domingo, 23 de diciembre de 2012

Ricardo Alemán - ¿Quién cree la patraña de la señora Gordillo?

La reforma educativa que propuso el gobierno de Enrique Peña Nieto --y que pactó con los partidos opositores--, avanzó sin grandes dificultades en la primera mitad de su aún largo trayecto; la enmienda constitucional aprobada por las cámaras del Congreso de la Unión.

Y se debe insistir que apenas transcurrió la primera mitad del proceso, porque la reforma aún deberá ser aprobada por la mitad más uno de los congresos estatales –por lo menos 16 del total de 31--, para que se convierta en ley la enmienda constitucional. Sin embargo, el periplo por las legislaturas estatales tampoco marcará el final del camino.

No, una vez que el Congreso aprobó la reforma a los artículos 3º y 73 constitucionales y que la mitad más uno de las legislaturas estatales hagan lo propio, vendrá la reforma a la ley reglamentaria; es decir a la Ley General de Educación, que regulará al detalle las nuevas reglas del juego que mandatan los citados artículos constitucionales reformados.



Sin embargo --y a pesar de que apenas transcurrió la mitad del proceso para contar con una nueva legislación educativa moderna y de calidad--, nadie puede negar un saldo positivo. ¿Por qué?

Porque fueron evidentes, en esa primera etapa de la reforma, no sólo la habilidad negociadora de "los hombres del Presidente", sino el largo colmillo político los jefes parlamentarios del PRI --los señores Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa--, además de que sorprendió la rápida evolución de una nueva izquierda, moderna y propositiva, capaz de dejar atrás las taras que arrastró en el último cuarto de siglo. Y es que el éxito en la primera mitad de la reforma educativa está vinculado con la capacidad de hacer política de los actuales jefes del PRD, además de su fortaleza para contener los rabiosos embates de los radicales de su propia granja.

Pero no fue todo. De igual manera quedó claro que, en la primera mitad del largo camino para superar el desastre educativo, se produjo un impensable reacomodo político que emparentó a lo más radical de la izquierda, a la CNTE, a un sector oportunista del SNTE, a grupos vinculados con la guerrilla y –¡aunque usted no lo crea!--, a un rencoroso bando del PAN, heredero del calderonismo.

Y es que por conservadora y retardataria, es intragable la mezcla de intereses, mezquindades y odios amalgamados entre la derecha de Felipe Calderón, la izquierda radical y populista de AMLO, los violentos de la CNTE, un sector guerrillero que medra de la educación y un puñado de oportunistas adictos a la profesora Gordillo. Todos ellos fueron y siguen siendo el mayor riesgo para la reforma educativa. ¿Por qué? Elemental, porque si bien aún falta la mitad del camino para lograr un cambio de fondo en la educación, en ese trayecto puede pasar cualquier cosa; incluso que fracase la reforma.

El pataleo de Gordillo

Por lo pronto, en las horas previas a que finalmente el Congreso aprobara la reforma a los artículos 3º y 73 constitucionales, la lideresa del magisterio, la señora Gordillo, ensayó una de sus más acabadas puestas en escena –que le ha permitido mantener el control del más numeroso gremio sindical--; la indefinición política, el chantaje y la amenaza.

Y si tienen dudas, basta echar una mirada al cantinflesco mensaje enviado por la señora Gordillo --repetido durante dos conferencias de prensa--, quien primero dijo estar de acuerdo con la reforma, con un cambio de fondo que garantice una educación de calidad, luego asumió parte de la culpa en la tragedia educativa que vive el País, para más adelante advertir que haría todo por impedir el despido de los malos maestros y, al final, amenazar con movilizar al magisterio contra la reforma, pero mediante una resistencia pacífica, sin dañar la educación y menos a la sociedad. Por eso la pregunta. ¿Habrá alguien capaz de creer las patrañas de la señora Gordillo?

Y vale la interrogante porque la señora Gordillo lanzó el espantajo de la movilización mientras que –casualmente--, diputados y senadores de su partido, el Panal, aprobaron alegremente la reforma, casi sin chistar. Es decir, que todos los gritos y sombrerazos fueron lanzados cuando la lideresa sabía que era irreversible la reforma constitucional en el Congreso de la Unión –cuando sabe que en las legislaturas locales será aprobada--, y cuando una mayoría abrumadora de diputados y senadores de todos los partidos ya habían decidido aprobar la reforma. Y por eso la nueva interrogante.

La dichosa palabra

¿Por qué entonces la indefinición, el chantaje y la amenaza de la señora Gordillo? La respuesta también la proporcionó "la maestra". Si se lee entre líneas el mensaje de la lideresa, entenderemos buena parte del contenido.

1. Está claro que la señora Gordillo nunca intentó ni intentará paralizar la reforma. Si lo hubiese pensado, habría paralizado el País desde la primera semana de diciembre. No lo hizo porque aceptó que el gobierno de Peña Nieto le diera una salida digna, como artífice y hasta heroína de la reforma.

2. Es evidente que todos los partidos aceptaron la condición clave que impuso Gordillo. ¿Y cuál es esa condición? Que ante la eventualidad de que los maestros sean reprobados por los nuevos sistemas de evaluación, tendrán a salvo sus "derechos constitucionales" de que ninguna ley es retroactiva. Es decir, que no perderán su trabajo. Dicho de otro modo, que las nuevas reglas que regularán la educación –sobre todo las que se refieren al despido--, aplicarán para los maestros que hayan sido contratados a partir de la nueva reforma, no para los contratados con anterioridad de la reforma. Y eso no es ni logro ni demérito de la reforma. Es la aplicación pura y dura de la ley.

3. Está claro que los destinatarios de buena parte del mensaje de Gordillo no son los partidos y menos el Presidente Peña Nieto. No, es un mensaje para las gradas, para su gremio y para los medios. La maestra debe aparecer como contestataria, para mantener su fuerza interna.

4. Y en el fondo, la supuesta movilización del SNTE es un ardid demagógico de doble filo. ¿Por qué? Porque le arrebata las bandera de la movilización y la dizque privatización a AMLO, a la CNTE y a los radicales y, nos guste o no, con esa estrategia legitima la reforma.

Los beneficios

¿Y qué cambios concretos habrá con la reforma?. Uno, que el ingreso, promoción y permanencia en el puesto de maestro se regirá por el criterio del conocimiento, lo que romperá el control mafioso de las plazas. Y dos, se crea el Instituto de Evaluación Educativa, que examinará y sancionará a los maestros. Y un aspecto poco destacado. Que la capacitación de maestros la harán universidades públicas y privadas.

Leído en http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?id_seccion=104

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