José María Contursi 1911 - 1972 |
En esta tarde gris
Qué ganas de llorar
en esta tarde gris,
en su repiquetear
la lluvia habla de ti.
Remordimiento de saber
que por mi culpa nunca,
vida, nunca te veré.
Mis ojos al cerrar
te ven igual que ayer
temblando al implorar
de nuevo mi querer.
Y hoy es tu voz que vuelve a mí
en esta tarde gris.
Ven,
triste me decías
que en esta soledad
no puede más el alma mía.
Ven,
y apiádate de mi dolor,
que estoy cansado de llorarte,
sufrir y esperarte
y hablar siempre a solas
con mi corazón.
Ven,
pues te quiero tanto
que si no vienes hoy
voy a quedar ahogado en llanto...
No, no puede ser que viva así
con este amor clavado en mí
como una maldición.
Sombras
Quisiera abrir lentamente mis venas,
mi sangre toda verterla a tus pies,
para poderte demostrar
que más no puedo amar
y entonces morir después.
Y sin embargo tus ojos azules,
azul que tienen el cielo y el mar,
viven cerrados para mí
sin ver que estoy aquí
perdido en mi soledad.
Sombras nada más
acariciando mis manos,
sombras nada más
en el temblor de mi voz.
Pude ser feliz
y estoy en vida muriendo
y entre lágrimas viviendo
el pasaje más horrendo
de este drama sin final.
Sombras nada más
entre tu vida y mi vida,
sombras nada más
entre tu amor y mi amor.
Qué breve fue tu presencia en mi hastío,
qué tibias fueron tus manos, tu voz;
como luciérnaga llegó tu luz
y disipó las sombras de mi rincón.
Y yo quedé como un duende temblando
sin el azul de tus ojos de mar
que se han cerrado para mí
sin ver que estoy aquí
perdido en mi soledad.
Sombras nada más
acariciando mis manos,
sombras nada más
en el temblor de mi voz.
Pude ser feliz
y estoy en vida muriendo
y entre lágrimas viviendo
el pasaje más horrendo
de este drama sin final.
Sombras nada más
entre tu vida y mi vida,
sombras nada más
entre tu amor y mi amor.
Los poetas del tango
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