jueves, 17 de mayo de 2012

Viaje en hongo - Samuel Mesinas

Crónica psiconáutica: Un sensible recorrido por Huautla de Jiménez entre paisajes y enteógenos





A cuatro años de la muerte del célebre Albert Hoffman y a manera de homenaje, Pijama Surf presenta una crónica exclusiva de dos psiconautas que recuerdan el paso del padre del LSD por tierras mexicanas y, a la par, dan cuentan de su viaje por los recovecos de la mente y los alucinantes paisajes oaxaqueños, justo cuando la temporada de lluvias anuncia la llegada del teonanácatl zapoteco.



Nunca supe cómo llegué al consumo de las plantas de poder. No sé si fue por la condición de ser mexicano y de origen oaxaqueño lo que me llevó de manera endémica; por curiosidad juvenil, exploración mental o, simplemente, para no dejarme seducir por el monstruo del consumo y narcisismo que devoró a la generación de los años 90.
Recuerdo que sólo buscaba una experiencia mística para alejarme de la vida artificial de la naciente urbe neoliberal, donde la idea de vida colectiva se evaporaba como el agua al llegar al ardiente asfalto de los días de verano. Así, mi encuentro con los dioses vegetales parecía inevitable y un día me pregunté, ¿por qué no comer enteógenos mexicanos?
El consumo de sustancias sicoactivas lejos de los rituales ancestrales y en plena era del vacío, tuvo unrevival el último decenio del siglo XX. En las principales capitales del mundo y en el contexto de la naciente tecno sociedad, influenciada por la cultura rave de finales de milenio, las Plantas de Poder  invadieron la mente de mis contemporáneos. Aunque, a diferencia de los pioneros de la psicodelía de los años 60, el actual menú sicotrópico es mucho más amplio, aunque controlado por mafias, bajo un consumo indiscriminado y un tráfico millonario que corrompe a políticos, policías y gobiernos por igual.
Así, a finales del siglo pasado, si buscabas acceder a los misterios de la mente y las experiencias transpersonales existían sólo dos formas: la recién estrenada carretera de la anfetamina, la tacha, la ketamina, el crystal; y el camino rural: ir a la sierra oaxaqueña en busca del teonanácatl o caminar por horas en el desierto, rasposo y seco, para cazar al venado-peyote.

Micofagia
¿Qué es una experiencia de ingesta de psilocibe mexicana? Después de horas de navegar en un mar de miedos y dudas, pero también de deslizarme sobre un lago de colores aceitosos y formas abstractas, mientras mi alma extasiada expandía su dicha y anhelo, me di cuenta que hay una energía que anima las cosas, la cual corre libremente por el universo, atraviesa todo lo que existe y, al tocarlo, lo dota de inteligencia, sentido de vida, pertenencia y, por supuesto, desapego.
Cuando nos damos cuenta que pertenecemos a esa energía, sabemos que, tarde o temprano, terminaremos fundiéndonos con ella en  su  viaje interestelar. Pero, a la vez, accedemos a una realidad aparte, total; integrados en la unidad.
¿Qué sucede con toda esa información liberada y decodificada más allá de los sentidos? La ingesta de hongos resulta en una experiencia sagrada que devuelve elementos fundamentales de fraternidad con uno mismo y su entorno, una voluntad de actuar llevado por una ética de respeto y convivencia con la naturaleza…humana. Sin embargo, a pesar de ser una sensación hipersubjetiva, comer setas resulta en una práctica colectiva donde es posible la empatía, la clarividencia y la telepatía con el entorno, el contexto, el sitio y las personas con las que se comparte el ritual; logrando ver, percibir y entender todos y al mismo tiempo la misma idea o sensación.
Este es uno de los misterios más fascinantes de este extraño Dios vegetal de gorro café y pies húmedos el cual, al ingerirlo un inglés, un chilango, un alemán o un argentino, por igual dan cuentan de la experiencia de percibir símbolos y texturas prehispánicas llenas de color y luz.



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