Declaraciones ministeriales obtenidas por estos Archivos del poder —incluidas en la averiguación previa DGAVD/CAPE/T2/891/13-05— revelan un hecho asentado por, al menos, tres testigos de lo que ocurrió en el Heaven la mañana del 26 de mayo: sí hubo armas en el secuestro de los tepiteños.
Con base en los testimonios, dentro del Heaven sí hubo armamento para someter a quienes fueron levantados. La PGJDF tiene la obligación legal —con base en la figura de la prueba circunstancial— de considerarlas dentro de la investigación; prever también hacerlas públicas.
Y si en el video presentado por la Procuraduría capitalina la noche del viernes pasado no se observan armas sobre la calle Lancaster, ello no significa que adentro del Heaven no se hubieran mostrado pistolas o metralletas. Y más: quienes se observan en el video podrían ser halcones que vigilaron el secuestro, que no estaban armados ni mucho menos iban a mostrar, a ojos de todos, sus armas. Es elemental.
No se trata de hacer suposiciones, sino de comprobar hechos. Y por ello presentamos, textuales, las pruebas de que sí hubo armas dentro del antro Heaven, incluidas en la citada averiguación previa radicada en la Fiscalía Central de Investigación para la Atención del Delito de Secuestro de la PGJDF (por seguridad, omito la identidad de los declarantes):
“…Salgo del baño, veo cuando se suben corriendo dos chavas y dos meseros ,de los cuales las dos chavas se meten a los baños de las mujeres, y así como se suben las escaleras, hay un perro como con luces y hay una puerta de cristal, la cual al abrirla se ven unas escaleras de caracol de metal que daba al segundo nivel y ese sacaba hacia la oficina de los dueños, y atrás de los meseros iban corriendo Toño y Zoé, al momento que volteo, cuando pasaban ellos, veo a un sujeto pelón, alto, de aproximadamente 1.80, complexión robusta, tez morena oscura, el cual traía un paliacate rojo que le cubría la mitad del rostro, cabello muy corto, el cual traía una gabardina color negro larga, el cual traía en sus manos un arma larga tipo metralleta, y me alcanzo a percatar que atrás de él venía otro sujeto al cual no me percaté cómo era y sí vi que traía al parecer una pistola y al ver esto lo que hice fue correr…”.
Declaración de otro testigo diferente al anterior:
“…Y al momento que va bajando, se percata que hay como siete personas armadas con rifles o metralletas, por lo que él no quiso salir y lo que hizo fue aventar la puerta y se echó a correr nuevamente hacia el interior del antro…”.
Otro testimonio incluido en la averiguación previa del caso de los 12 desaparecidos:
“…Le había dicho que se había puesto duro porque había llegado un operativo al antro, y que se habían llevado a mucha gente, asimismo le refirió que eran unas patrullas y que unos, al parecer, eran federales y que iban en las camionetas azules y en una Suburban de color verde, así como una camioneta gris, ignorando si fueran locales o federales, refiriendo que las personas que él vio armadas iban vestidas de civil con la cara descubierta, no traían pasamontaña y que incluso uno de los que vio era un sujeto sumamente moreno, de pelo corto, vestido de civil y con al parecer un chaleco blanco blindado…”.
Hasta aquí las declaraciones oficiales de los testigos, que coinciden en que sí hubo armas en el secuestro de los tepiteños.
¿Por qué la PGJDF no ha valorado estas declaraciones y no ha considerado hacerlas públicas? No se trata, tampoco, de descartar líneas de investigación sólo porque no conviene así a la autoridad.
La Procuraduría —bajo la figura de la Prueba Circunstancial que obliga a considerar testimonios, inspeccionales y pruebas periciales con el mismo valor y rigor— debe reconocer estas declaraciones hechas ante una autoridad y que, por tanto, forman parte de la investigación.
Se cumplen ya 16 días del secuestro de los tepiteños.
Lo que en esta columna se aporta es que de acuerdo con al menos tres testigos diferentes, sí hubo armas en el levantón. “…Hay como siete personas armadas con rifles o metralletas…”.
La PGJDF está obligada, en lo legal, a considerarlo y a reconocerlo. Seguiremos con el caso.
ARCHIVO CONFIDENCIAL.
BODY EXTREME. Los ejecutados en el gimnasio de Tepito la noche del jueves pasado: los hermanos Fernando y Diego Rocha Cid de León, así como Ariel Castañeda, encargado, y un cuarto, Joanan Yaret Ramírez Vázquez, eran inocentes. La novia de Fernando se puso nerviosa, vio a los sicarios y por eso los mataron. El ataque fue por drogas (nada que ver con el Heaven) y por quien realmente iban, se les escapó. Son los daños colaterales del crimen organizado en la capital.
Twitter: @_martinmoreno
Fuente: Excelsior
Con base en los testimonios, dentro del Heaven sí hubo armamento para someter a quienes fueron levantados. La PGJDF tiene la obligación legal —con base en la figura de la prueba circunstancial— de considerarlas dentro de la investigación; prever también hacerlas públicas.
Y si en el video presentado por la Procuraduría capitalina la noche del viernes pasado no se observan armas sobre la calle Lancaster, ello no significa que adentro del Heaven no se hubieran mostrado pistolas o metralletas. Y más: quienes se observan en el video podrían ser halcones que vigilaron el secuestro, que no estaban armados ni mucho menos iban a mostrar, a ojos de todos, sus armas. Es elemental.
No se trata de hacer suposiciones, sino de comprobar hechos. Y por ello presentamos, textuales, las pruebas de que sí hubo armas dentro del antro Heaven, incluidas en la citada averiguación previa radicada en la Fiscalía Central de Investigación para la Atención del Delito de Secuestro de la PGJDF (por seguridad, omito la identidad de los declarantes):
“…Salgo del baño, veo cuando se suben corriendo dos chavas y dos meseros ,de los cuales las dos chavas se meten a los baños de las mujeres, y así como se suben las escaleras, hay un perro como con luces y hay una puerta de cristal, la cual al abrirla se ven unas escaleras de caracol de metal que daba al segundo nivel y ese sacaba hacia la oficina de los dueños, y atrás de los meseros iban corriendo Toño y Zoé, al momento que volteo, cuando pasaban ellos, veo a un sujeto pelón, alto, de aproximadamente 1.80, complexión robusta, tez morena oscura, el cual traía un paliacate rojo que le cubría la mitad del rostro, cabello muy corto, el cual traía una gabardina color negro larga, el cual traía en sus manos un arma larga tipo metralleta, y me alcanzo a percatar que atrás de él venía otro sujeto al cual no me percaté cómo era y sí vi que traía al parecer una pistola y al ver esto lo que hice fue correr…”.
Declaración de otro testigo diferente al anterior:
“…Y al momento que va bajando, se percata que hay como siete personas armadas con rifles o metralletas, por lo que él no quiso salir y lo que hizo fue aventar la puerta y se echó a correr nuevamente hacia el interior del antro…”.
Otro testimonio incluido en la averiguación previa del caso de los 12 desaparecidos:
“…Le había dicho que se había puesto duro porque había llegado un operativo al antro, y que se habían llevado a mucha gente, asimismo le refirió que eran unas patrullas y que unos, al parecer, eran federales y que iban en las camionetas azules y en una Suburban de color verde, así como una camioneta gris, ignorando si fueran locales o federales, refiriendo que las personas que él vio armadas iban vestidas de civil con la cara descubierta, no traían pasamontaña y que incluso uno de los que vio era un sujeto sumamente moreno, de pelo corto, vestido de civil y con al parecer un chaleco blanco blindado…”.
Hasta aquí las declaraciones oficiales de los testigos, que coinciden en que sí hubo armas en el secuestro de los tepiteños.
¿Por qué la PGJDF no ha valorado estas declaraciones y no ha considerado hacerlas públicas? No se trata, tampoco, de descartar líneas de investigación sólo porque no conviene así a la autoridad.
La Procuraduría —bajo la figura de la Prueba Circunstancial que obliga a considerar testimonios, inspeccionales y pruebas periciales con el mismo valor y rigor— debe reconocer estas declaraciones hechas ante una autoridad y que, por tanto, forman parte de la investigación.
Se cumplen ya 16 días del secuestro de los tepiteños.
Lo que en esta columna se aporta es que de acuerdo con al menos tres testigos diferentes, sí hubo armas en el levantón. “…Hay como siete personas armadas con rifles o metralletas…”.
La PGJDF está obligada, en lo legal, a considerarlo y a reconocerlo. Seguiremos con el caso.
ARCHIVO CONFIDENCIAL.
BODY EXTREME. Los ejecutados en el gimnasio de Tepito la noche del jueves pasado: los hermanos Fernando y Diego Rocha Cid de León, así como Ariel Castañeda, encargado, y un cuarto, Joanan Yaret Ramírez Vázquez, eran inocentes. La novia de Fernando se puso nerviosa, vio a los sicarios y por eso los mataron. El ataque fue por drogas (nada que ver con el Heaven) y por quien realmente iban, se les escapó. Son los daños colaterales del crimen organizado en la capital.
Twitter: @_martinmoreno
Fuente: Excelsior
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.