martes, 3 de abril de 2012

Puig - ¿Nueva pareja presidencial?



Ayer, en el Museo Franz Mayer, mientras la secretaria general del PRI, Cristina Díaz, agradecía la decisión de su partido “y nuestro candidato” (habrá que ir acostumbrándonos al lenguaje del siglo pasado) al nombrarla coordinadora de las campañas de los senadores, Luis Videgaray, sentado entre Díaz y “su candidato” Peña Nieto, comenzó a decirle algo al ex gobernador.
Peña asintió un par de veces, tomó una pluma y anotó.
Es una escena que hemos visto muchas veces repetida.
En la sesión de preguntas y respuestas, alguien le preguntó al priista si tenía algo que decir frente a la afirmación de López Obrador de que se estaba pasando en los gastos de campaña.
Peña le da la palabra a Luis Videgaray, quien con calma explica que ellos informarán al IFE de cada uno de los gastos y que no corresponde a ningún partido político fiscalizar a otro. Aclara también que el reclamo de López Obrador sobre la cantidad de spots de unos y otros no tiene que ver con ellos, sino con el reparto que establece la ley.
Terminó Videgaray. Peña Nieto retomó el micrófono y habló de propuestas.
Conoce cada uno su papel.
Videgaray tuitea las botas sucias de Peña Nieto después de un mitin, discute con adversarios en las redes sociales, debate con sus homólogos en la radio. El candidato anda en otra cosa. En lo de firmar compromisos ante notario.
En las primeras horas de campaña, en la renovada página web de Peña Nieto, en la pestaña de “conóceme”, aparecían las biografías del candidato, su esposa y Videgaray (ayer, la biografía de Angélica Rivera y de Videgaray habían desaparecido).
En el momento clave de su carrera por la candidatura priista, la elección de su sucesor que tenía que salir impecable, Peña Nieto puso a Videgaray en la coordinación de aquella campaña de Eruviel Ávila.
Reviso las fotos de la pre y campaña. Ahí está Videgaray a su lado.
Lo recuerdo en la FIL de Guadalajara, sentado en la primera fila, haciéndole un gesto con los dedos para que cortara su respuesta.
Llevan por lo menos siete años trabajando de manera cercanísima, aunque se conocen hace más, cuando Luis Videgaray era el jefe del departamento de gobiernos estatales y municipales en Protego, de Pedro Aspe, desde donde ayudaron al gobierno de Arturo Montiel a refinanciar y ordenar su deuda.
Es una relación que no tiene Vázquez Mota con Roberto Gil, López Obrador con Ricardo Monreal. Tampoco es la que tuvo Calderón con Juan Camilo Mouriño.
Esta relación me recuerda a otra de hace muchos años, la de otro doctor —Videgaray lo es por el MIT— con un presidente.
José Córdoba es dos años más joven que Carlos Salinas, como Videgaray es dos años más joven que Enrique Peña Nieto. Lo cual, por supuesto, no quiere decir absolutamente nada.

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