domingo, 17 de junio de 2012

De caballero a madre.

Existen padres que por necesidad tienen que adoptar un rol femenino para educar en solitario a sus hijos

 GUADALAJARA, JALISCO (15/JUN/2012).- “Siempre soñé con una familia de hombres. Yo quería cuatro hijos, pero la vida sólo me regaló uno”, dice Juan Lucaño, de 43 años de edad, mientras coloca dos moños rosas en la cabeza de su hija más pequeña, Brenda.

Juan tiene el tiempo encima. Ya es medio día y debe llevar a su “princesa” al colegio, ir a pagar el teléfono y el gas, comprar la despensa del mes, ir al auto lavado, arreglar el jardín y ponerse el mandil para trabajar en el puesto de biónicos que tiene en la colonia Hermosa Provincia.

Aunque vive con su esposa, Juan realiza las labores del hogar y comparte más tiempo con sus hijos, pues su cónyuge está todo el día fuera de casa: “se la vive encerrada en su oficina”.

Desde que se casó, Juan se visualizó como un hombre de negocios al frente de las sucursales de tlapalería que su padre le heredaría: “Pero la vida se encaprichó. Mi carrera en Administración quedó trunca y en el Mercado de Abastos encontré mi destino comercializando frutas y verduras, y vendiendo biónicos y malteadas por las noches”, explica este padre de familia con cuatro hijos: Juan Alberto, Andrea, Jakcquelín y Brenda, de 20, 18, 15 y 13 años de edad, respectivamente.

Para Juan, ser padre no ha sido fácil, pero “¿para quién sí lo es?”, pregunta mientras termina de acomodar unas cajas de fresa en la cajuela de su camioneta. “Yo quería tener hijos, todos hombres y seguir con la tradición que mi padre forjó en mis hermanos y en mí: ir al estadio juntos, enseñarlos a manejar, tomar cerveza de vez en cuandoaconsejarlos para cuando buscaran a la mujer de su vida. Pero no, las cosas no fueron así y aprendí a lidiar con problemas de niñas”.

Juan está casado desde hace 22 años, pero se considera un padre soltero: “Al mes de que nació Juanito, fui quien tomó las riendas de la casa. Mi mujer se enfrascó en su trabajo, se olvidó de las cazuelas, la escoba y el sacudidor, y lo respeto. Jamás habría permitido que alguien más cuidara de mis hijos, por eso cedí a mis sueños y traté de ser un padre bueno y ejemplar de tiempo completo”.

A pensar como mujer

El gusto por enseñar “cosas de hombres” a su hijo Juanito le duró muy poco a este padre, pues su primogénito no comparte su afición al futbol, a las carnes asadas ni a los coches. “Juanito es como muy intelectual, prefiere la lectura y las cosas electrónicas, es muy solitario, y yo no; a mí siempre me han gustado las fiestas, los amigos, todo lo masculino”, dice entre carcajadas.

“Mi mujer sí habla con las niñas, pero a mí me ha tocado lidiar con sus berrinches y caprichos. Ya no estoy tan perdido, pero aún me cuesta trabajo entenderlas y ayudarlas con sus problemas femeninos, incluso con Juan”.

Para María Elena Anaya Hamue, psicóloga y terapeuta familiar del Departamento de Psicopedagogía de la Universidad Panamericana (UP), un padre en situación de soltería o pareja “no puede hacer ningún rol o duplicado (de madre), ni pensar que con brindar información a una chica sobre sus propios procesos fisiológicos de ser mujer quedan resueltos los temas de identificación y formación”.

Y es precisamente la cuestión de “pensar como mujer” uno de los problemas más complejos para un hombre que tiene por responsabilidad educar en solitario a sus retoños. Cuáles sean las razones para que una relación con hijos opte por la separación, las tendencias sociales predisponen a la figura varonil en un papel obligado a proveer y sostener económicamente a los vástagos, en algunos casos.

“El padre es un formador en cualquier circunstancia, ya sea en matrimonio o soltería, cumple con funciones educativas muy específicas dentro de una familia, y estando solo pudiese pensar en conferir y trasladar las responsabilidades que le comprenden a él a otras personas, quizá, en manos de alguna figura femenina que esté cercana, como una tía o abuela”, explica Anaya Hamue.

Juan tiene la lista del mandado, y entre el cloro, la leche y las galletas, cada mes debe surtir en casa por lo menos tres paquetes de toallas femeninas y pastillas para cólicos menstruales.

“Al principio era espantoso, no sabía de cuáles escoger, a mis hijas no les gusta ir al súper y como que también les da pena decirme de cuál marca necesitan, así que desde hace tres años decidí llevarme el empaque a la tienda para comprar ‘esas cosas’ sin equivocarme”, comenta.

Celos y cariño

Juan se considera un padre amoroso y comprensivo; uno los conflictos “más fuertes” que ha tenido que enfrentar es el tema de la sexualidad, no solamente con sus hijas, sino con su único varón. “Es un asunto que en su momento tampoco supe cómo afrontarlo, desde que me enteré que mi hija más grande ya menstruaba y comenzaba a tener sus pretendientes, hasta las inquietudes que Juanito tenía en los métodos anticonceptivos”.

Anaya Hamue destaca que el tema de la sexualidad sana, no sólo implica las aristas de las relaciones sexuales, sino abarca más allá en la orientación y definición sexual.

“La sexualidad es un tema que desde la niñez tiene que ser tratado con apertura, desde luego que dado el sexo, hombre o mujer, se busca la identificación con la figura paterna o materna, según sea el caso. Los padres solteros, generalmente tienen a una mujer a su lado que les brinda esta ayuda como sustituto materno en la formación que ellos no pueden ofrecer, es lo primero que un padre soltero debe tener en cuenta”.

La experta advierte que un padre “jamás puede sustituir la figura de una madre y mujer”; pero Juan sí ha llegado en pensar en eso.

“Como hombre es más difícil educar y guiar a una hija”, advierte Juan. “He tenido conflictos que han terminado en gritos y castigos por tonterías: que no me quieren acompañar al estadio porque prefieren quedarse a pintarse las uñas, que entre las mismas niñas se pelean por tener las cosas de la otra, que por qué Juan tiene su propio cuarto, le presto el coche y ya tiene novia. Ellas no entienden que aunque se quiera o no, hay tiempos para cada acción y permiso entre hombre y mujer”.

Tras la ausencia en tiempo de su esposa, Juan se apoya en su madre y cuñadas, sobre todo “cuando empiezan con que se quieren pintar el cabello, que necesitan otra talla de brasier, cosas por el estilo. Poco a poco mis hijas me comentan lo que sucede, pero al final, son su abuela y tías quienes me explican qué pasa realmente”.

La especialista detalla que es en la adolescencia cuando el individuo puede determinar los lazos afectivos en la relación padre-hijo, dependiendo de la forma en que el progenitor atiende sus necesidades e inquietudes.

“Ahora me llevo de maravilla con mis princesas y mi hijo, sin dejar de lado el papel de madre de mi esposa. Me llena de orgullo el festejar el Día del Padre con mandil en mano. Agradezco al destino que enviara a tantas mujeres en mi vida”, expresa.

"Los padres solteros, generalmente, tienen a una mujer a su lado que les brinda ayuda como sustituto femenino en la formación que ellos no pueden ofrecer".

María Elena Anaya Hamue, psicóloga del Departamento de Psicopedagogía de la Universidad Panamericana.

Leído en: http://www.informador.com.mx/suplementos/2012/383156/6/de-caballero-a-madre.htm

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