jueves, 7 de junio de 2012

Zuckermann - ¿De qué está hecho Peña Nieto?



Al leer el perfil que escribió Ignacio Rodríguez Reyna sobre Enrique Peña Nieto, publicado en el libro Los suspirantes 2012, resalta un aspecto: la suerte del hoy candidato del PRI a la Presidencia. Ha estado en el lugar adecuado en el momento adecuado. Su meteórica carrera política ha sido miel sobre hojuelas. Un tipo que ha tenido estrella en su vida profesional, que prácticamente no ha tenido que enfrentar situaciones adversas que superar.

Hasta hace unas semanas, la suerte todavía estaba a favor de Peña. La carrera presidencial había sido relativamente sencilla. Desde hace meses, Héctor Aguilar Camín decía que no podía ser que ganara la Presidencia así de fácil, que algo tendría que complicarse en el camino. Pues bien, los obstáculos han comenzado.

Quizás el punto de quiebre de esta competencia fue la visita del candidato priista a la Universidad Iberoamericana. Paradójicamente le fue bien dentro del auditorio. A su salida, sin embargo, se encontró con un grupo de estudiantes que lo increparon. Peña tuvo que refugiarse en un baño. Las escenas rápidamente se difundieron por internet. Algunos priistas, que no están acostumbrados a este tipo de protestas, salieron a defender a Peña con un impulso autoritario: demandaron la investigación y el castigo de los responsables a quienes, prematura y ridículamente, caracterizaron de porros y acarreados. Ciento treinta y un estudiantes reaccionaron con un video en internet donde mostraban su credencial de la Ibero en la mano diciendo: “No soy porro ni acarreado”. Así surgió un movimiento antipeñanietista, hoy conocido como #YoSoy132.

Coincidentemente a lo ocurrido en la Ibero y las posteriores movilizaciones estudiantiles, Peña comenzó a bajar en las encuestas y López Obrador a subir. Esa es la tendencia que tenemos hoy en día, aunque hay que decir que, de acuerdo a la gran mayoría de las encuestas, el priista todavía le lleva una diferencia de más de diez puntos porcentuales al progresista a tres semanas de la elección.

En fin, el hecho es que la competencia se le complicó a Peña. Qué bueno. Por una razón: para ver de qué está hecho el priista cuando enfrenta situaciones adversas. Porque una cosa es tener suerte y siempre ir con el viento en popa, y otra muy diferente es cuando hay que enfrentar una tormenta. Es en estas situaciones contrarias, que son comunes y corrientes en la Presidencia, cuando se observa de qué madera están hechos los políticos que pretenden gobernarnos.

El debate del domingo será una primera aduana para ver quién es Peña Nieto ahora que está bajando en las encuestas. López Obrador, envalentonado por la tendencia favorable que trae en las encuestas, saldrá a aplastarlo. Lo fustigará una y otra vez. La pregunta es cómo responderá el priista. Supongo que no dejará pasar ataque alguno como hizo en el primer debate. Pero, más allá de eso, ¿atacará el priista proactivamente al tabasqueño a pesar de que prometió que él no dividiría a los mexicanos con una polarización como la que tuvo el país en 2006?

En fin, que el asunto ya se le complicó a Peña y lo que viene no va a ser fácil. Hay quienes pensarán que lo mejor es que “nade de muertito” en estas tres últimas semanas porque tiene un buen colchón de puntos que puede darse el lujo de perder y, sin embargo, ganar la elección presidencial.

Yo por el contrario creo que ahora, más que nunca, Peña Nieto debe demostrar de qué está hecho: si tiene o no la madera para ser el Presidente de México, si tiene o no los tamaños para superar la adversidad, si puede o no ganarle a un político sazonado y mañoso como López Obrador. Felipe Calderón lo demostró hace seis años y por eso ganó. Ahora le toca a Peña demostrar que efectivamente es un político que sí tiene el peso para gobernar al país y no un suertudo muñequito televisivo como muchos lo han pintado.

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