martes, 11 de junio de 2013

Con o sin Jesús- Roberta Garza



Vaya cosas las que pasan en Nuevo León. No solo sus alcaldes entregan a la menor provocación sus ciudades a Cristo —además del reciente performance de la alcaldesa de Monterrey, Rodolfo Ambriz, del municipio de Juárez, hizo lo mismo en enero de 2013 y César Garza, de Apodaca, en diciembre de 2012; descontando la irracionalidad implícita en toda creencia sobrenatural, uno se pregunta cómo es que los susodichos asumen tan orondos que entre sus ciudadanos no hay fieles de otras denominaciones—, sino que además sus maestros promueven la más descarada e impune ilegalidad: en Linares, Nuevo León, cuna de las deliciosas Glorias, un niño de primaria fue reprendido y llevado a la dirección cuando osó preguntarle a su maestra si estaba bien eso de que ella les pasara la prueba Enlace con todo y respuestas. Los padres del niño impertinente —uno de ellos, hay que decirlo, maestro de secundaria— fueron a quejarse ante la Secretaría de Educación estatal, donde es fecha que hacen como que la virgen les habla.



El caso no es único. Más maestros de secundaria regiomontanos fueron sorprendidos, mientras aplicaban la misma prueba, en una animadísima conversación vía Facebook, donde compartían las respuestas que luego alimentaban a los alumnos ávidos de aprender cómo ser corruptos, pero líderes y de vanguardia: sus mentores se servían de las tecnologías de la comunicación para eludir los molestos controles propios de la aplicación, como los padres de familia presentes en los salones: “Eit. Mantenganse conectados por si ayy dudas con enlace” y “Apoyarnos. Y que nos llege cheque. Les voy a pasar respuestas sordeadamente a los wercos”, entre la mejor prosa de los mensajes. Quizá merezcan el bono: con tal ejemplo de modernidad, trabajo en equipo e iniciativa, los alumnos seguro se graduarán convertidos en ratas de calidad y excelencia, y no en las ratas vandálicas y tercermundistas que hay en Chiapas y Oaxaca, que hay niveles.

Lo más increíble de todo esto es que no haya ahora mismo en las calles de la capital norteña padres de familia levantados como un todo en la defensa de la honestidad y del trabajo duro, valores emblemáticos del Monterrey de antaño: lo hicieron contra un libro de texto único que, decían, iba a adoctrinar a su niñez en el comunismo y el ateísmo. 51 años después los ediles locales confirman que allí siguen la superstición y el rechazo al pensamiento crítico, pero veo con tristeza que los tanates, antes también distintivos de la ciudad, se han ido para no volver.

Fuente Milenio 11 jun 13

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