lunes, 21 de mayo de 2012

Jorge Zepeda - ¿Es posible negociar con los narcos?


Seamos honestos. La única salida al problema del narcotráfico sería la
legalización del consumo y venta de drogas bajo alguna modalidad
sensata. Resulta pueril creer que el problema se va a acabar mientras
exista un mercado billonario que demanda drogas, por decir lo menos. Es
una actividad que genera entre 30 y 40 mil millones de dólares anuales
sólo en México, lo cual equivale prácticamente a los ingresos petroleros
y supera a las entradas por remesas o por turismo. O sea, no se va a
terminar porque eliminemos a los Nachos Coroneles o los Beltrán Leyva, o
se maten entre ellos a razón de 10 mil por año (asumiendo, sin conceder,
que sólo se mataran entre ellos).

Pero además de honestos, si nos ponemos prácticos tendríamos que
concluir que la doble moralidad que caracteriza a las políticas públicas
norteamericanas impiden que México esté en condiciones de legalizar
unilateralmente el consumo de droga. Simple y sencillamente no
funcionaría a menos que varios países limítrofes lo hagan simultáneamente.

Lo único que queda es hacer exactamente lo mismo que hacen en todo el
mundo. Pactar explícita o implícitamente con el tráfico de drogas. ¿No
nos dejan legalizarlas? Acotemos la violencia que genera. Es lo que
hacen en EU o en Colombia. ¿O qué? ¿Es que la droga se teletransporta de
la frontera mexicana hasta Nueva York o Seattle? En ocasiones es mayor
el recorrido por las carreteras norteamericanas para llegar al
consumidor final, que por las mexicanas para llegar a la frontera. ¿Por
qué allá no hay una guerra contra los cárteles? La cocaína no se fábrica
en EU pero está disponible en cualquier ciudad norteamericana. En
Colombia se dice que ya no hay Pablo Escobar, pero la coca sigue
saliendo en las mismas cantidades que antes. ¿Por qué ser los únicos en
guerra? (Acabamos de superar la cifra de soldados norteamericanos caídos
en Vietnam).

La pregunta de fondo sería ¿es factible negociar con el narcotráfico? En
mi opinión la respuesta es política. Calderón dice que una negociación
es imposible porque el modelo de negocio del narco ha cambiado. Antes se
dedicaban al trasiego (afectando sierras y carreteras sin meterse a las
ciudades ni la población civil). Eso permitía en el pasado un acuerdo
del tipo “ustedes a lo suyo, pero no se metan con la gente”. Regresar al
pasado es imposible, dice el Presidente, porque ahora se disputan el
consumo de las plazas mexicanas, lo cual significa corromper al policía
que está afuera de una prepa, o el estanquillo de la esquina que vende
al barrio. Supone comprar a la patrulla, inspectores y autoridades de la
ciudades y municipios. Es decir, están en el tejido social, imposible
decirles “no se metan con la gente”.

La premisa es falsa. Justamente porque están metidos en el tejido social
una guerra en contra de ellos es una guerra perdida, porque supone ya
una guerra contra la población civil, como en sucede en partes de
Michoacán, Chihuahua, Sinaloa o Nuevo León. En Miami o en Chicago hay
una estructura de distribución igualmente incrustada en la sociedad. Y
sin embargo no se matan entre ellos ni aparecen 49 descabezados. Y eso
pese a que el monto económico de la operación es mayor que en México. El
tema no es el modelo de negocio, sino los factores “empresariales” que
están detrás del modelo. Lo peor de los 60 mil muertos del sexenio es
que desató una guerra intestina entre las bandas y territorios.

El nuevo gobierno tendrá que negociar con los cárteles. El problema es
que no hay con quién negociar. Fragmentación de mandos, líderes
regionales en perpetua inestabilidad, absoluta ausencia de códigos,
ninguna posibilidad de respetar treguas o territorios. El siguiente
presidente tendrá que meter en cintura a los gobernadores y mandar un
mensaje claro de la necesidad de una tregua y reglas mínimas. Una
negociación necesaria aunque no sea pública. En realidad tampoco a los
capos les interesa la guerra salvaje en la que están metidos. Tomará
algún tiempo encontrar a los interlocutores, liquidar a los más
inestables, fortalecer a los “confiables”, mejorar la inteligencia y el
poder político para garantizar que un rival no se meta al territorio de
otro. ¿Le parece a usted que es una propuesta cínica o inmoral? A mí me
parece más inmoral que tengamos 30 ejecutados en promedio diarios,
durante años, y no hagamos nada al respecto.

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