viernes, 14 de junio de 2013

Salvador Camarena - El PAN, de bajada y acelerando

La promesa fundamental de un partido político en las elecciones se basa en asegurar que, de obtener el triunfo, su representante en los comicios —el candidato que se postula— tendrá la capacidad de diseñar y/o ejecutar las políticas públicas de su oferta electoral.

Y no importa si el puesto en disputa es una persidencia municipal, una curul, la silla del gobernador o la presidencial, lo clave es que en nuestro sistema político quien compite ofrece también el peso de un partido, prenda en garantía de que el candidato tiene con qué responder a la ciudadanía más allá de sus personales capacidades.

El 7 de julio miles irán a las urnas. En juego están la gubernatura de Baja California y cientos de presidencias municipales y asientos en congresos locales. Independientemente de lo que logren comunicar los candidatos, cuando en la boleta un ciudadano vea el logotipo del PRI es probable que en términos generales pueda tener la imagen de un partido unificado, con pocas broncas internas evidentes, donde es indiscutible que el líder real y formal es el Presidente de la República y su proyecto.




En cambio, un ciudadano con mediano acceso a información verá el emblema del PAN y concluirá que ese partido pasó de ostentar la Presidencia, al tercer lugar el 2 de julio pasado. Y no sólo eso. Sabrá que lejos de emprender una seria reflexión de las razones de la derrota, prominentes panistas se han empecinado en mostrarse como políticos atrincherados en sus pequeños cotos, incapaces de ver por el todo, aferrados a la supervivencia individual, sin lealtad a la institución, ni generosidad alguna.

El último ejemplo de esa moda blanquiazul la protagonizan, de nuevo, sus representantes en el Senado. Han pasado 24 días del nombramiento de Jorge Luis Preciado al frente de la bancada del PAN en la Cámara Alta. ¿Cuántas reuniones ha tenido el designado nuevo coordinador con el total de los senadores? Cero. Ni una. El nuevo líder no ha sabido, ni podido, hacerse del grupo parlamentario.

Sin demérito de lo anterior, la intentona corderista por limitar las atribuciones del líder de los senadores (la bancada votará al respecto la semana entrante) no puede verse sino como una revancha ramplona, que incluso evidencia incongruencia por parte de Ernesto Cordero, defenestrado coordinador. Preciado se equivoca con un discurso de “o se someten o los quito”, frase que según una fuente en el Senado ha sido esgrimida por el nuevo coordinador, quien además habría pedido que “le bajaran” al intento de promover una reforma política por fuera del Pacto por México. Como también Cordero y sus 24 senadores aliados se equivocan si creen que al cambiar los estatutos —con lo que limitarán drásticamente la toma de decisiones del nuevo líder— ganan algo. Es, literalmente, como reza el dicho: pan para hoy, y hambre para mañana.

De entrada pierde Cordero, que como coordinador no transparentó ni democratizó las decisiones y los dineros, cosa que ahora demanda. La incongruencia será una etiqueta que ahora tendrá que estrenar. Pero el verdadero derrotado es el PAN. El emblema de ese partido se deprecia cada día que pasa sin que los panistas logren la unidad para recomenzar. Y ni siquiera está claro que una derrota el 7 de julio haría recapacitar a los blanquiazules. ¿Alguien podrá salvar a ese partido de sus figuras?

salvador.camarena@razon.mx
Twitter:
 @salcamarena


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