viernes, 24 de mayo de 2013

Campa vs alcalde de Zapopan - Salvador Camarena

Hace dos meses acompañé al subsecretario de Prevención, Roberto Campa, a una gira por el norte del país. En el Torreón de marzo de 2013 se respiraba el mismo aire tenso de la Ciudad Juárez de 2010.

Soldados en trincheras de sacos de arena y metralletas listas, caravanas de patrullas, policías federales por doquier. Campa llegó armado con mapas de zonas donde la marginalidad y la sangre son calca perfecta. Se reunió con el gobernador de Coahuila y con autoridades de ese estado y de Durango. Les entregó la lista de las colonias candidatas a ser intervenidas con el Programa Nacional de Prevención Social de la Violencia.




De ahí se fue a Tijuana, ahí y en La Paz se repitió la firma del convenio de colaboración para prevenir la violencia. El plan de Campa suena simple, pero no lo es. Detectaron 57 enclaves donde hay colonias de terribles indicadores sociales y delictivos. Los alcaldes ya recibieron la información, ya la enriquecieron (hubo modificaciones en 40% de las demarcaciones) y en las últimas semanas funcionarios municipales recibieron la capacitación para operar proyectos de una bolsa que en total será de 2,500 millones de pesos. En el avión de la Policía Federal, el subsecretario Campa se emocionaba con cada idea del plan, con proyectos de orquestas y lentes para niños, convencido de explorar todo tipo de iniciativa de los gobiernos locales para hacerle mucho más difícil al narco el integrar a sus filas a los jóvenes. En otras palabras, le pregunté, ¿eres el secretario de la juventud de este gobierno? Priista puro, Campa guardó las formas y siguió dando datos de un plan que, al menos en el papel, suena bien. Pero este gran esfuerzo de Campa y su equipo tiene varias amenazas. La principal, que los programas sean administrados por manos aviesas. Por ejemplo: ayer en su cuenta de Twitter un alcalde informaba que de este programa a su municipio le tocaban $40.9 millones. Ese ayuntamiento, me dijo ayer alguien que ha competido electoralmente ahí, es considerado “el de más alto crecimiento en pandillas en la zona metropolitana”.

Ese municipio es Zapopan, Jalisco, lugar además de frecuentes asesinatos del tipo del crimen organizado. Así que suena bien que Gobernación dé recursos a ese ayuntamiento. Salvo un detalle. El presidente municipal, ese que presumía en su Twitter los 40.9 millones, es Héctor Robles Peiro, priista, quien está convencido de que lo que hay que hacer con los jóvenes es agarrarlos a macanazos. Por si se perdieron su declaración de la semana pasada, aquí va: “en los operativos antipandillas, todas las noches agarramos a macanazos a más de 70 jóvenes. Y esos más de 70 jóvenes, a lo mejor dos o tres tienen órdenes de aprehensión, a lo mejor uno, dos o diez tienen droga en su poder y son consignados. Pero los otros 60 son soltados, porque son faltas administrativas, y van a seguir generando problemas de vandalismo, y van a seguir generando problemas de drogadicción, y van a seguir generando problemas de inseguridad”.

Por esa declaración, la doctora Rossana Reguillo, experta en jóvenes y jalisciense ilustre, ha pedido la renuncia de Robles Peiro. Estoy de acuerdo con ella. Lo que escuché del programa de Campa me convenció. Robles Peiro no puede manejar esos recursos dedicados para la juventud. Como dice Reguillo: “La pedagogía de la macana solamente contribuye a expandir la fuerza de los oscuros. A macanazos el tejido social no se repone”. ¿Cuántos “Robles” como este amenazan el programa de Campa?

Fuente: La Razón 24 mayo 2013

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