jueves, 3 de enero de 2013

Ciro Gómez Leyva - Que no se haga muchas ilusiones el Presidente


Solo desde el pensamiento mágico se podía aspirar a una reducción significativa de ejecuciones en el primer mes del gobierno del presidente Peña Nieto. Diciembre fue tan sangriento como cualquier mes de la “guerra de Calderón”. Y más que octubre y noviembre.
De acuerdo con Milenio, se registraron 982 ejecuciones. El promedio diario (32) fue superior al del sexenio (27). En 19 entidades hubo al menos 25 ejecuciones.
La mayor diferencia en el arranque sería, pues, el desuso de sustantivos que horripilan. El régimen peñista no emplea los términos guerra, operaciones conjuntas, etcétera. Es como si aplicara el modelo brasileño: la violencia sigue estando ahí, pero deja de ser noticia. Si la estrategia de comunicación es exitosa, en vez de pasarse la vida contando muertos, pueden venderse inversiones, proyectos turísticos, ganarse sedes olímpicas.




Quizá llegue a funcionar, pero por lo pronto, en Chihuahua, Coahuila, Sinaloa, Zacatecas, Estado de México, Durango, Nuevo León, los cadáveres siguen apilándose. 
Y dado que los criminales mexicanos del siglo XXI no se autodestruirán, no parece haber más opción que tratar de controlarlos. Con o sin propaganda bélica, la guerra, lucha, matazón o como se la quiera llamar, continuará. Con el Ejército, la Marina y la policía y gendarmería federal.
El comandante Joaquín Villalobos, el tan criticado asesor de Felipe Calderón, repetía que, por su momento y circunstancia, por la capacidad y fiereza del enemigo, México tendrá que aceptar una larga etapa de violencia residual. Tipo la de diciembre.
Que no se haga muchas ilusiones el presidente Peña Nieto.

Sir Felipe, por heredarnos otro concepto, "violencia residual"

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