“¿Para qué la cultura?”, se pregunta Sabina Berman en un texto divertido y provocador que Enrique Peña Nieto debería leer, si decide hacerlo alguna vez. Sabina escribe un capítulo en el libro coordinado por Rafael Rodríguez Castañeda llamado “La agenda pendiente: Los desafíos de Peña Nieto”. Y vale la pena que tanto él como nosotros reflexionemos sobre qué hacer con la cultura en un país que entró a la democracia por la derecha. Que acabó encabezado por un grupo de políticos que no habían leído a los clásicos del siglo XIX ni a los contemporáneos del siglo XX. Gente que desconocía la simple definición de la palabra “cultura” y si pensaba en ella era con el objetivo de darles a los artistas una beca y ya.
Así lo vive Sabina Berman. Así lo presencia. Así lo atestigua. Durante la elección presidencial del 2000 cuando la dramaturga busca el proyecto cultural del PAN en internet y se topa con algo breve y bobo. En un intento por influenciarlo, Sabina se reúne con la encargada de cultura de Vicente Fox -Sari Bermúdez- y le habla de la importancia de retomar el proyecto de José Vasconcelos. Para hacerle llegar toda la cultura a los mexicanos. Para educar a través del arte y la literatura. Para hacer patria con la palabra. Sari Bermúdez escucha atenta y de pronto la interrumpe para decirle: “Espérate, no sigas. Escucha, podemos cenar los cuatro esta noche con el candidato?”. “Con Vicente Fox?”, preguntó Sabina. “Yo traigo a la cena a Vicente y tú trae a José Vasconcelos”, sugiere Sari. Sabina se queda perpleja y dice: “Es que no sé cómo decírtelo. José Vasconcelos está muerto”. “Ay, pobrecito”, responde Sari. Y así.
Esa anécdota se convertirá en botón de muestra de la actitud foxista hacia la cultura a lo largo del sexenio.
Después de auscultar una lista de nombres famosos para dirigir el Conaculta, Sari se viene a encontrar a sí misma en un espejo y se elige como la persona idónea. Dado que los capos de la cultura que se habían adueñado de ella desde la fundación del PRI no exigieron ninguna revolución cultural no la hubo, cobraron sus cheques y siguieron sus labores sin la menor modificación, con la excepción del Fondo de Cultura Económica que recuperó su liderazgo como la editorial más prestigiosa del idioma español. Lo único que verdaderamente ocurrió en el ámbito de la cultura durante el foxismo fue la creación de una fábrica incesante de chistes con Sari Bermúdez como protagonista. Y en el centro de ella: la megabiblioteca José Vasconcelos. Un ataúd enorme de cristal en el que apenas hay libros, decorado con el cadáver de una ballena.
Sabina, frustrada, escribe junto con Lucina Jiménez, una obra seminal para entender el tamaño del reto que Sari Bermúdez y Vicente Fox decidieron ignorar: el Estado debe ser facilitador de un proceso que multiplique los focos y las formas de generar y distribuir cultura, para que una cultura diversa llegue a todos los habitantes. Su propuesta busca romper con el sometimiento al antiguo proyecto priista, que ni siquiera los priistas comprendieron o terminaron del todo. La creación del Conaculta buscaba apuntalar una clientela cultural provechosa para el Estado y agradecida por la clase intelectual. Bajo Rafael Tovar y de Teresa, el Conaculta multiplicó las becas tal y como Cristo había multiplicado los panes. Pero mientras las becas crecían geométricamente, el público crecía sólo aritméticamente. Mucho arte para muy pocos. Muchos creadores apretujados en un embudo compartido.
Proyecto que Consuelo Sáizar intenta reinventar: aumentar y eficientar el presupuesto del Conaculta. Crear nuevos espacios públicos. Colocar a México como la plataforma de la cultura en el siglo XXI. Aprovechar las nuevas tecnologías. Y de allí logros como la Ciudadela, la Cineteca, la librería Elena Garro, y el Congreso “La experiencia intelectual de las mujeres en el siglo XXI”. Después de tres años de febril intensidad vuelve Rafael Tovar y de Teresa a sentarse en la misma silla que ocupó. Acompañado de preguntas: ¿presidir el Conaculta como si el tiempo no hubiera pasado por él? ¿Regresar al elitismo y las prácticas cortesanas del pasado? ¿Mejorar la imagen de México en el mundo o tan sólo apuntalar la del priismo? Apropiarse de la cultura para ayudar a los cuates o ensanchar sus horizontes para lograr lo que hubiera querido el ya fallecido Vasconcelos: hacer llegar la cultura a muchos. Siempre.
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