miércoles, 26 de junio de 2013

Raymundo Riva Palacio - Gallinas azules

En 1955 se exhibió “Rebelde sin Causa”, una película clásica que habla de los problemas intrafamiliares y la delincuencia juvenil. Jim, interpretado por James Dean, reta a su compañero de escuela Buzz, a una carrera a toda velocidad hasta el precipicio. A punto de llegar Jim frena, mientras Buzz, desesperado, trata de saltar pero se atora en el auto y muere. Esta es la escena más dramática de la película, y ha sido utilizada como ejemplo de la no cooperación en la Teoría de Juegos, un concepto matemático donde los participantes logran resultados de acuerdo con sus opciones racionales o no, y de quienes se involucran. 

Este ejercicio se le conoce en esa teoría como “El Juego de la Gallina”, donde la gallina obtiene una puntuación superior frente a quien mantiene una posición intransigente e irracional. En cambio, si los participantes actúan como gallinas, la decisión significa colaboración, por lo que obtienen la calificación más alta al ser capaces de ceder y sobrevivir. Un ejemplo de la vida real fue la política de la detente en la Guerra Fría, donde las potencias construyeron misiles nucleares intercontinentales –armas de autodestrucción masiva asegurada–, con lo cual demostraron que se podía vivir en paz en un mundo amenazado permanentemente por la guerra nuclear. Ninguna potencia quería estar en inferioridad militar, pero sabían que sólo con la disuasión evitaban la catástrofe.


En el “Juego de la Gallina”, el máximo de puntuación es el imposible 3. Si uno de los participantes evita la colisión, recibe un punto al haber salvado su vida, si coopera con el adversario y ambos evitan la colisión, cada uno recibe 2 puntos. Si por el contrario, llegan al precipicio y caen en él, recibirán cero puntos. Por diseño, en este juego nadie tiene una estrategia dominante, y al ser fuerzas asimétricas las que se confrontan, lo mejor que pueden hacer para salir adelante de la mejor manera posible es la cooperación. Sobrevivir es el principal incentivo, por lo que un acto prudente, cobardía o repliegue, es la mejor decisión racional. 

Este juego es lo que mejor ayuda a entender la crisis en el PAN, donde el líder nacional Gustavo Madero y el senador Ernesto Cordero, siguieron una ruta de colisión una vez que el primero destituyó al segundo como coordinador de la bancada azul en el Senado. Madero removió a Cordero cuando tras anunciarse que el Pacto por México presentaría una reforma política, el senador presentó junto con el PRD, 30 puntos que integrarían una reforma alterna. Los detalles del porqué el dirigente del partido explotó en contra del senador no se saben todavía, pero en la Teoría de Juegos se puede ver como el brinkmanship, utilizado en la diplomacia como un acto de riesgo calculado a través de tácticas de miedo. Madero debió pensar que, al tener la atribución legal para removerlo, podría mantener la cohesión. Lo que soslayó, por escuchar la parte beligerante de su fuero interno y a sus asesores más radicales, es que quien utiliza el brinkmanship, puede toparse con que su rival la emplee también. Eso fue lo que sucedió. Cordero, que tenía el apoyo de 22 de los 38 senadores panistas, se rebeló.

Madero elevó los riesgos al colocar en la coordinación a su cercano Jorge Luis Preciado, para controlar las posiciones y el presupuesto, con lo cual mostró inflexibilidad y dureza. Pero al incorporar un tercer actor en el conflicto, con ausencia de consenso en la bancada panista en el Senado y sin personalidad, las cualidades se volvieron defecto por la falta de cálculo estratégico y quedó vulnerable frente a Cordero. En la racional de ir a toda velocidad hacia el precipicio, Madero se encontró con la inflexibilidad y dureza de Cordero. Inamovibles de sus posiciones, el conflicto escaló bajo otra premisa que se esa en el juego: demostrar quién es más fuerte, que es donde se encuentran ahora.

Ninguno de los dos quiere ceder y los dos aceleran más hacia el precipicio. Cordero, al igual que Madero, también elevó los riesgos al promover con sus acciones una fractura en el partido. Ambos corren hacia la muerte, como Buzz frente a Jim, y ninguno de los dos ha mostrado intención de frenar. Está claro, si mantienen su postura, qué sucederá: morirán ambos. Sin embargo, dentro del “Juego de la Gallina” hay opciones: cambiar ese destino mediante un pensamiento creativo, que pueda crear incentivos para la cooperación en lugar de para la intimidación y destrucción mutua. Hasta este momento no hay luz en ese sentido, pero tienen esa oportunidad, en el entendido que los dos perderán algo, para salvar mucho.

Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/gallinas-azules-1372231523

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