistas del complejo industrial Fiat (que no sólo producía automóviles, sino armas y aviones de combate), sino que es también hasta hoy la mayor empresa inmobiliaria (propietaria de inmuebles) del mundo. Sin dejar de recordar sus numerosos escándalos de corrupción, que llegaron hasta el propio banco del Estado (el Ambrosiano), acusado además de repartir fondos secretos de EEUU a los “contras” de Nicaragua y al sindicato polaco “Solidaridad” para combatir al gobierno de ese país en ese entonces pro soviético. Es el Estado propiedad de la Iglesia que mantiene oficialmente un acorazado silencio frente a las numerosas denuncias dispersas por todo el planeta, de pedofilia y abuso de menores por parte de algunos de sus sacerdotes.

2) El actual Papa, Joseph Ratzinger, no es el “angel de la paz” que nos intentan mostrar. Perteneció en su adolescencia a las Juventudes Hitlerianas, y si bien la versión oficial de la Iglesia lo reconoce como un “inevitable pecado de juventud”, toda su historia personal posterior lo caracteriza como un hombre volcado a la extrema derecha. Participó en el Concilio Vaticano II (el último intento de la Iglesia por “aggiornarse” a los tiempos) como asesor de uno de los cardenales más reaccionarios y conservadores. Fue nombrado por el Papa anterior Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe (el nombre “moderno” de la máxima autoridad de la Santa Inquisición) y desde allí desplegó una intensa actividad represora, combatiendo todos los movimientos progresistas dentro de la Iglesia, fundamentalmente a nuestra latinoamericana Teología de la Liberación. No sólo persiguió personalmente a los curas y obispos progresistas, sino que como el excelente intelectual que es (a diferencia de Juan Pablo II que fue sobre todo un hombre de acción), elaboró personalmente dos documentos teológicos oficiales, que condenan a la Teología de la Liberación y la declaran contraria a la Iglesia. Estas acciones que comenzaron en 1981, llegaron hasta 2005, con la notoria persecución al teólogo y escritor brasilero Leonardo Boff, al que llegó a prohibirle que escribiera durante un año, y luego expulsó de la Iglesia. Inclusive, y están disponibles en Internet, ha escrito numerosos ensayos sobre la “supremacía europea”, al mejor estilo de las doctrinas nazis o fascistas.

En definitiva, habría muchísimo más para reseñar al respecto, pero la intención no es realizar aquí un manifiesto anticlerical, sino destacar algunos hechos puntuales, notorios y reales que colocan al papado y a la Iglesia en su verdadero lugar, y no en aquel que les da su propia propaganda.

Desde el punto de vista político, la venida del Papa a América, con un mensaje “light” que no representa realmente ni sus puntos de vista personales ni algunos de la Iglesia, es parte de la campaña constante que mantiene esta institución para mantener su credibilidad, ya que hace mucho tiempo que está sumida en una grave crisis, que se refleja sobre todo en la “pérdida de vocación” y en el creciente escepticismo respecto a su rol y sus propuestas. Como Latinoamérica tiene millones de creyentes, constituye un público importante a mantener, y explica por parte del papado sus excelentes “relaciones públicas” con el Gobierno de Cuba.

Para el gobierno cubano (que fue muy amable pero muy cuidadoso de marcar las diferencias), también la visita del Papa en términos amistosos significa cierta ganancia política, ya que permite desmontar parte de la influencia de la quintacolumna interna, representada por los católicos más fundamentalistas.

En definitiva, esta visita representa también la prolongación de una política de “pontifice viajero” que comenzara Pablo VI, que Juan Pablo II llevará a su máxima expresión y que como vimos es parte de la búsqueda de la Iglesia por recuperar su creciente pérdida de poder.

Estos últimos son realmente los pormenores de este viaje, y no la traída a nuestras tierras (siempre el eurocentrismo) de un supuesto “mensaje de paz” que se quiere realzar como casi “santo”. 

miguelguaglianone@gmail.com

Leído en: http://www.aporrea.org/internacionales/a141194.html

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