miércoles, 19 de junio de 2013

El largo camino del PAN para librarse de FCH

Por: Redacción / Sinembargo - junio 18 de 2013 - 0:00 
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Durante todo este año, el Partido Acción Nacional (PAN) ha sido protagonista de una contienda interna inaudita; insólita porque, desde su fundación, los conflictos internos eran eso: problemas que se arreglaban en casa. Pero tras perder la Presidencia de la República, luego de 12 años, y descender hasta el tercer lugar en las preferencias electorales de los mexicanos, Acción Nacional no ha podido arrancar siquiera un proceso de reconstrucción que le devuelva la identidad perdida y lo ponga de nuevo en la ruta de ser una alternativa democrática en México.




 El sexenio de Felipe Calderón Hinojosa (1 de diciembre de 2006 al 30 de noviembre de 2012) dejó a esa organización sumida en una crisis. El fracaso del panista michoacano en la Presidencia de México diluyó el capital político del blanquiazul al punto de reducirlo a migajas. El actual conflicto entre el calderonista Ernesto Cordero Arroyo y el presidente nacional del PAN, Gustavo Madero Muñoz, que alcanza ya niveles de cisma, el partido no sólo se juega su rumbo ideológico sino su futuro. El férreo control que durante los seis años de su gobierno ejerció sobre el PAN el ex Presidente Calderón Hinojosa no será fácil de sacudirse. El michoacano, dicho por los propios panistas y ex panistas –que ahora son muchos– impuso una camisa de fuerza al partido, con un grupo de familiares y amigos que impuso su ley no sólo a nivel federal sino también en distintas regiones del país. Juan José Rodríguez Prats, quien es miembro del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), reconoció que Felipe Calderón recibió todo del PAN y a cambio lo trató con la punta del pie. El ex Presidente de México, considera, es uno de los grandes responsables de la crisis por la que atraviesa el PAN al trasladar prácticas priistas al partido, como imponer las dirigencias de Germán Martínez Cázares y César Nava Vázquez, e intentar hacer lo mismo con un candidato presidencial: el actual Senador Ernesto Cordero. Pero no sólo eso: su gobierno está en entredicho por decenas de acusaciones por corrupción y uso indebido de recursos públicos, además de la estela de muertos, desaparecidos, huérfanos y desplazados que su guerra contra el narco le heredó a los mexicanos en todos los rincones del país. Aun así, el grupo calderonista está lejos de ser derrotado y las acusaciones entre Madero Muñoz y Ernesto Cordero, como puntas de lanza, lo evidencian. Ayer, luego de que el CEN del PAN ordenó una auditoría a la gestión de Cordero como líder de la bancada de Acción Nacional en el Senado de la República, el partido decidió suspender los préstamos y operaciones particulares extraordinarias que realizaba el también ex Secretario de Hacienda, luego de que se denunciara que un cuñado del ex Presidente Felipe Calderón estaba entre los beneficiados. Con esto, las diferencias dentro del grupo parlamentario panista en el Senado se han afianzado. De un lado están los calderonistas que echan en cara a Madero el haberse vendido al Presidente Enrique Peña Nieto y al Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el marco del Pacto por México. Ese grupo, que aún incluye a familia y a amigos de Calderón no sólo en ambas cámaras del Congreso, sino también en gobiernos de diversos estados y hasta en posiciones claves del actual gabinete presidencial, insisten en que el panismo que dirige Gustavo Madero perdió toda su fuerza. Del otro lado están los que aseguran que el calderonismo representa el “PAN que nos hundió como gobierno y que ahora quiere hundirnos como bancada y como partido”. El hecho es que la herencia calderonista puede medirse con cifras luego de la elección de julio: la derrota provocó que el partido perdiera 80% de sus miembros en la más reciente reafiliación: de un millón 868 mil 567 militantes y adherentes que tenía, sólo 368 mil 253 ratificaron su participación. Por su parte, Felipe Calderón repartió culpas, fiel a su costumbre regañó a los panistas y, desde el extranjero, sigue arengando a sus huestes. El PAN vive la peor crisis de la historia y, con riesgo de perder aún más cartel, enfrentará entre dimes y diretes, y serias acusaciones internas, las elecciones del próximo 7 de julio. El camino del blanquiazul para librarse de Calderón Hinojosa y su grupo será largo, difícil y doloroso para la democracia mexicana, porque el PAN aún no toca fondo y lo peor, parece, está aún por venir.

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