Esopo Siglo IV a.C |
Los visitantes, ebrios de felicidad y de comida, no advirtieron la presencia de Micifuz, una gata, como se dice, muy gata, que al percatarse de la presencia de nuevos huéspedes los fue engullendo uno por uno.
Los pocos ratones que se salvaron, temiendo a una gata tan carnicera, se ocultaron en sus escondites, privando a su enemigo de caza tan deseada. Micifuz, sin darse por vencida, ideó a su manera la forma de atraparlos.
Subió a un madero elevado y, colgándose de él, se hizo la muerta; entonces uno de los ratones al verla en una postura tan ridícula, le dijo:
-- ¡Oiga, amiga y señora nuestra, aunque fuese usted un saco no me acercaría!
QUIEN HA SUFRIDO UN REVÉS NO LO SUFRA POR SEGUNDA VEZ.
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