De carácter duro.
Semblante recio.
Así luce Emma Catalina Encinas Aguayo, la señorita de los cielos.
Encinas Aguayo nació en el poblado de Mineral de Dolores, Municipio de Madera, el 24 de octubre de 1909, y siendo niña fue enviada a estudiar a un colegio de monjas en Los ángeles, California (EUA).
Su primera experiencia con la aviación fue durante las famosas carreras aéreas denominadas “All Women Air Race” en Santa Mónica, Estados Unidos.
El avión con el que tuvo su primer contacto fue un biplano Spartam, de dos plazas, con cabinas descubiertas junto con el piloto Fernando Hernández.
Cuando ella le dio a conocer a su padre su intención de ser mujer aviadora le dijo sin empacho que estaba loca.
La hora de vuelo costaba 50 pesos, un precio muy elevado para aquella época y el curso completo la hizo a Catalina despojarse de todos sus ahorros, que se sumaron al apoyo económico de su mamá.
Compartía las clases con siete alumnos, entre los que se encontraba Leo López Talamantes, quien luego fue conocido como el “águila de Chihuahua”.
Cuando Emma Catalina estaba lista para pilotear sola un avión, la institución educativa se trasladó a la ciudad de Monterrey, Nuevo León, y coincidió en que ella tuvo que viajar junto con su familia al Distrito Federal para cambiar de residencia.
En el DF había una escuela y aunque los instructores tenían ciertos prejuicios con las mujeres interesadas, la chihuahuense se aventuró a entrar, pero no le soltaban un avión, entonces decidió salirse.
Su último intento fue exitoso, Catalina se apersonó con el coronel Roberto Fierro que se encontraba en la colonia Balbuena en el DF, al frente del 1er. Regimiento Aéreo, éste la recomendó con el jefe de Aeronáutica Militar, general Leobardo C. Ruiz, quien le autorizó recibir instrucción de vuelo en el Campo Militar.
Fue hasta el 20 de noviembre de 1932 cuando voló por vez primera, y cuando llegó al campo se corrió la voz de que una mujer iba a volar sola, por lo que se congregaron muchas personas.
Fue la primera mujer mexicana en recibir la licencia de Piloto Aviador otorgada por el Departamento de Aeronáutica Civil de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas el día 4 de diciembre de 1932, para lograr esto, su primer vuelo -sola- fue el día 20 de noviembre de ese mismo año.
“Ese día, una menuda y frágil joven mostró su fuerte carácter para lograr alcanzar un sueño y apoyada por el entonces Coronel Roberto Fierro, quién se encontraba al frente del Primer Regimiento Aéreo en Balbuena, escribieron una pagina en la Historia de la Aviación Mexicana.
Histórica fotografía en la que aparece Emma Catalina Encinas, con el entonces Coronel Roberto Fierro, junto al avión biplano Spartan donde realizó su primer vuelo el 20 de noviembre de 1932.
“Normalmente se volaba a las siete de la mañana pero el día 20 de noviembre de 1932 la aviación participaba en el desfile conmemorativo de la Revolución Mexicana, por lo que la citaron en el campo a las 9. Todo estaba previsto para que el instructor la ‘soltara’ esa mañana, sin embargo por tratarse de una mujer, muy pronto se corrió por todo el campo la noticia de que volaría sola; por lo que se congregó mucha gente para presenciar el vuelo. Emma se puso muy nerviosa pero convino en que esa mañana haría su primer vuelo ‘sola’.
“Vestida con pantalón y botas altas tipo militar, una chamarra de cuero rojo, ‘goggles’, una bufanda blanca con el escudo de aviación bordado, como se presentaba diario en el campo, estaba lista para realizar lo que seria un vuelo memorable. A media mañana el Coronel Roberto Fierro insistió a Emma a subir al avión Spartan que ya estaba listo: El militar le dijo: ‘Emmita, ahora me vas a volar tú a mí’, y se subió en el lugar del instructor. Le dio las señales para iniciar el vuelo; posteriormente volar recto y nivelado y más tarde hacer varios ochos; después hacer varios aterrizajes, primero contra el viento, luego con viento en cola y finalmente con viento cruzado. Emma no sintió mayor diferencia que en otros vuelos pues le tranquilizaba ver una cabeza en la cabina delantera pero al hacer el tercer aterrizaje, Fierro la mandó rodar hasta el hangar, se bajó y con toda naturalidad le dijo que ahora lo haría sola. El instructor le guiñó el ojo dándole ánimos.
“Emma Catalina Encinas Aguayo despegó, tomó altura y niveló. Entonces cobró conciencia de que estaba sola pues no había cabeza delante de ella. Esto la puso nerviosa y en aquel momento crucial sólo pasó por su mente un comercial cantado, muy popular, que se oía frecuentemente en la radio. Al hacer un viraje vio abajo los hangares y a gran cantidad de gente. Poco a poco se tranquilizó e inició los procedimientos para aterrizar. Después de tres toques y despegues condujo el avión hasta el hangar y una vez que detuvo el avión fue materialmente bajada de la cabina y un numeroso grupo de entusiastas la llevaron en hombros; de ahí partieron rumbo al Zócalo.”
Emma se casó e ingresó a American Airlines como jefa de relaciones públicas y falleció el 15 de noviembre de 1990 en México, D.F.
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