Desde 2007 en este espacio se ha denunciado a la transnacional WalMart, no sólo por actuar cual si fuese “un Estado dentro de otro Estado” (el mexicano) gracias a sus relaciones corruptas con funcionarios de la fallida Administración federal, lo mismo que de las de la capital nacional, no pocas entidades federativas e innumerables ayuntamientos –ahora nuevamente motivo de escándalo internacional--, sobremanera por las relaciones sin duda esclavistas que mantiene con sus trabajadores, a los que eufemísticamente llama “asociados” para regatearles cualquier tipo de prestaciones y derechos.
En 2008, lo leyó usted aquí, WalMart tuvo mucho de qué presumir. No sólo fue la única compañía del Dow Jones que consiguió subir en Bolsa ese año, también pudo ostentarse ante sus accionistas de tener en el bolsillo a la administración pública federal mexicana y, a finales de ese año, también al “Honorable” Congreso de la Unión.
En 2008, lo leyó usted aquí, WalMart tuvo mucho de qué presumir. No sólo fue la única compañía del Dow Jones que consiguió subir en Bolsa ese año, también pudo ostentarse ante sus accionistas de tener en el bolsillo a la administración pública federal mexicana y, a finales de ese año, también al “Honorable” Congreso de la Unión.
Emplea WalMart su calidad de primera empleadora del país para chantajear no sólo al SAT, al enterarle menos impuestos que el resto de los contribuyentes, también a la Secretaría de Medio Ambiente, pues sus tiendas producen toneladas de cancerígenos azkareles, y ni se diga la del Trabajo, pues prácticamente esclaviza y mantiene sujetos a “tienda de raya” a sus cientos de miles de trabajadores. Y desde hace tres años sus cabilderos consiguieron “pasar” en las cámaras de Senadores y de Diputados, una iniciativa de ley que convirtió a sus cajas registradoras en sucursales bancarias
Pero, ¿qué hay detrás de los supuestos “precios bajos, siempre” que ofrece la primera cadena de supermercados, restaurantes y tiendas detallistas del país? La ya referida sistemática explotación y represión de sus trabajadores a quienes, eufemísticamente y para no crear vínculos netamente laborales, llama sus "asociados".
WalMart ha sorteado –gracias a la complicidad de la “providencial” administración calderonista, lo que esperamos no suceda con la peñista que ahora inicia-- las denuncias públicas de quienes laboran en su organización. También los legítimos intentos que éstos vienen desplegando para crear un gremio sindical. Y sobre todo, los efectos del "boicot" que una franja de consumidores decretó en su contra, por su abierta intromisión en los comicios federales del 2006, a favor del entonces candidato del PAN.
LAVADO “DE COCO”
Los mensajes han sido claros: No hubo reparto de utilidades a partir del 2009, que dizque por la inversión en la apertura de nuevos negocios. "Y háganle como quieran", ha dicho a los trabajadores un alto ejecutivo de la minorista.
Pero también, sospecho, ha habido mensajes subliminales "inyectados" a los cerebros de sus trabajadores, en los cuales se estaría amenazando a quienes, en sus palabras, "son revoltosos" o "no quieren a la empresa", como si una relación laboral se basara en el cariño y no en el respeto a los mínimos derechos del capital y, sobre todo, de los de quienes venden su fuerza de trabajo.
Porque a partir de noviembre de 2008 WalMart puso en marcha un "programa de capacitación" que consiste en la aprobación de tres módulos que corren en programas cibernéticos. La mecánica llama mucho la atención. Porque, en un cuarto oscuro, donde la única iluminación proviene del monitor de una PC, el trabajador es sometido a una serie de indicaciones durante, mínimo, un par de horas. No sale de esa habitación hasta que haya aprobado los referidos módulos.
Pueden pasar mucho más de las dos horas. A veces hasta cuatro. Todo ello, por supuesto, es una verdadera tortura, que deja secuelas durante un buen lapso: cefaleas, adormecimiento de extremidades, náuseas…
Con razón, no pocos son quienes sospechan que en realidad son sometidos a una especie de "lavado de cerebro", con imágenes cuya duración en el monitor puede ser de milisegundos, y aún con el llamado "reverse subliminal speech", con el que se transmiten órdenes al subconsciente.
Tal es, en efecto, un mensaje subliminal: un estímulo que diseñado para programar la mente humana a través de la percepción no consciente. Y usted sabe que, en lenguaje llano, la mente tiene una suerte de dos niveles: el consciente y el inconsciente. Que la conciencia es capaz de analizar palabras, conceptos, colores, sabores, olores, etc., mientras que la subconsciencia es como una memoria que almacena información sin que nos demos cuenta.
¿Les ha venido "lavando el coco" Wal Mart a sus trabajadores?
¿Podría investigarlo la Secretaría del Trabajo? ¿O se mantendrán las complicidades corruptas que con la empresa manejó el ex titular Javier Lozano Alarcón, ahora senador de la República?
Índice Flamígero: Llama la atención un párrafo del extenso reportaje publicado esta semana por el The New York Times, sobre la corrupción walmartiana: “Un examen de The Times revela que WalMart de México no fue la víctima renuente de una cultura corrupta que recurre a los sobornos como el costo de hacer negocios. Tampoco hizo pagar sobornos para acelerar las aprobaciones de rutinarias. WalMart de México era más bien un agresivo y creativo corruptor, ofreciendo grandes recompensas para obtener lo que la ley prohíbe. Se utilizan sobornos para subvertir la gobernabilidad democrática — votos del público, debates abiertos, procedimientos transparentes. Se utilizan sobornos para evitar reglamentos de seguridad que protegen a los ciudadanos mexicanos de construcciones inseguras. Se utilizan sobornos para debilitar a sus rivales.”
www.indicepolitico.com / pacorodriguez@journalist.com
Pero, ¿qué hay detrás de los supuestos “precios bajos, siempre” que ofrece la primera cadena de supermercados, restaurantes y tiendas detallistas del país? La ya referida sistemática explotación y represión de sus trabajadores a quienes, eufemísticamente y para no crear vínculos netamente laborales, llama sus "asociados".
WalMart ha sorteado –gracias a la complicidad de la “providencial” administración calderonista, lo que esperamos no suceda con la peñista que ahora inicia-- las denuncias públicas de quienes laboran en su organización. También los legítimos intentos que éstos vienen desplegando para crear un gremio sindical. Y sobre todo, los efectos del "boicot" que una franja de consumidores decretó en su contra, por su abierta intromisión en los comicios federales del 2006, a favor del entonces candidato del PAN.
LAVADO “DE COCO”
Los mensajes han sido claros: No hubo reparto de utilidades a partir del 2009, que dizque por la inversión en la apertura de nuevos negocios. "Y háganle como quieran", ha dicho a los trabajadores un alto ejecutivo de la minorista.
Pero también, sospecho, ha habido mensajes subliminales "inyectados" a los cerebros de sus trabajadores, en los cuales se estaría amenazando a quienes, en sus palabras, "son revoltosos" o "no quieren a la empresa", como si una relación laboral se basara en el cariño y no en el respeto a los mínimos derechos del capital y, sobre todo, de los de quienes venden su fuerza de trabajo.
Porque a partir de noviembre de 2008 WalMart puso en marcha un "programa de capacitación" que consiste en la aprobación de tres módulos que corren en programas cibernéticos. La mecánica llama mucho la atención. Porque, en un cuarto oscuro, donde la única iluminación proviene del monitor de una PC, el trabajador es sometido a una serie de indicaciones durante, mínimo, un par de horas. No sale de esa habitación hasta que haya aprobado los referidos módulos.
Pueden pasar mucho más de las dos horas. A veces hasta cuatro. Todo ello, por supuesto, es una verdadera tortura, que deja secuelas durante un buen lapso: cefaleas, adormecimiento de extremidades, náuseas…
Con razón, no pocos son quienes sospechan que en realidad son sometidos a una especie de "lavado de cerebro", con imágenes cuya duración en el monitor puede ser de milisegundos, y aún con el llamado "reverse subliminal speech", con el que se transmiten órdenes al subconsciente.
Tal es, en efecto, un mensaje subliminal: un estímulo que diseñado para programar la mente humana a través de la percepción no consciente. Y usted sabe que, en lenguaje llano, la mente tiene una suerte de dos niveles: el consciente y el inconsciente. Que la conciencia es capaz de analizar palabras, conceptos, colores, sabores, olores, etc., mientras que la subconsciencia es como una memoria que almacena información sin que nos demos cuenta.
¿Les ha venido "lavando el coco" Wal Mart a sus trabajadores?
¿Podría investigarlo la Secretaría del Trabajo? ¿O se mantendrán las complicidades corruptas que con la empresa manejó el ex titular Javier Lozano Alarcón, ahora senador de la República?
Índice Flamígero: Llama la atención un párrafo del extenso reportaje publicado esta semana por el The New York Times, sobre la corrupción walmartiana: “Un examen de The Times revela que WalMart de México no fue la víctima renuente de una cultura corrupta que recurre a los sobornos como el costo de hacer negocios. Tampoco hizo pagar sobornos para acelerar las aprobaciones de rutinarias. WalMart de México era más bien un agresivo y creativo corruptor, ofreciendo grandes recompensas para obtener lo que la ley prohíbe. Se utilizan sobornos para subvertir la gobernabilidad democrática — votos del público, debates abiertos, procedimientos transparentes. Se utilizan sobornos para evitar reglamentos de seguridad que protegen a los ciudadanos mexicanos de construcciones inseguras. Se utilizan sobornos para debilitar a sus rivales.”
www.indicepolitico.com / pacorodriguez@journalist.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.