lunes, 20 de mayo de 2013

Mauricio Toledo, el Baby Huey- Roberto Zamarripa

En 1997, cuando la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas por la Jefatura de Gobierno capitalina, brigadas de estudiantes universitarios desplegaron la actividad proselitista a favor del PRD.

A los jefes de esas brigadas les otorgaron recursos monetarios para que pagaran a los muchachos su "voluntaria y entusiasta" participación en la campaña electoral.

Cuauhtémoc Cárdenas obtuvo el triunfo y desde entonces -hace 16 años- que el PRD no pierde la Jefatura de Gobierno. La entonces coordinadora de las brigadas, Rosario Robles, tuvo un encuentro con los jóvenes en el auditorio de la sede del PRD, en la calle de Monterrey número 50, colonia Roma, para felicitarlos por el arduo trabajo y recordarles que había sido bien remunerado.

Varios de los jóvenes arquearon cejas e hicieron muecas. Alguno de ellos se atrevió a decirle a Rosario que no habían recibido el dinero prometido. Extrañados, reclamaron sus pagos a uno de los responsables de brigadas, de nombre Mauricio Toledo, a quien, llanamente, acusaron de "jinetearse" sus quincenas. Eran los inicios del ahora delegado en Coyoacán. Vivillo desde chiquillo.



Toledo fue un activista en el CCH sur en su adolescencia. Su época de estudiante coincidió con la efervescencia estudiantil en los CCH's pero su personalidad no siempre le ayudaba para ser designado líder o bien orador en algún mitin. Alto, robusto, ciertamente obeso, poco diestro con sus movimientos corporales, tímido, entre muchachos desparpajados Mauricio recibió el mote de Huey (Jiui, le gritaban) pues lo comparaban con un pajarraco alto, un pato gigantesco -Baby Huey- personaje de una vieja caricatura de los años cincuenta transmitida por la televisión, y que hacia de las suyas con sus torpezas.

Cuentan algunos de sus colegas de generación preparatoriana que Mauricio hacia todo lo posible por ser aceptado entre la élite del movimiento estudiantil. Cuando sus amigos acudían a comer a su casa, los padres de Mauricio mostraban un abultado álbum de fotografías para convencerlos de que era un buen muchacho y que no merecía las burlas que recibía. Y si Mauricio no era designado orador en los mítines, su papá acudía a las asambleas estudiantiles para pedir encarecidamente que le permitieran a su hijo ser orador estelar. A los preparatorianos les irritaba que el papá de un estudiante se entrometiera en las asambleas, pero a la vez provocaba otras mofas para quien consideraban un "Pirrurris de izquierda".

Mauricio no controlaba sus impulsos. Enrojecía su rostro y gritaba su coraje. Los muchachos del grupo político entonces decidieron nombrarlo El Tomatito. Hoy en día, gracias a que Toledo progresó en la política, pudo colocar como asambleístas capitalinos a dos de sus allegados, Alejandro Robles y Diego Raúl Martínez. Ambos son apodados por los maldicientes como Los tomatitos cherry.

Hoy Mauricio Toledo, ya un adulto que rebasa los 30 años de edad, está en el centro de atención por las recurrentes denuncias en su contra por actos de corrupción como jefe delegacional en Coyoacán. Al llegar a ese cargo tomó casi como deporte la clausura de comercios y construcciones para reabrirlos semanas después previo arreglo con los dueños. Siempre las sospechas fueron que el garrote de los sellos de clausura servía para consumar la extorsión al empresario. Hasta que estallaron los escándalos públicos del edificio Céfiro y de una gasolinera en Culhuacán, que confirmaron la especie.

Uno de sus cómplices en estas triquiñuelas, Eduardo Ramírez, confesó que recibió dinero de un empresario para reabrir una gasolinería por años clausurada.

(Por cierto, Ramírez, quien además es operador político del PRD en Coyoacán, hace algunas semanas golpeó con saña a un capturista de datos del centro de afiliación perredista porque no podía arreglar un desperfecto de la computadora. El joven corrió a refugiarse a un baño en la diminuta oficina en la que estaba y hasta allá lo alcanzó Ramírez quien rompió y abrió la puerta a patadas y tundió al muchacho que se aferraba al lavabo para protegerse. Policías que llegaron al lugar declinaron intervenir, pues Ramírez les dijo que era un asunto del delegado Toledo. Ése es su talante).

Llama la atención el cobijo que Toledo y su grupo reciben de dos hombres de confianza de Miguel Ángel Mancera: Héctor Serrano, secretario de Gobierno, y del líder legislativo, Manuel Granados, quienes han impedido su comparecencia ante la ALDF para rendir cuentas por las denuncias de corrupción.

¿Cuál es la autoridad moral y política del PRD y el gobierno de Mancera para cuestionar la corrupción en otros gobiernos y partidos si protegen a Toledo? Mientras en el gobierno del priismo fulminan a #PapiProfeco, en el perredista de Mancera protegen a #BabyThief.

Toledo es el chico consentido, el timbre de orgullo del perredismo y del mancerismo. Más que un símil con un simpático pájaro de caricatura, en realidad es un pájaro de cuenta. Para el pesar de los coyoacanenses y los capitalinos.

Fuente: Reforma 20 mayo 2013

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