Cualquiera que haya osado
atentar en contra de Televisa, ha sido honrado con una o varias medallas
de honor. Las preseas se otorgan en diferentes formatos: envueltas en
escándalos difundidos por los principales noticieros de la televisora;
persecuciones legales, y, en muchos casos, en desplegados publicados en
los principales periódicos del país, generalmente firmados por cámaras
de la industria y asociaciones, cuya dependencia y control por el grupo
mediático es incuestionable.
Tengo al menos dos de esos reconocimientos: un desplegado publicado por
la Cámara Nacional de la Industria de Telecomunicaciones por Cable, en
tiempos de la subsecretaría de Comunicaciones; y otro con dedicatoria
para este diario y para mí, suscrito por el vocero de Televisa.
Por ello, a nadie hubiera sorprendido el desplegado publicado el martes
pasado por la Canitec en contra de Carmen Aristegui -que ya colecciona
varios- si no fuese porque el texto, firmado por el presidente de la
citada cámara, la ataca porque durante la entrevista que le realizó a
Enrique Peña Nieto, en su programa radiofónico en MVS del 11 de mayo, se
atrevió a hacerle las preguntas que muchos nos hacemos y para las que
queremos respuesta.
Si no fuese por la rispidez del desplegado, seguiría pensando que Peña
Nieto salió bien librado de la entrevista. Pero, dada la agresividad de
la reacción y las acusaciones, no puedo más que develar quién está
detrás de Canitec y cuestionar el porqué de su indignación.
Ostentándose como el órgano de representación empresarial que agrupa a
los concesionarios de redes públicas de telecomunicaciones que proveen
servicios de televisión por cable, internet, telefonía y transmisión de
datos en México, la Canitec es uno de los mecanismos de cabildeo y
presión de la televisora.
Aunque en su origen pudo ser una verdadera "cámara de la industria",
actualmente la Canitec se encuentra bajo el dominio total de Televisa,
como resultado de la compra de empresas cableras que le han permitido
concentrar más del 60 por ciento de la operación de televisión por cable
en México. Así se refleja en su consejo directivo: quien firma el
desplegado, el presidente, es Alejandro Puente, socio de Televisa por lo
menos en Cablemás (también candidato plurinominal del partido
Movimiento Ciudadano al Senado); y tres de los cuatro vicepresidentes de
la cámara son accionistas o altos funcionarios de empresas de la
televisora: Jean Paul Broc Haro, director general de Cablevisión; Javier
Alejandro Álvarez Figueroa, accionista de Cablemás, y Jorge Adrián
Azzario Hernández, director general de Cablevisión de Monterrey. Y si
bien otras empresas cableras pertenecen a dicha cámara, las que no son
de Televisa están aliadas con ella en la oferta de paquetes de
servicios.
Por eso, ante la pregunta de quién pudiera estar detrás de la Canitec -o de Puente-, la respuesta es incontrovertible: Televisa.
Descrita por Garth S. Jowett y Victoria O'Donnell, en su libro
Propaganda y persuasión, Televisa recurre a una conocida técnica de
desinformación: ocultar a un público el origen de un mensaje, haciendo
que sea transmitido por un tercero como propio, con el objetivo de
engañar a dicho público y conferir credibilidad a la desinformación. Así
es como lo que la televisora no puede decir, porque carecería de
credibilidad o rayaría en el cinismo, lo dice un tercero aparentemente
independiente, a quien el público le atribuye credibilidad.
Pero hablando de orejas: si Puente habla por Televisa escudándose bajo
la franquicia de la Canitec, ¿por qué Televisa se sintió en la necesidad
de lanzar ese vergonzante ataque a una periodista, por utilizar nueve
de los 67 minutos de la entrevista, para preguntar al candidato
presidencial por el PRI si es cierto lo que tanto se dice: que es el
candidato de Televisa?
¿Por qué Televisa se siente tan violentada, y tiene que agredir, cuando
una periodista pregunta a un candidato su postura respecto a la
concentración mediática y en telecomunicaciones; su compromiso con la
competencia en ese sector? O por su opinión respecto a asuntos próximos a
resolverse, que son de especial trascendencia para el desarrollo del
país, como la potencial aprobación a la sociedad entre Televisa y TV
Azteca en Iusacell, y la posibilidad de que Telmex ofrezca televisión de
paga.
Ni siquiera el dirigente nacional del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, que
salió al ataque de los estudiantes de la Ibero por el desastroso
resultado de la comparecencia de su candidato en el plantel, se quejó de
la entrevista. Tal vez porque no lo necesita, porque tiene de aliado a
la mano que mece la cuna, y porque la verdad es que, si bien hace tiempo
Puente fue un empresario cablero, hoy Puente no existiría sin la
Canitec, la Canitec ya no sería nada sin Televisa -y posiblemente Peña
sería un ex gobernador más.
Leído en http://www.reforma.com/editoriales/nacional/657/1313734/default.shtm
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