sábado, 19 de mayo de 2012

Leo Zuckermann - Infiltración del narco a las Fuerzas Armadas.



Qué paradójico: cuando muchos esperaban que el gobierno detuviera al capo del cártel de Sinaloa, Joaquín El Chapo Guzmán, en vísperas de las elecciones federales, resulta que arrestaron a dos de los militares de la más alta jerarquía, por presuntos nexos con el crimen organizado.

El primero es el general de División en retiro, diplomado de Estado Mayor, Tomás Ángeles, quien tuvo el segundo puesto más importante de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena): la única Subsecretaría que existe en esa dependencia. Es pariente del héroe revolucionario Felipe Ángeles. Dirigió varias dependencias castrenses. Fue secretario particular del titular de la Sedena y estuvo involucrado en temas de inteligencia militar. No es un “pez gordo” del Ejército: es una “ballena”.

El otro general detenido es brigadier diplomado de Estado Mayor en activo: Roberto Dawe, quien se desempeñaba como jefe de la Zona Militar de Colima. Había sido delegado de la Procuraduría General de la República en un estado de alta presencia criminal como es Chihuahua. En el pasado fungió como jefe de las guardias presidenciales. Se trata de otro “cetáceo” castrense.

Poco conocemos de la detención de estos dos militares de alto rango. Qué sabemos:

1. Que existe una averiguación previa que viene de 2009, “entre cuyas evidencias están los testimonios de varias personas procesadas” y las declaraciones directas “de un testigo protegido vinculado con Alfredo Beltrán Leyva, alias El Mochomo”.

2. Que un juez les dictó ayer a los dos generales un arraigo de 40 días como medida cautelar para seguir las investigaciones por presuntos “delitos de delincuencia organizada”.

3. Que, de acuerdo con Excélsior, el general Ángeles “ha sido investigado durante varios años por la agencia antidrogas estadunidense (DEA, por sus siglas en inglés), la cual colaboró en las indagaciones de inteligencia para detener al militar”.

Eso es lo poco que sabemos. Las autoridades han sido muy cautas en sus declaraciones. Hacen bien. Si cualquier caso penal debe tratarse con sigilo para respetar el derecho al debido proceso de los presuntos implicados, un asunto que involucra a dos generales de alto rango debe manejarse con sumo cuidado por lo que está en juego.

Ante la falta de información se ha especulado que la detención podría tener tintes políticos. Es lógico: estamos en épocas de sucesión y todo tiende a interpretarse con lentes electorales. En diciembre tendremos un nuevo Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, el Presidente, quien nombrará a un nuevo secretario de la Defensa, quien a su vez renovará por completo la estructura de la Sedena. En este contexto, hace unos días el general Ángeles participó en un foro de la Fundación Colosio del PRI para analizar el tema de la seguridad en México. El candidato presidencial priista, Enrique Peña, estuvo presente en dicho acto, aunque ya ha anunciado que no tiene ningún vínculo con el general en cuestión.

Yo no creo que la detención de los dos generales tenga que ver con razones políticas, electorales o sucesorias. Los gobernantes en México saben que con las Fuerzas Armadas no se juegan este tipo de juegos. Quiero pensar que si el gobierno detuvo a los dos generales es porque tiene información sólida que los incrimina, como en su momento hizo el gobierno de Ernesto Zedillo al arrestar al general Gutiérrez Rebollo.

Si Ángeles y Dawe efectivamente tienen nexos con la criminalidad, hace bien el gobierno en detenerlos. En las Fuerzas Armadas no puede tolerarse, bajo ninguna circunstancia, la infiltración de las mafias. Pero ese es precisamente el problema al utilizar al Ejército y la Marina en labores contra el narcotráfico. En la medida en que los militares están en la primera línea de fuego, interactuando cada vez más con los criminales, pues se incrementan las probabilidades de ser cooptados por los delincuentes. El que se junta con manzanas podridas puede acabar siendo contaminado. Al igual que los policías, políticos y periodistas, los militares también pueden aparecer en las nóminas de los cárteles. Es la consecuencia de tener a las Fuerzas Armadas combatiendo a los poderosos y corruptores señores de la droga.

Twitter: @leozuckermann

Leído en: http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&seccion=opinion&cat=11&id_nota=834967

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