domingo, 17 de junio de 2012

Sergio Sarmiento - Día sin padre

Sergio Sarmiento
Nunca se me ha dado el festejo del Día del Padre. Germán Dehesa lo consideraba como “una especie de premio de consolación para los papás y una oportunidad de sacar un poco más de dinero”. Pero éste es el primer año que no tengo a mi padre junto a mí. Quizá por eso me resulta inevitable reflexionar un momento sobre el tema. 

Quienes han analizado la cultura de la familia mexicana, entre ellos Octavio Paz, señalan que el mexicano vive con un padre ausente, que admira pero lo intimida, y una madre presente, que adora pero que a veces desprecia. No faltan explicaciones históricas o sicológicas, como la que plantea que la figura del padre en México es la de un español que abusa de una madre indígena y después se despreocupa de sus hijos.

La verdad es que en México y el mundo el padre ha sido siempre una figura, si no ausente, por lo menos más distante que la madre. Los ejemplos literarios son demasiado numerosos como para considerar esta situación como una anomalía. La diferencia entre el papel biológico del padre y de la madre parece ayudar a esta distinción.

En los últimos tiempos la separación de papeles se ha hecho más marcada por la frecuencia con la que los niños crecen en hogares divididos o encabezados solamente por una mujer. Algunos han llegado a pensar que la figura paterna es prescindible. Lo ideal es tener a un padre, pero los niños pueden desarrollarse muy bien sin él, afirman.

Y no hay duda de que los chamacos son muy resistentes. Aguantan no ya la ausencia de un padre sino hasta la presencia de un mal padre. Pero eso no quiere decir que se pueda obviar la figura paterna. Muchos estudios señalan que la ausencia es muy dañina en la mayoría de los casos. Un individuo puede superar esta carencia, e incluso sublimarla para superarse y destacar en la sociedad; pero las comunidades con padres ausentes tienen de manera consistente un peor desempeño educativo y una mayor pobreza y violencia.

Quizá el padre verdadero sí es prescindible. La desaparición de un padre biológico puede ser compensada de muchas formas. El niño busca de manera instintiva una figura paterna. Si el donador del semen no está presente, un abuelo, un tío o una pareja de la madre pueden cumplir más que adecuadamente con esta función. Muchos padres no biológicos son, de hecho, mucho mejores que los reales.

Sin embargo, el padre, aunque no sea biológico, representa un ser protector muy importante en el crecimiento. Muchos niños que pierden al padre declaran sentirse desprotegidos y angustiados. La madre genera una sensación de ternura, pero a partir de cierta edad es el padre el que en la noche ahuyenta a los monstruos de las pesadillas.

El padre es también un objeto de admiración, un “rôle model” que ayuda a construir un proyecto de vida. Los niños que tienen un padre trabajador, por ejemplo, tienden a volverse trabajadores; los que ven indolencia en el padre no tardan mucho en imitarla.

Para una niña, por otra parte, el padre es el primer amor y muchas veces el que marca las relaciones afectivas que tendrá a lo largo de la vida. Un padre golpeador hace que su hija suponga que recibir golpes de un hombre es algo natural.

Mucho de lo que somos proviene de la figura paterna. Por eso es tan importante que los hombres en México aprendamos a ser padres responsables. El padre que embaraza a una mujer y abandona a su hijo le hace más daño a la sociedad que el peor de los villanos. Esa es la mejor lección que podemos ofrecer en este Día del Padre.

ÚLTIMA LLAMADA

Los electores griegos acudirán nuevamente a las urnas este próximo domingo 17 de junio. Es quizá la última llamada para que el país pueda mantener al euro como divisa. Si un nuevo Gobierno no ratifica el acuerdo de rescate europeo, o no define otro con rapidez, Grecia no podrá ya pagar con euros sueldos y pensiones en algún momento del mes de julio.

Leído en: http://www.elimparcial.com/Columnas/VerColumna.aspx?NumNota=982604

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