¿Te gusta este PAN?, le pregunté ayer a Diego Fernández de Cevallos para tratar de comprender la temporada desarreglada que atraviesa el partido.
Pareciera de repente una farsa sin más finalidad que la de hacer reír. Por ejemplo, la dirigencia del PAN se embarca en un proceso de depuración del padrón de militantes y adherentes. El resultado es una merma de espanto, se pasa de 1.8 millones de panistas a poco menos de 380 mil.
“No, de ninguna manera me gusta”, afirmó el Jefe Diego, candidato a la Presidencia de la República en 1994 y quizá el más emblemático de los legisladores en la historia del blanquiazul. “Estoy totalmente en contra de la mayoría de las decisiones que se están tomando en mi partido. Pero los pormenores de mi inconformidad prefiero decirlos adentro, porque se trata de que se arreglen las cosas, no de que se compliquen”.
Y como si quisiera sumarle una pizca de humor a la trama, Diego explicó por qué no acudió al llamado para reafiliarse. “Por dos razones. La primera, porque en mi edad y circunstancia, bajo ninguna razón voy a aceptar que para seguir siendo panista, me tenga que reafiliar. Es como si la iglesia católica me dijera que para seguir siendo católico, me tengo que volver a bautizar; pues no me bautizo y sigo siendo católico. Y segunda, me acabo de enterar que los que tenemos más de 30 años militando en Acción Nacional no necesitamos reafiliarnos. Así que se cuadran bien las cosas”.
¿Sigues panista, entonces?, concluyo. “Por supuesto”, concluye él. “Yo voy a seguir siendo panista, con o sin autorización de mi partido”.
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