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RECOMENDACIONES Y COLUMNAS DE OPINIÓN
domingo, 17 de febrero de 2013
Raymundo RivaPalacio - Los enemigos de la maestra
PRIMER TIEMPO: Quién diría que la maestra resultó escatológica. Buscadora siempre —cuando menos en los últimos tiempos— de entrevistas cómodas, la maestra Elba Esther Gordillo se topó esta semana con Adela Micha, quien la metió a un diálogo inquisitorio pero, a la vez, revelador. Paradójico que el espacio aceptado por la maestra haya sido Televisa, a la que acusa de querer imponer el modelo educativo que elimina la educación pública, y en donde se encuentran las raíces de Mexicanos Primero, la ONG su enemigo número uno, patrocinadora del filme De panzazo. Pero la vencen su vanidad y soberbia, que en ocasiones se le encima a su mente fría como los asiáticos. Ése ha sido su problema.
Micha la provocó y ella cayó.
Como cuando se mostró escatológica al referirse a la forma como tomó la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, en 1989. “Entré por el excusado”, dijo sobre cómo llegó a Los Pinos para asumir las tareas que le arrancaron a su creador y tutor, Carlos Jongitud. Por qué no escogió decir “la puerta de atrás”, que es realmente por donde entró a Los Pinos a ver al entonces presidente Carlos Salinas, será un misterio. Aquella noche que llegó a la casa presidencial, fue de la mano de quien era subsecretario de Gobernación, Manlio Fabio Beltrones, luego de que el secretario Fernando Gutiérrez Barrios, y el jefe del Departamento del Distrito Federal, Manuel Camacho, habían negociado quién remplazaría a Jongitud. Pragmatismo puro para una política de 360 grados que ayudó al verdugo para el relevo de una dirigente que sirvió a proyectos estratégicos coyunturales. Esa parte de la historia no emergió en la entrevista, cuya edición la dejó mal parada ante la opinión pública pero que, cuando menos, cumplió con el mensaje hacia el interior del sindicato donde todo indica que fue bien recibida. Quizás es en ese contexto en el cual se inscribe la forma como se ve ante la historia. Si bien entró por el excusado, como ella misma se denigra, salió, visto a través de sus ojos, “por la puerta grande”...
SEGUNDO TIEMPO: Los enemigos de carne y hueso. Ya lo decía hace unos días, cuando tiraba miel sobre su “amigo” el presidente Enrique Peña Nieto. En Los Pinos no está quien le quiere hacer daño, quien la quiere destruir, quienes son realmente los enemigos de los cuales no se va a olvidar nunca; están en otro lado. ¿Serán acaso los “ingratos”, como describió y calificó que le puso a quien la metió a Los Pinos por la puerta de atrás, Manlio Fabio Beltrones, Roberto Madrazo y Emilio Chuayffet. Los tres son parte del pasaje más amargo de su carrera política, cuando la defenestraron como líder de la bancada priista hace 10 años y pavimentaron su salida del partido. Madrazo era líder nacional del PRI y ella, además de diputada, era secretaria general. Se venía calentando la sucesión presidencial y Madrazo buscaba la candidatura. Por estatuto, ella no podía ser legisladora y a la vez secretaria general del partido, por lo que decidió mantenerse en el cargo burocrático. Así se lo recomendaron los más cercanos, en el cálculo que cuando Madrazo se hiciera candidato y fuera por la Presidencia, ella ascendería al liderazgo nacional, que había acariciado desde ocho años antes, por la regla de prelación. Hoy, como lo dijo en la entrevista con Adela Micha, haber sido secretaria general fue el más grande error de su vida. Ni explicó por qué, ni le preguntaron sus razones, pero una de ellas es que le falló la estrategia y se metió en medio de la lucha de poder dentro del PRI, donde volaban lanzas entre Beltrones y Chuayffet, enemistados desde el gobierno de Ernesto Zedillo —diferencia que se mantiene hoy en día—, y de Beltrones y Madrazo con el ex presidente Carlos Salinas, quien se había aliado coyunturalmente con la maestra para apoyar al presidente Vicente Fox a sacar el aumento al IVA en el Congreso, a cambio de la libertad de su hermano Raúl, a quien le habían inventado en los 90 acusaciones de asesinato, con testigos pagados para mentir por la Procuraduría del panista Antonio Lozano Gracia. La maestra no se dio cuenta de dónde pisaba y todavía hoy lame esas heridas que nunca sanaron.
TERCER TIEMPO: Cuando lo que no comió le hizo daño. La breve historia de sus amarguras, frustraciones y desencuentros es como se podría enmarcar la entrevista que Elba Esther Gordillo concedió a Adela Micha. Después de mucho tiempo de hacer un trabajo de arqueología para alcanzar a ver a sus enemigos, en esta ocasión la maestra facilitó el trabajo. Uno de ellos, que siempre estuvo en las penumbras, es José Murat, coordinador del Consejo Rector del Pacto por México, a quien la maestra acusó de ser el financiero de la Coordinadora, la disidencia del sindicato magisterial y que se opone por definición a la reforma educativa del presidente Enrique Peña Nieto. La acusación encierra viejos agravios, como cuando como gobernador de Oaxaca pagaba a maestros del estado a que pintaran grafiti en las paredes del departamento de la maestra en Polanco. Murat, que en efecto se ufana de tener controlados a los maestros de la Coordinadora, es la parte pueril de sus enemigos. El revivido político tiene el oficio, pero no la sofisticación de los Manlios, a quien la maestra ve como las manos detrás del espionaje que sufrió cuando se metió en la sucesión presidencial. Pero Murat no es inferior en sus odios. No lo quiere. Lo aborrece más de lo que dice en público. Pero con él se cierra un círculo, que es el que rodea a su “amigo” el Presidente hoy en día: el oaxaqueño como arquitecto del Pacto —que le vendió durante la campaña—; Emilio Chuayffet, quien está en el campo de batalla contra la maestra, y Manlio Fabio Beltrones, quien en San Lázaro le ayuda a Peña Nieto en la gobernabilidad. Para ese amigo, uno puede pensar, quién necesita enemigos.
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