El hombre es el animal màs depredador y màs destructor que existe sobre la tierra. Comienza por destruirse a si mismo. Esta nefasta operaciòn, al parecer la hacen/o hacemos con verdadera fruicciòn: alcohol, drogas, tabaco, copiosas comilonas, precipitaciòn, stress, y de pleitos y guerras con armamentos descomunales de todo tipo, ni digamos.
Sigue destruyendo a los demàs, que son sus hermanos, por lo mismo de que sus propios hermanos lo quieres destruir a èl. Para la destrucciòn de sus hermanos hace uso de los màs sofisticados instrumentos entre los que entre los que es favorita por antonomasia la lengua la que "manipula" con verdadera maestrìa y sigilo para perjudicar.
Destruye tambièn su hàbitat con verdadera saña, como si odiara la bellìsima morada en que vive, y las irracionales criaturas que le acompañan y viven con èl.
Acaba inmisericordemente con las plantas que son su abrigo, son su alimento y medicina, sin el menor agradecimiento, sin la màs mìnima consideraciòn. Destruye y aniquila la esencia ùltima de la materia. Bombardea al àtomo, en su nucleo, desatando fuerzas terribles, en cadena, y destructoras como nunca antes ningùn mortal soñò que se verìa.
Y asì pudièramos hacer una relaciòn de cuanta cosa destruye y/o intenta destruir el hombre en su paso por la tierra y cada generaciòn, como, si fuese la ùltima que fuera a existir con màs saña y encono.
Tanto es su afan destructor que intenta por igual el hombre destruir su pasado. Su pasado y el pasado històrico, que es aùn màs ambicioso, de la humanidad toda, como quien se avergüenza de sus antecedentes familiares.
Sin embargo todo tiene que volver. Seràn otros los protagonistas, otra la tramoya y el escenario, pero volveran a repetirse las andanzas de los viejos tiempos y serà inùtil destruirlos porque el pasado es indestructible acerado, graniteo.
La humanidad repetirà guerras por màs que juren sus lìderes de pacotilla que no habrà otra igual y se rubriquen con mil aspavientos tratados de paz, convenios de no agresiòn y otras minucias de esas por el estilo.
Los odios siempre retornaràn, como avispas, en los corazones.
Con los odios regresaran las acechanzas. Con las acechanzas la alevosìa, y el crimen, y la destrucciòn. El pasado no podrà ser borrado, el paso es indestructible.
Se forman los imperios y con los siglos sucumben. Se forman las grandes fortunas y con las generaciones se dilapidan. Y todo, para reempezar de nuevo, y sucumbir de nuevo.
El retorno parece ser el telòn de fondo de la historia. La irreversible predestinaciòn humana. Los nacimientos se suceden a las muertes y èstas, a su vez, a los nacimientos, en una continuidad de locos.
Las desgracias se suceden a los èxitos, y de los èxitos saltamos de nuevo al abismo de las desgracias. La risa es la obertura solapada del llanto y una vez llorado, reverdece la risa.
De la crisis, a la estabilidad. Del dolor, a la felicidad. Del quebranto, a la salud, para retomar al camino, volver a la posiciòn anterior, sin la màs mìnima esperanza, de que cualquiera que sea el nivel en que se estè, se va a permanecer ahì perpetuamente. Cada quien lo ve en su propia vida, y la historia lo contempla y nos lo muestra en sus mustios cronicones.
Tarde o temparano vuelven todas las cosas, y el hombre, el destructor por antonomasia, loco por destruir ese designio inevitable.
Las cosas tienen que volver, y el hombre, en cada generaciòn, vuelve por igual a planificar que no vuelvan, que se queden varadas en los estamentos de la vida, y la historia, florecientes y luminosos.
Es parte de nuestra perenne angustia en medio de las cosas. Es precisamente lo que hace que la vida sea lo que es, la vida. Es justamente a la vocaciòn a que hemos sido llamados, sin tener en cuenta nuestra opiniòn.
Podemos definir la vida como un cìrculo vicioso, de repeticiones interminables. El gran Borges decìa: -"El pasado es indestructible; tarde o temprano vuelven todas las cosas, y una de las cosas que vuelven es el proyecto de abolir el pasado".
http://lacomunidad.elpais.com/http-filosofando-elpais-com/2009/10/2/el-pasado-es-invensible-
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