lunes, 25 de marzo de 2013

Telecomunicaciones: candado roto

Alán Arias Marín



2013-03-24 •

La aprobación de la reforma en telecomunicaciones en la Cámara de Diputados, la dilución de las tendencias para modificar lo negociado en el Pacto por México, la intrascendencia de las presiones y agitaciones de última hora, dejan ver que la primera gran aduana de la reforma y del emplazamiento político que la soporta —el Pacto por México— ha sido superada. Roto el candado. Camino abierto.

El marco legal ha cambiado. La lógica prevaleciente, que domina y subsume cualquier otra consideración, es la del mercado. El criterio performativo es la competencia. El movimiento pendular de la anquilosada industria de las telecomunicaciones oscila de la concentración en pocos capitales nacionales a la competencia global. América Móvil gana los derechos de transmisión de los Juegos Olímpicos y establece alianzas con Fox Sports; Televisa pagará los derechos; para competir con Slim habrá de aliarse con la gigante española Telefónica. Hay un bajo-cuerda internacional que determina el sentido y los criterios de la reforma.
Las empresas dominantes se acomodan perentoriamente y sin chistar a las reglas de la competencia global. Con el provincianismo habitual, la opinión pública —ilustrada o iletrada— presupone, pondera y sobreestima la voluntad política presidencial, las virtudes súbitas de la clase política profesional, la eficacia del Pacto por México; todos ellos elementos efectivamente conjugados bajo el imperio de las condiciones de la (post)globalización. Los capitanes de la industria establecen sus cálculos de costo-beneficio, ponderan lo mucho que han ganado con sus posiciones dominantes, cuasi-monopólicas, pero saben que los tiempos de esos privilegios locales han tocado a su fin; el afán de ganancia tiene que transformarse y ser pautado de acuerdo a las tasas internacionales establecidas por la competencia global.
Por ello, cuestiones de talante cualitativo, sociales, culturales y/o artísticas son expulsadas de la pulsión transformadora de las reformas. Los derechos y pretensiones de los indígenas, sus comunidades y organizaciones, quedan excluidos del circuito de competencia, su desigualdad los condena. Las referencias a los contenidos de calidad son ignorados. Los derechos de la audiencia obviados. El derecho a la información veraz suprimido.
Los privilegios derivados del atraso empresarial y del control protegido de los mercados se ven quebrantados por la competencia global. Asistiremos a la incorporación inapelable de los capitales internacionales y sus reglas al mercado nacional como contraprestación a inversiones y alaggiornamiento técnico. Bajo el imperio de la convergencia tecnológica de las telecomunicaciones, las empresas dominantes en el mercado local —Telmex, Televisa— en las ramas más arcaicas de las telecomunicaciones avanzarán a pasos forzados de la telefonía fija a la móvil satelital y de la tv abierta (publicitaria) hacia la tv restringida (de paga) y satelital.
Hay una revolución (en México todavía en ciernes) en el consumo de información y entretenimiento en plataformas múltiples y en una diversidad creciente de dispositivos (combinaciones de fuentes de información y contenidos tradicionales y nuevos). El futuro nos alcanza. Transmisión 4G, a gran velocidad (no el desesperante tortuguismo nacional), de datos a dispositivos móviles. Los dominantes sabidos —Telmex y Televisa— habrán de aliarse y/o competir con capitales secundarios, en su gran momento de oportunidad. Vargas (MVS, Dish), Ealy Ortiz (El Universal), Olegario Vázquez Raña, Luis Macisse, Manuel Arroyo, Grupo MILENIO, conforman ese subconjunto nacional llamado a jugar un papel significativo en la transformación de las telecomunicaciones en México.
Si bien la cuestión del revolucionamiento de las telecomunicaciones, su salto del atraso al nuevo mundo tecnológico y a la competencia capitalista global, no es ni exclusiva ni preponderantemente política, el tránsito mexicano había sido desesperantemente retrasado por la disfuncionalidad del sistema político. Sin haber realizado una reforma política seria y de envergadura, la mediación política ha echado a andar, detonada por la coyuntura simbólica de la nueva alternancia, el regreso del PRI, bajo un liderazgo pragmático que apuesta a una (otra) oleada modernizadora, luego del pasmo político de los 12 años de gobierno del PAN.
El Pacto por México reedita un bloque dominante ampliado PRI-PAN-PRD, si bien frágil por el divisionismo panista y la fuerza centrífuga de Morena respecto del PRD (PRI-PAN en el salinismo). El Pacto ha sido capaz de concertar transformaciones estratégicas, hasta ahora educación y telecomunicaciones, en un espacio extra-parlamentario, cerrando la posibilidad de transformar vía deliberación pública representativa en el Congreso, lo pactado por las elites partidistas. Candado abierto ¿cuánto tiempo?

http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9175867

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