domingo, 16 de diciembre de 2012

Ricardo Alemán - Itinerario Político

La izquierda llegó al Palacio Nacional
Peña Nieto retoma el culto al emblematico inmueble
Miguel Mancera parecía enamorado del recinto

Uno de los sueños más acariciados del dos veces derrotado candidato presidencial de las llamadas izquierdas mexicanas –del señor Andrés Manuel López Obrador--, fue vivir en Palacio Nacional.

De hecho, en las semanas previas a julio de 2006 –cuando casi todos daban por segura la victoria del populista líder de las izquierdas--, el señor López Obrador hizo consultas con especialistas para saber si podría cumplir su sueño completo; habitar la misma recámara del Palacio Nacional en donde vivieron algunos héroes patrios fundamentales.

Hoy todos saben que el sueño de AMLO se frustró a causa de dos derrotas presidenciales sucesivas y que, ante una eventual tercera llamada para AMLO, será más que imposible que pueda vivir en Palacio Nacional. Sin embargo –y gracias a una impensable paradoja del poder--, la otra izquierdas mexicana, esa que está lejos del radicalismo y el populismo; esa que apuesta al diálogo, la negociación y el acuerdo, ya entró al Palacio Nacional.



Peña y Mancera en Palacio

En efecto, el pasado viernes, el mítico Palacio Nacional fue escenario de un impensable encuentro de casi cuatro horas entre el Presidente Enrique Peña Nieto y el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, quienes habrían hablado no sólo de temas de la ciudad y la relación política entre ambos gobiernos, sino que habrían pactado una verdadera revolución para la capital del País. Es decir, convertir al Distrito Federal, en la capital de América.

Y llama la atención no sólo el encuentro y lo prolongado del mismo, sino que desde 1997 –cuando Cuauhtémoc Cárdenas se convirtió en el primer Jefe de Gobierno electo del DF--, la relación política, institucional y personal de los dos gobernantes más relevantes del País --el Presidente y el Jefe de Gobierno de la capital--, no sólo no existía sino que era poco más que inviable. Desde Cárdenas, el Presidente y el Jefe de Gobierno habían sido lo más parecido a enemigos políticos.

Más aún, una primera estadística revela que el reciente encuentro del pasado viernes entre Peña Nieto y Mancera –encerrona de casi cuatro horas, a rigurosa puerta cerrada--, fue más prolongado que la suma de todos los encuentros entre los jefes de Gobierno y el Presidente en turno, lo cual exhibe la irresponsabilidad y la pequeñez de los presidentes y los jefes de Gobierno en los últimos 15 años y, claro, el mensaje positivo de una nueva etapa. Y es que era de locos que no se hablarán los mandatarios federal y del DF.

La verdadera izquierda moderna

Pero más allá del aspecto anecdótico del encuentro Peña-Mancera, lo cierto es que asistimos a la modernización de una relación institucional –la del Presidente y el Jefe de Gobierno capitalino--, que desde siempre debió ser fluida, estrecha, intensa y respetuosa, porque no sólo se trata de los dos gobernantes más relevantes del País, sino que comparten sus respectivos gobiernos, en la más grande concentración de mexicanos y, claro, en la capital del País.

En pocas palabras, que ha sido una irresponsabilidad política que los mandatarios federal y capitalino se mantuvieran "como perros y gatos", mientras dañaban el interés de los capitalinos. Por eso, se debe aplaudir el hecho de que dos políticos modernos, responsables, alejados de las filias y las fobias del poder y que obedecen al interés general, más que a sus rancios y mezquinos intereses personales, hoy dialoguen, pacten, acuerden y negocien en beneficio de los ciudadanos.

Y eso fue posible porque Enrique Peña Nieto entendió que si bien ganó claramente la contienda presidencial, casi dos tercios de los votantes sufragaron por otras opciones, como la derecha y las izquierdas. Pero además, porque Peña Nieto también tiene claro que en el Distrito Federal casi dos tercios de los electores sufragaron por las izquierdas y por su candidato, Miguel Ángel Mancera.

Pero esa es apenas una parte de la ecuación. Resulta que, en el otro extremo, también el Jefe de Gobierno, el señor Mancera, entendió que su trabajo y el abultado voto a su favor reclaman que trabaje codo a codo con el Gobierno federal y, en especial, con el Presidente constitucional, con el señor Enrique Peña Nieto.

Dicho de otro modo, que luego de 15 años de una relación peleonera y nada constructiva entre el gobernante de la capital y el gobernante de todo el País, hoy esos gobernantes dejaron atrás las niñerías, los rencores, los odios y las fobias políticas, para cumplir con su responsabilidad, como lo mandan la Constitución y las leyes que de ella emanan.

Mancera, acaricia el poder presidencial

Y por curioso que parezca –y hasta por increíble que resulte--, hoy se puede decir que la otra izquierda; la izquierda moderna, responsable, la que abandonó el juego de niños del odio y la venganza, la que dialoga y negocia, la que construye y colabora, ya entró a Palacio Nacional y, en una de esas y se queda en ese simbólico recinto. ¿Y por qué la aseveración?

Elemental, porque con el apoyo del Presidente Peña Nieto, el Jefe de Gobierno capitalino se puede convertir –ahora sí--, en el mejor gobernante que haya tenido la capital. Y frente a esa eventualidad, Miguel Mancera tiene todo para convertirse en el sucesor natural de Enrique Peña Nieto.

Y si lo vemos desde otro flanco, podemos decir que Peña Nieto trabaja en la construcción del candidato presidencial no sólo del PRI, sino de las izquierdas. Y es que si se entiende bien lo que todos hemos visto, resulta que Miguel Mancera es uno de los preferidos del nuevo Gobierno federal.

Por lo pronto, Mancera ya sintió en la piel y en los huesos el impacto del Palacio Nacional; ya entró al Palacio Nacional y probó su significado. Y por eso, porque podría desbarrancar las aspiraciones presidenciales de sus antecesores –de AMLO y de Marcelo--, el señor Mancera también podría ser blanco de la guerra despiadada que estarían por lanzar en su contra buena parte de las izquierdas. Y si no, al tiempo.

En el camino

A propósito del Palacio Nacional, es evidente que el Presidente Peña Nieto sí entiende el simbolismo de ese recinto. Por eso, despachará en la sede histórica del poder con más frecuencia que sus antecesores... Y uno de ellos, Vicente Fox, confirmó que nunca fue panista. Y ni falta hizo que lo echaran de Acción Nacional. Él ya no se inscribió y confirmó que nunca le interesó el partido... Y en donde también se vive una severa crisis de liderazgo es en el SNTE. Y es que luego del escándalo por el derroche, la señora Gordillo canceló el regalo de un viaje millonario en un crucero por el Caribe, para sus leales. El horno no está para bollos y de semanas para acá, dicen que "la jefe" ya no es "la jefa". ¿Será?

Leído en http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?id_seccion=104

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, sean civilizados.