domingo, 28 de octubre de 2012

Raymundo Riva Palacio - El presidente


Enrique Peña Nieto no es uno de esos políticos mexicanos que desde su juventud se planteó ser Presidente de México y trabajó en consecuencia, como lo hizo Carlos Salinas. Pero tampoco es alguien, como Ernesto Zedillo, que nunca pensó en serlo y que el cargo le cayó cuando después del asesinato de Luis Donaldo Colosio –a quien se había construido para serlo en su etapa de madurez política-, quienes eran aspirantes de verdad, estaban impedidos por la ley para serlo. El responsable de regresar al PRI a Los Pinos tuvo un arranque totalmente distinto al de los últimos presidentes de su partido.




Peña Nieto, quien viene por parte de madre y padre de una familia de políticos de la casa de poder que significó el mítico Grupo Atlacomulco, no tenía una idea clara sobre su futuro cuando iniciaba el proceso de sucesión de Arturo Montiel en el gobierno del estado de México. La incertidumbre e inseguridad, incluso, lo llevó a buscar un pacto de caballeros con el más fuerte aspirante en ese momento, Alfonso Navarrete Prida, para que quien resultara el elegido, no olvidara a su adversario. Peña Nieto ganó la candidatura, el gobierno, y comenzó a construir el futuro.

Fue muy cuidadoso, como lo fue el doble candidato de la izquierda Andrés Manuel López Obrador, en nunca decir abiertamente cuáles eran sus intenciones, pese a que todo lo que hacía colocaba un ladrillo más para el edificio de su objetivo. Fue hasta la primera semana de septiembre del año pasado, durante una reunión con la clase política veracruzana en la casa del gobernador Javier Duarte, cuando Peña Nieto dijo abiertamente que quería ser Presidente. Poco después lo socializó en una entrevista televisada.

Peña Nieto no se había preparado toda la vida para ser candidato presidencial, pero cuando llegó el momento, lo tomó. “Yo quiero hacer campaña y disfrutarla”, le dijo a sus principales colaboradores cuando comenzó la preparación de esa ruta. “Ustedes organícenla”. Así fue. Su hombre de mayor confianza en términos organizativos, Luis Videgaray, fue el encargado de planearla. Peña Nieto lo conoció en el gobierno de Montiel, cuando llegó para manejar las finanzas estatales –resultado de una consultoría que hizo su anterior jefe, Pedro Aspe- y a resolver el problema del endeudamiento.

Al asumir la gubernatura del estado de México, lo ratificó en el cargo y tres años después, con la mira puesta en 2012, lo hizo diputado, donde presidió la Comisión de Presupuesto, el verdadero corazón político de San Lázaro. Peña Nieto talló en Videgaray una eficiente pieza de su ajedrez. Lo hizo coordinador de la campaña de Eruviel Ávila, su sucesor en el estado de México, no sólo para tener los ojos y las manos metidas en el proceso, de cuyo éxito dependía su propio futuro, sino para tener en su colaborador primo, una opción B ante cualquier eventualidad de esa candidatura.

Terminado el proceso y con Ávila en la gubernatura, lo responsabilizó también de su campaña. Con ideas y recursos, Videgaray realizó una planeación de libreto que arrancó avasalladoramente con spots cinematográficos. No obstante, la campaña llegó a ser una pesadilla y a mediados del proceso, tras la guerra de spots negativos del PAN que rompieron el teflón donde nada le afectaba y una inteligente estrategia de López Obrador, Peña Nieto estuvo en posibilidades reales de perder la elección. Paradójicamente, la presión del presidente Felipe Calderón al PAN para que retiraran los spots en su contra, ante el temor que López Obrador lo rebasara en las encuestas y fuera imposible de derrotar, le dio el aire y el empujón definitivo para alcanzar la victoria.

Peña Nieto entendió que su victoria no fue sencilla. Tras la victoria, trabajó con velocidad para obtener la legitimidad a través de los respaldos internacionales –que vinieron en racimo, aunque quien se ofreció ser el primero, Cuba, fue de los últimos- y contó con el apoyo de una prensa muy agotada en la tensión permanente con López Obrador y sus legiones de radicales, que trasladaron en algunos casos su frustración y molestia contra ese segmento de la izquierda social, en respaldo o en beneficio de la duda para el candidato ganador. Pero tampoco se quedó paralizado Peña Nieto.

Incorporó de López Obrador el discurso social –en todos los estados con marginación y pobreza perdió frente a él- y envió el mensaje a los diputados de que el presupuesto tuviera un énfasis en ese campo. Inició un largo recorrido con los sectores productivos –muchos de ellos como eventos privados-, y estableció los puentes con otros poderes, como el Judicial, y con otros actores, como los gobernadores de otros partidos. En privado se ha reunido con varios de ellos para poder establecer mejores vías de comunicación y colaboración, que también ha hecho, de manera discreta, con legisladores.

Para ganar tiempo se fue a recorrer América Latina y después tocó las capitales de los principales socios comerciales de México en Europa. En tres semanas irá a Washington y hablará con quien será el presidente de Estados Unidos durante los próximos cuatro años. Como lo hizo en su campaña, dejó en México a su equipo de transición para que prepararan lo que será el nuevo gobierno, aunque hay cosas en las que tiene metidas por completo las manos. Una es la reforma laboral, donde canceló reuniones y citas programadas para poder trabajar directamente con senadores y diputados del PRI un voto favorable. La otra es el gabinete.

No lo anunciará sino hasta los últimos días de noviembre, pero Peña Nieto ya comenzó a dar señales en algunos casos de quiénes ocuparán qué en su próxima administración. Hay cabezas visibles, como los dos jefes de la transición, Luis Videgaray, a quien ya encargó que vea directamente todo lo que tiene que ver con los asuntos financieros y hacendarios, y Miguel Ángel Osorio Chong, quien de principio a fin ha sido su principal operador político.

Si el gabinete está decidido ya, lo sabrá él y muy pocas personas, pero Peña Nieto no se ha metido en presiones adicionales. Nunca lo hizo antes. No tendría porqué acelerar los tiempos políticos que tan bien medidos ha mostrado tenerlos.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx || twitter: @rivapa


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