En Tabasco, hasta los más desinformados sabían de las pillerías del clan de Andrés Granier y de su parentela. En realidad era “un secreto a voces” el saqueo del dinero público y que algunos colaboradores del ex gobernador no eran más que figuras decorativas, en tanto que “amigos” y “parientes”, eran los verdaderos “mandones”, que se repartían el botín.
Y claro – ¡como debe ser! –, para Granier la familia ocupaba un lugar especial en la “piñata” en que se convirtió el gobierno de “el químico”; político rupestre que se vendió bien con la careta de “gobernante ciudadano” – porque al inicio de su carrera negó la militancia del PRI –, lo que le sirvió para engatusar a buena parte de la opinión pública y de los electores.
Sin embargo, es falso que “el químico” haya descubierto la piedra filosofal para convertir el cascajo en oro. No, no llegó a tanto, en realidad se valió del compadrazgo de reputados hombres del poder y la política tabasqueña – y nacional –, para convertirse en alcalde y luego en el más corrupto gobernador. Y es que contra lo que muchos imaginan, el señor Granier también desarrolló el difícil arte del cultivo yucateco y se decía compadre de Arturo Núñez, y de Emilio Gamboa, entre muchos otros que hoy le podrían salvar la vida.
Y claro – ¡como debe ser! –, para Granier la familia ocupaba un lugar especial en la “piñata” en que se convirtió el gobierno de “el químico”; político rupestre que se vendió bien con la careta de “gobernante ciudadano” – porque al inicio de su carrera negó la militancia del PRI –, lo que le sirvió para engatusar a buena parte de la opinión pública y de los electores.
Sin embargo, es falso que “el químico” haya descubierto la piedra filosofal para convertir el cascajo en oro. No, no llegó a tanto, en realidad se valió del compadrazgo de reputados hombres del poder y la política tabasqueña – y nacional –, para convertirse en alcalde y luego en el más corrupto gobernador. Y es que contra lo que muchos imaginan, el señor Granier también desarrolló el difícil arte del cultivo yucateco y se decía compadre de Arturo Núñez, y de Emilio Gamboa, entre muchos otros que hoy le podrían salvar la vida.
Pero resulta que para políticos y potentados tabasqueños no era sorpresa que un día sí, y el otro también, el gobernador Granier soltara sus frases preferidas cuando aludían a los excesos de su hijo “fabiancito” y a las grotescas frivolidades de sus hijas Paulina y Mariana. “Si tengo que dar la vida por mis hijos, la daré”, decía.
Hoy se sabe que Granier se presentó por voluntad propia y sin amparo ante la autoridad federal, no porque piense que alguien crea en su inocencia sino porque sus hijos se lo pidieron. Le reclamaron “lavar el nombre de la familia”. Y como padre amoroso prefirió la cárcel para él, antes que la prisión de sus hijos.
Y es que la nuez del entramado que terminó en el más escandaloso saqueo al dinero público de Tabasco se localiza precisamente en la familia de Granier. Fabián Granier – fabiancito para sus cercanos –, también era conocido como “el papayo”, porque no solo creía en sus dotes de “galán” y “hombre detrás del trono” sino solía decir: “papá, yo quiero...”, “papa, yo hago”, “papa yo...”. Así, el “papayo” cultivó una estrecha relación con Amilcar Sala Villanueva; ambicioso y próspero empresario que convenció a “fabiancito” para que, a su vez, convenciera a su padre y gobernador – Andrés Granier –, para designar como secretario de Finanzas a José Manuel Sáiz Pineda.
Como ya dijimos en este espacio, Sáiz Pineda era un experto en lavado de dinero de empresas del sureste, entre ellas las de Amílcar Sala. De hecho, la idea de nombrarlo titular de la Secretaría de Finanzas fue para llevar a cabo el lavado de dinero. Una vez consolidado el trípode básico – Fabián Granier, Amílcar Sala y José Manuel Saíz –, el diseño para el saqueo estaba listo. Empezaron los negocios paralelos, el desvío de recursos y las compras simuladas.
En los hechos, Amílcar Sala era el verdadero secretario de Finanzas, mientras que Fabían Granier era “el poder detrás del trono”. El “papayo” repartía dinero a manos llenas, decidía partidas presupuéstales, compraba medios y legisladores, al tiempo que fueron memorables sus fiestas en Las Vegas y el derroche a manos llenas. Al tiempo, Amílcar Sala presumía que su patrimonio inmobiliario crecía como la espuma y, claro, su gusto por los autos, como un bellísimo Lamborghini. Pero eso fue el principio.
Luego vino la audacia y las grandes ligas. Una fuente oficial sostiene que a poco de iniciado el gobierno de Granier, se sumaron a la exitosa tercia Humberto Mayans, entonces secretario de Gobierno – y hoy senador por el PRI –, y Carlos Pineda “el Pelón Pineda” tío de José Manuel Saíz Pineda. Con el ingreso de Mayans y Sáinz Pineda al clan, se creó el más poderoso grupo de depredación del dinero público y negocios sucios, al tiempo que se controlaron las variables políticas y los medios.
Y es que Andrés Granier, junto con Carlos Pineda, Humberto Mayans e Ignacio “Nacho” Cobo – brazo derecho de Carlos Slim –, son compadres, socios y dueños del diario “Presente” y de “Fórmula Tabasco”; dos de los más influyentes medios de comunicación de la entidad. En pocas palabras, que el clan del gobernador Granier tenía el control total para robar.
Y compraron y compraron tierra en Tabasco, Cancún, Yucatán, Miami y un paraíso en Barcelona de Indias, Colombia; zona metropolitana de Cartagena de Indias. En particular, “el químico” compró arte, mucho arte que atesora con el amor que prodiga a sus hijos. Pero hay mucho más.
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