miércoles, 31 de octubre de 2012

Javier Risco - Tan lejos de Uruguay


¿Cuándo fue la última vez que Felipe Calderón habló de felicidad? A veces se olvida que no todo el mundo tiene los mismos problemas. El septuagenario José Mujica, presidente de Uruguay, se volvió famoso en Internet cuando, en junio pasado, en Brasil, durante la Cumbre Río+20, pronunció un discurso alejado de protocolos políticos y habladurías gubernamentales. Así dijo: “El desarrollo no puede ser en contra de la felicidad, tiene que ser a favor de la felicidad humana, del amor, de las relaciones humanas, de cuidar a los hijos, de tener amigos, de tener lo elemental. Precisamente porque eso es el tesoro más importante que se tiene. Cuando luchamos por el medio ambiente, el primer elemento del medio ambiente se llama felicidad humana. Gracias”.
Inspirado por estar al frente del país más pacífico de América Latina, o por tener la Policía más confiable, José Mujica decidió convertir la mariguana en un producto que produzca, distribuya y venda el Gobierno uruguayo. Se trata de un control estricto de la droga por parte del Estado. El objetivo: quitarle las ganancias a los narcotraficantes que surten a 18 mil 500 usuarios diarios, según datos oficiales del país sudamericano.




En una entrevista para el diario brasileño O’Globo, el Mandatario uruguayo explicó su plan: “El Estado tendrá el control de la calidad, cantidad, precio y la gente va a estar registrada. Los cigarrillos tienen un control digital y se puede rastrear su origen a través de la firma química de la muestra. Es importante (tener en cuenta) que si alguien compra 20 cigarrillos (de mariguana) tendrá que consumirlos y no los podrá vender. Con el registro en el Estado, estos usuarios serán fáciles de rastrear si las reglas son violadas”. Después de esto vino el aluvión de críticas. 
El periodista Francisco Peregil, del diario El País, hace un recuento fabuloso de cómo Uruguay vive este proyecto de ley (el reportaje se titula “Uruguay se abre a la mariguana”), y habla con Alicia Castilla, una mujer de 68 años detenida el 30 de enero de 2011 por haberse hallado en su casa 29 plantas de mariguana. Peregil comenta que es a partir del caso de esta anciana que se produjo “un clamor social” para que el proyecto de ley incluyera la idea del autocultivo; sin embargo, Alicia no está muy de acuerdo con lo propuesto por Mujica y declara para el diario español: “Me opongo porque creo que el Estado no es nadie para determinar qué cantidades debe fumar un ciudadano. Y me parece terrible el concepto de registro. Si fumar mariguana es una función privada no puede ser que haya que estar registrado en un órgano del Estado”.
Las voces van y vienen, el Presidente uruguayo no da un paso atrás, el proyecto de ley se encuentra en la Cámara de Diputados, esperan su aprobación para antes de fin de año y la del Senado para 2013.
En Uruguay el Estado plantea “expropiar” la mariguana, convertirse en monopolio y así controlar un mercado desregularizado. Su presidente, José Mujica, de 77 años, invita al mundo a olvidarse del dinero y voltear a ver a los amigos. 
¿Dónde está parado México? Tan lejos de Uruguay, tan cerca de cifras de espanto. No niego la diferencia de realidades, sin embargo, poner sobre la mesa el debate ha informado a la sociedad. A veces nos encerramos y nos volvemos ciegos al mundo. A manera de anécdota o de ejemplo, Uruguay da un paso firme a la legalización. ¿Es la solución? Por lo menos debería ser explorada. En México la estrategia del sexenio ha fallado y es tiempo de voltear a ver otros caminos. No espero la felicidad de Calderón, pero sí que la guerra y el enfrentamiento dejen de ser el eje discursivo de un país.

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