sábado, 8 de diciembre de 2012

Raymundo Riva Palacio - Luchas en el Senado


- PRIMER TIEMPO: ¿Ves Emilio?, la política ya cambió. Viejo lobo de mar, a lo mejor ya se hizo bastante viejo. El caso es que a Emilio Gamboa, pastor de la bancada del PRI en el Senado, no le salen las cosas. Ya le echaron montón PRD y PAN cuando la reforma laboral, y este jueves, los bisoños Ernesto Cordero, presidente del Senado, y Miguel Barbosa, coordinador de la bancada del PRD, lo volvieron a humillar. Gamboa es un gran operador cuando los mares tranquilos, pero en los turbulentos de ahora, donde se tiene que hacer política y negociar para avanzar, no. La estrategia de Gamboa parece ser jugar siempre a la tensión, y vencer en la votación sin persuadir ni presionar; mucho menos negociar. Le falló antes, y en esta ocasión que le urgía aprobar la Ley de Administración Pública para que el presidente Enrique Peña Nieto termine de asentar su gobierno, Cordero le hizo una chicanada. Cuando vio que iban a perder la votación —porque seis senadores de oposición perredistas no acudieron a votar—, decidieron él y Barbosa que ni panistas ni perredistas lo harían, con lo cual suspendió la sesión aduciendo falta de quórum. Gamboa se enardeció y perdió la figura. Había más de 100 senadores en la cámara, según contó el columnista Francisco Garfias, y necesitaban 65 votos. Cordero dijo que sólo había 63, que no eran la mitad más uno y Gamboa, falto de reflejos, no pidió que se dejara a un lado la votación electrónica y se pidiera a las decenas de senadores presentes y pasivos, que se pronunciaran a mano alzada, como también establece el reglamento. 




No le debía haber importado el sentido de los votos, sino demostrar que sí había más de 65 senadores en el pleno, que dan el quórum. Pero se le escapó la liebre. ¿Pues no que era tan buen operador?, dicen todavía con sorna en el entorno cercano de Peña Nieto. Gamboa no ha hecho uso de la política y retroceder un paso para avanzar dos. Quiere todo sin dar nada, como en el pasado omnipresente que ya se fue y no regresará. No son estas dos leyes las únicas donde se ha visto su debilidad como líder. Tiene empantanadas en el Senado la nueva ley del IFAI y la de la Comisión Nacional Anticorrupción. Mal para él, aunque a favor de Gamboa, es que tampoco tiene el PRI a nadie con quién lo releven. O sea, sobrevivirá, al menos por ahora.

- SEGUNDO TIEMPO: A trompicones, señores, claro que no. El Senado se ha convertido en un tour de force, donde las huestes de la oposición del PAN y el PRD le están haciendo la vida tan imposible al PRI, que la Cámara Alta se ha vuelto ingobernable. Visto desde afuera, es como si ninguno de los líderes de las fracciones parlamentarias creyeran lo que negocian, y que los costos de comprometerse e incumplir salen muy bajos. Observado con mayor cuidado, lo que se aprecia es un problema de selección de operadores por parte del líder de los priistas, Emilio Gamboa. Sabedor que no puede contar con la gestión de la líder —efímera— del PRI, Cristina Díaz, quien es casi como un cero a su izquierda, Gamboa tiene como sus lugartenientes al constitucionalista Raúl Cervantes, y al ex presidente municipal de Zapopan, Arturo Zamora. Cervantes es un abogado enormemente inteligente. Tanto, quizás, como su ego. Cervantes, quizás el que más sabe del tema en el Senado, adolece del problema de los que se saben inteligentes: se pasa de soberbio. Se sube a la tribuna y cuando no muestra una cara de qué flojera me dan todos ustedes, los regaña y les hace sentir que son ignorantes. La oposición aguanta y lo deja pasar. Zamora es… zamorita. No tiene el oficio, ni el manejo, ni la experiencia para construir alianzas ni saber dónde y cómo apretar para lograr persuadir. No concilian; golpean. No construyen; dinamitan. Acostumbrados en prácticas obsoletas donde la mano dura era suficiente para doblegar, la tienen hoy tan rígida que con cualquier golpe bien puesto en medio, se las quiebran. Le urge al PRI mejorar su liderazgo en el Senado y renovar sus operadores. Le urge al presidente Enrique Peña Nieto tener enlaces confiables que legislen, porque de mantenerse la ruta por la que avanzan sus representantes ahí, que se siente pacientemente, porque las cosas, si salen, tardarán mucho más de lo programado.

- TERCER TIEMPO: El momento del enfant terrible. Quién lo diría. El joven Ernesto Cordero, sin experiencia alguna en puestos de elección popular, mantiene en jaque al fogoso veterano del PRI, Emilio Gamboa. El líder de los priistas no encuentra la puerta para que Cordero entre a un terreno de negociación seria para gobernar en el Senado. Cordero, la última gran figura del calderonismo que sobrevive en la esfera política, está jugando sus cartas. ¿Cuáles son? Quién sabe. Ni siquiera en el PAN que dirige Gustavo Madero entienden sus jugadas. No saben por qué hizo la chicanada del jueves y cuáles son sus razones políticas. El calderonismo está instalado en el Senado como el maderismo en la Cámara de Diputados. Es una lucha de poder constante que se mide en distintos campos de batalla. Uno es donde se encuentra el mariscal Gamboa, que lleva tantas derrotas que están por degradarlo a capitán; otro es quién se queda con el PAN y su esqueleto para reconstruirlo. En esa díada de poder, el coordinador del PRD en el Senado,Miguel Barbosa, se ha convertido en su compañero de trinchera y Gamboa en el objetivo común. Ayer fue la reforma laboral; hoy es la Ley de la Administración Pública. Incierto está todo hacia adelante, salvo que a Gamboa, el Goliat en el Senado, le encontró por dónde molestarlo a pedradas.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx
Twitter:
 @rivapa


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, sean civilizados.